19 de junio de 2010

¡Socorroooooo, se me acaba la Tierra!


Cuando yo era pequeña, mi concepción del mundo era algo desmesurada. Mi mundo era la Tierra, y creía que si uno echaba a andar no llegaría nunca al otro extremo, porque las distancias eran tan grandes, que lo convertía casi en una utopía.
A veces oía decir que alguien le había dado la vuelta, y me parecía una hazaña propia de héroes de cuento, porque me imaginaba una tierra y un mar sin fin.
Ahora creo que vivimos en un mundo de chichinabo. Me está pasando lo mismo que cuando visité por primera vez Canarias: pero si enseguida estoy en el mar.
Los transportes han reducido las distancias de tal manera, que cualquier parte del planeta está a nuestro alcance ( si tenemos perras) en pocas horas, y ya no sorprende a nadie que se vaya uno de vacaciones a la conchinchina y vuelva como si nada. Hemos convertido en normal darnos un paseo por el planeta, que se dice pronto, porque es por el único sitio donde nos podemos mover los mortales, sin darle importancia, como si la cosa no tuviera trascendencia.
Pero a mí me preocupa mucho este tema.
Si cuando estoy en una isla siento claustrofobia al pensar que en unos kilómetros ya se me acaba la tierra, ahora a lo mejor me va a pasar lo mismo, pero con el planeta. ¡Y faltaba internet!
Cuando escribí el post anterior, me di cuenta de lo pequeñitos que somos... ná de ná... tan pequeños como los puntitos rojos que se ven en el mapa. ¡Qué digo! Muchísimo menos.
Si América está ya al ladito, y China, y Australia... ¡Ay, que me esta entrando claustrofobia de vivir en un sitio tan pequeño como la Tierra!
¿Y a dónde podré ir cuando se me acabe el mundo? ¡¡¡SOCORROOOOOOOOOOOO!!!!!!!
La foto es de una tienda de globos hinchables que se llama Stilae.