10 de julio de 2009

De vuelta


Pues sí, ya estoy de vuelta, cansada y con muchísimas cosas por ordenar, fotos que sacar, película por arreglar y mal acostumbrada a no hacer nada.

Además me he traído un catarrazo del quince, por el aire acondicionado.

Iré poniendo una a una las escalas, con las fotos y los comentarios, pero hoy voy a hacer un resumen general del viaje.

Venecia, fantástico pero con una humedad increíble y lo que más me gustó fue el Palacio Ducal, aunque tuve que salirme por piernas de las mazmorras porque me entró una claustrofobia que me hizo correr por las flechas hasta la salida. Y el suspiro lo di en el puente del mismo nombre al encontrarme ya en el palacio, je, je. Ahogadita iba yo. Montamos en góndola, a ochenta eurazos los 30 minutos, estuvimos en la Plaza de San Marcos, que casi no se veía de tanta gente, nos subimos a los vaporetos, compramos recuerdos en el Puente de Rialto, fui expresamente a ver la escalera de caracol del Palacio Contarini, que estaba super escondida, y nos tomamos unas cervezas en una cafetería. Luego, a comer al barco y a dormir la siesta.

Dubrovnik, preciosísima, pero a mitad de muralla me quedé ya en el puerto viejo, que tenía un ambiente estupendo.Paseé por su calle principal, bebí agua de la fuente, me tomé ¡Tres! helados descomunales, me compré un collar de coral y plata precioso y a buen precio, fui al mercadito y también cayó algo, y después nos tomamos en esa plaza un tanque de cerveza que me afectó bastante.

Corfú, bonita, pero quizás a lo que menos jugo le saqué, ya que eran muchas calles de compras. Me tomé un café frappé en Rivoli, que parece que los regalaran ya que mucha gente los lleva en la mano, compré el clásico licor de mandarina, y andar y andar.

Heraklion, bonita excursión, pero dura donde las haya. Cogimos el autobús número 2 y nos llevó hasta Knossos. Me parecía mentira estar allí, y disfruté muchísimo. Volvimos en el autobús y paramos en la Plaza Eleffterias, desde donde callejeamos y seguimos comprando. ¡Ah!, y cervecita en la Plaza del Greco, faltaba más.

Santorini, es la isla más fotogénica de todo el mediterráneo y me quedé extasiada con los paisajes, las casas, las plazas, las iglesias...............pero no cabía un alma en las calles. Menos mal que empezamos la visita en Oia por donde no había nadie, que se ve que todo el mundo había tirado para el otro sitio. Ya en Fira, lo mismo y muchas más tiendas. Me tomé un zumo en una terraza, que era la repera y donde sacamos unas fotos maravillosas. No había nadie mas que nosotros y cuando me dieron la cuenta entendí el por qué. Del zumo de fresas me llevaron ocho euros, pero valio la pena el sitio.

Mykonos es una isla especial y se ve que se maneja mucho dinero. Hicimos unas fotos inolvidables y desde la Pequeña Venecia vimos la puesta de sol en una de las terrazas, con una cerveza. Las vistas desde el molino también merecieron la pena la subida. Parece un pueblecito de cuento, tan limpio, tan uniforme y tan coqueto.

Rodas, me sorprendió de principio a fin y parecía que iba a ver en cada momento los caballeros por allí enmedio. Una excursión preciosa y paseo por el puerto donde noté que faltaba una columna de las del coloso. Se ve que la estaban restaurando.

Atenas, pues qué queréis que os diga? Que la gente ha sido muy antipática, en general. Alguna excepcion habrá, pero en general son unos sargentos. No volveré en mi vida.Fuimos en el metro hasta la Acrópolis sin ningún problema y anduvimos por allí toda la mañana. Bajamos hasta Monastirakis y estuvimos por el mercado y por otras calles comerciales. Fuimos a ver el cambio de la guardia, que me dejó flipada, y me hice la clásica foto con el centinela.Comimos en un sitio, carísimo (por el mercado estaba todo lleno), y con el personal más desagradable de Atenas, hasta el punto que pusimos una reclamación por el borde del camarero (ya pondré el nombre del restaurante, para que no caiga nadie en sus garras).

En cuanto al barco, para mí estaba todo genial.

La comida me pareció de mucha calidad y muy creativa en el comedor,y para todos los gustos en el buffet. No creo que nadie se quedara con hambre, porque se podía estar todo el día comiendo.¿Y las bebidas? Pues como nos regalaron en la agecia los packs, estupendo y no las terminamos. Me dió una lástima enorme tirar a la basura los tickets.

La fiesta de los disfraces me lo pasé bomba, pero en la ibicenca me aburrí de lo lindo.

En cuanto a lo del capitán, pues todo es para sacar dinero, porque desde que uno se embarca pone la tripulación todo su empeño para que aflojes los bolsillos.

Los espectáculos me gustaron, y me hice fija por las noches en el Café Gijón, donde a veces me animaba a bailar.

Conocí a Focus10 y a su mujer Rosi, que me parecieron encantadores, y a los que creía afortunados por tocarle 2.000 euros en el bingo, pero ya me sacaron de mi error. Qué pena que sólo fueran cien. Nuestro avión se retrasó una hora y llegamos a Madrid a las cuatro de la madrugada, muertos de sueño. El viaje, en líneas generales, fantástico. Creo que no va a ser el único crucero que haga, pero habrá algo que cambiaré si surge la ocasión: no llevaré cámara de grabar ni al cuello ni en la mano. Me despista de ver las cosas y me resta atención, pendiente sólo del aparatito. Un secreto: yo creía que cuando ponía "pausa" no grababa y la dejaba abierta colgando; pues bien, la condenada seguía y seguía, y me han salido guay los suelos de todos los sitios donde hemos estado.
Y como no podía ser menos, mi agradecimiento a la persona que tan desinteresadamente ha elaborado las guías de Cruceromanía, José Luis Cerdá Díaz.