27 de junio de 2009

De los nervios


Ya me queda poquito para volar a Venecia. Me he estudiado tanto el mapa, que podría ir a nado por los canales con los ojos cerrados.
Y muy caro todo, pero no voy a amargarme la vida por una cerveza más o menos.
Tengo el horario y los precios de los vaporettos, de los alilagunas, de los shultter (o algo así), de los traghettos y de las góndolas, y ando cuadrando las salidas y las llegadas. El vaporetto siempre va lleno de gente, aunque no es tan barato: 6 euros, pero es lo más práctico para el transporte, aunque yo, aunque tenga que mendigar en la Piazza de San Marcos (obsérvese como voy ya entrando en la pronunciación), cojo una góndola, y si el gondolero no me canta pues cantaré yo, pero cumplo con el tópico más tópico y más bonito de Venecia. ¡Y la foto! Que no nos falte de ná.
Luego iremos a Dubrovnik, en Croacia, después a Corfú, a Heraklion, que tengo muchas ganas de ver in situ el palacio de Knossos, a Santorini, a Mikonos, a Rodas y a Atenas.
He preparado las maletas y sólo puedo llevar en el avión 20 kilos de equipaje. Pero si 20 kilos no es nada, que he pesado la maleta y metiendo poquito iba ya por 35. He quitado cosas y he cogido un bolso de mano parecido al que llevé en Argel la primera vez que fuí.
He conocido por internet un grupo de gente que va en este mismo crucero y son muy majos, dispuestos a echarme un cable, ya que ellos llevan preparando este viaje desde octubre y se las saben todas.
Vengo de la peluquería y como me pasa siempre, me encuentro extrañísima y no parezco yo. Me llevan un pastón y encima vuelvo a mi casa semi escondiéndome por las calles para que no me vea nadie hasta que no llegue a mi casa y me peine a mi aire. Siempre me pasa lo mismo. Las peluqueras yo creo que están la mitad sordas, porque no hacen caso de nada de lo que les dices y te hacen lo que les da la gana.
Estoy un poco nerviosa porque veo que se acerca el momento y me hace mucha ilusión.