23 de abril de 2010

Tuyo... Francisco

Hoy, además de ser el día del libro, para mí es una fecha muy especial: la del aniversario de boda de mis padres.
Se casaron un veintitrés de abril del año mil novecientos veinticinco, y vivieron juntos muchos años, hasta el fallecimiento de mi padre. Mi madre le siguió casi treinta años después.
Él era diez años mayor que ella y lo tuvieron muy difícil para poder tener una relación normal, ya que esa diferencia de edad, hacía que mi madre, con doce o trece años nada más, pareciera más niña de lo que era.
Un día, mi padre le escribió una carta, que yo guardo, y que cada 23 de abril mi madre me leía, aunque se la sabía de memoria.
Hoy les quiero hacer este pequeño homenaje y dejarla escrita aquí:
Mi querida María: son las dos de la mañana cuando me pongo a escribirte y pienso en ti, en tu estado, y parece que te veo en un sueño tranquilo durmiendo como un ángel; duerme en paz, que tus sueños están guardados. Los guarda el hombre que te quiere, el hombre que se desvela por ti, el que te lleva grabada en su mente en todo momento, el que sin ti no podría vivir.
Es tanto lo que has profundizado en mi corazón que has llegado hasta el fondo de él y has dicho: "Despierta ya, que está aquí la mujer que tu soñabas". Sí, tú eres la mujer de mis sueños, la mujer culta y bien educada... ¿Cuándo llegará el día en que yo pueda contarte todas mis penas y alegrías y participar los dos de lo bueno y de lo malo? ¿He dicho malo? ¡No! Todo será bueno, todo será felicidad completa.
Cuando yo llegue y tú me esperes tan hermosa, con tus cabellos de un reflejo deslumbrante, con tus ojos fascinadores , y yo esté tan cerca de esa carita de marfil, me creeré el hombre más feliz de la tierra, porque tú me has conquistado.
Tenemos el problema de nuestra diferencia de edad, pero... ¿Qué tiene de malo si yo te sabré esperar? Si a los trece años cumplidos eres ya una mujer capaz...
Díme que sí, amor mío,
acepta mi proposición,
y recibe como prueba
de este bendito amor,
este beso que fundido
está en nuestro corazón. Tuyo... Francisco