Bienvenidos a El mirlo de papel

Soy Varech y ando por la Red desde hace un tiempo, lo cual me produce a veces quebraderos de cabeza aunque la mayoría de las ocasiones me satisface.

30 de septiembre de 2010

Galicia2

Hasta ahora habíamos tenido una suerte inmensa con el tiempo: calor, sol y por la noche fresquito.
Para el jueves habían programado una excursión colectiva a Portugal, y nos levantamos pronto para estar listos a la hora convenida.
_. Antonio, parece que está nublado.
_. No, es niebla.
_. ¿Aquí no había una playa? ¡No se ve nada!
_. Mujer, ahora levantará.
¡¡¡¡Y NO LEVANTÓ!!!!!!¿Será posible que hoy precisamente haya niebla?
Dicho y hecho.
Llegamos en primer lugar a Valença do miño, ciudad fronteriza, la que imagino con vistas preciosas desde su magnífica fortaleza, edificada en el siglo XII y reconstruída y ampliada en el XVII y XVIII. Impresiona bastante ver las dimensiones del foso, y se entiende que la hicieran aquí, dado el valor estratégico del sitio.
Dentro de sus muros se encuentra la ciudad antigua, con numerosas tiendas de productos textiles, y fuera la ciudad nueva.

Mi Antonio, frustradísimo por no poder hacer fotos. Después de cargar con la tropecientas cámaras, filtros, objetivos y demás gaitas (obsérvese la influencia gallega sobre mí a estas alturas del viaje), de nada sirvieron. Bueno, sí, para ejercitar los músculos.

Una vista de la fortaleza.

Aquí estoy con Víctar, que es un verdadero terremoto. El alma del grupo.

Y aquí con Katy, otra amiga. No tenemos la bolsa de la basura al lado aunque lo parezca; es que en las tiendas daban ese tipo de bolsas.

La estatua de San Teotonio delante de la capilla del Bom Jesús. Hay quien dice que la iglesia es la del santo, pero en el lateral pone Bom Jesus.

Y esta foto es ya de la ciudad nueva. Y seguían las tiendas de toallas y ropa de casa. Qué hartura de sábanas y manteles.



De Valença do Miño nos fuimos al monte de Santa Tecla, desde el cual, según nos dijeron se veían unas vistas espectaculares de la desembocadura del Miño. ¡Madre mía, qué carretera! Yo no quería ni mirar por dónde subíamos. Cuando llegamos encontramos allí la capilla, el museo, parte del castro y puestos con lo mismo de todos los sitios. Brujas para aburrir. En la foto de arriba se puede apreciar lo claro que estaba el día, muy propicio para vistas y fotos.
Bueno, pues aquí se encuentra un castro muy importante. Las viviendas eran circulares o cuadradas.

Una reconstrucción de una palloza del castro. La he cogido de la página Galicia Máxica, porque no se veía ni torta. Se llamaban castros a los primeros poblados organizados que existieron. Siglo VIII antes de Cristo. Comenzaron las excavaciones en 1913.

Y otra foto que no es mía, pero le mando un saludo muy cordial al señor que ha tenido el privilegio de visitar este lugar en un día tan espléndido, y espero que entienda que me gustara ver la desembocadura aunque fuera a través su instantánea. He buscado el nombre del autor pero no lo pone.
¡Qué lástima no haber podido contemplar in situ algo tan bonito! En la explanada aparcó también nuestro autobús.
Después del susto de tener que bajar otra vez, nos fuimos a comer, y en la tarde visitamos Baiona.

La fortaleza de Monterreal, en el Monte Boi. Dentro se encuentra el Parador Nacional de Turismo Conde de Gondomar. Está junto al mar y es un recinto amurallado de tres kilómetros de longitud, empezado a construir en el siglo XI.

Al pie de la fortaleza se halla la playa de Barbeira.

Como sucedió durante todo el viaje, las gaviotas fueron las protagonistas. Saben latín. Fue verme con una bolsita de chetos y venir a montones a ver si les echaba comida. Y si no les echaba, se servían ellas mismas.

En el puerto de esta playa se encuentra una réplica de la carabela Pinta, que se puede visitar, pero que inconprensiblemente tenía cerrado el acceso al pantalán correspondiente. Volvieron de América la Niña y la Pinta, porque la Santamaría había encallado en La Española y por las Azores les sorprendió una gran tempestad que las puso al borde del naufragio. La Niña fue arrastrada hasta Lisboa y la Pinta, a cuyo mando iba Alonso Pinzón, llegó a Baiona el 1 de marzo de 1493, siendo la primera vez que se daba cuenta de la gesta de los navegantes españoles.

Delante del cuadro commemorativo del V centenario del descubrimiento de América. A la izquierda de la foto la lista de los tripulantes de la Pinta.

Casa de Lorenzo Correa, mandada construir por el alcalde de Cuernavaca (México), y que en 1942 fue adquirida por el Ayuntamiento. Tiene dos plantas y un torreón. Los escudos de los lados son los de la familia y en el centro está el de la ciudad.

Una calle del casco antiguo.

Tenía la ciudad unos rincones muy bonitos.

Descansando un poco.

Como se puede ver, nos hizo en Baiona un tiempo magnífico, pero nos volvimos a Portonovo con la pena de no haber podido disfrutar de las vistas desde el monte de Santa Tecla. Cachis en la niebla.............

Santiago, Cíes y Cambados (Pontevedra)

Llegamos a Portonovo, que era nuestro destino y nos acomodamos en el hotel, que tenía una magnífica vista sobre la playa. Anduvimos disfrutando del sol por el puerto y nos acostamos pronto ya que al día siguiente queríamos ir a Santiago de Compostela. Y aquí está ya mi Antonio en la Plaza del Obradoiro, que debe su nombre a los obreros que se instalaron aquí mientras se construyó la Catedral. Es el monumento más extraordinario de la Edad Media en España, y el más característico del románico. Frente a la Catedral, el palacio de Rajoy, de estilo renacentista, se ideó como residencia de los niños del coro de la Catedral y como sede del seminario de confesores. En la actualidad pertenece al Ayuntamiento de Santiago de Compostela. Sobre el frontón, la estatua ecuestre del Santiago Matamoros. En el lado norte se encuentra el Hostal de los Reyes Católicos, llamado también Hospital Real, por construirlo estos reyes como albergue de peregrinos. Es un parador de turismo de los más lujosos de España. La cadena enlazada con pilastras que hay delante significa que los reyes durmieron allí, y su aposento era el de la ventana que hay sobre el friso. En la parte sur se halla el Colegio de San Xerome, cuya construcción impulsó Fonseca, y que se utilizó como colegio menor de estudiantes pobres. En la actualidad es sede del Rectorado de la Universidad. La portada es de un hospital de peregrinos y por eso los santos tienen que ver con la salud. Uno de los órganos de la Catedral. Nos quedamos a la Misa, oficiada por sacerdotes de distintas nacionalidades, y tuvimos la suerte de que funcionara el botafumeiro. Aquí están preparándose para subirlo y volarlo. Y aquí el botafumeiro en pleno vuelo. Todo un espectáculo. Plaza de Quintana, por detrás de la Catedral. La parte de arriba se denomina de los vivos y la de abajo de los muertos. Al fondo Casa Parra. La estatua del arzobispo Fonseca, en el patio del colegio del mismo nombre. Aquí nos entran ganas a todos de cantar: "Triste y sola, sola se queda Fonseca, triste y llorosa, queda la Universidad, y los libros y los libros empeñados en el Monte, en el Monte de Piedad................................." Aquí una maldad de mi Antonio, haciéndose a sí mismo una foto. Es muy simpática. El mercado y las hortensias, que me admiraron por su tamaño. Una de las calles típicas de Santiago. Mi Antonio se compró aquí un sombrero y se empeñó en comprarme un Borsalino, pero a mí me sientan como un tiro y al final no me decidí. Placa en la Plaza de Quintana. Plaza de la Inmaculada, frente a la Puerta de la Azabachería, donde se ve el Monasterio de San Martín Pinario, sede del Seminario Mayor. Antonio frente a la Puerta Santa, en la Plaza de Quintana. Sólo se abre en años jubilares cuando el arzobispo la golpea con un martillo de plata. Ese día comimos de forma excesiva, como todos, porque a pesar de nuestros propósitos de andar comedidos en este tema, el tamaño de las raciones lo hacía imposible. De vuelta al hotel nos encontramos ya con los amigos guineanos. Al día siguiente nos fuimos a Vigo y desde allí cogimos un barco hacia las Islas Cíes, que nos parecieron un verdadero paraíso. El comienzo de la playa de Rodas. Arena blanca, con textura de sal y multitud de gaviotas acostumbradas a los seres humanos y sus comidas. Eran capaces de quitarte un bocadillo. Antonio en el puente que separa el lado de la ría, de aguas tranquilas, de la agitación de la parte que se abre al Atlántico. El contraste era asombroso. Por aquí íbamos admirando el paisaje. Una bellísima fotografía hecha por mi Antonio. Y otra más digna de concurso. En este restaurante comimos, por cierto muy bien. Está en el cámping. Marisol, Julia y yo, disfrutando del entorno. Al día siguiente emprendimos viaje a Cambados. ¡Ay el alvariño! Qué bien entraba y qué mal se quedaba. Tan fresquito, tan rico.....................pero cómo se subía el condenado. Lo primero que hicimos fue ir al centro de información turística, con pensamientos de contratar una visita guiada, pero desgraciadamente ya no había esa posibilidad, así que la señorita que nos atendió nos explicó sobre el plano todo lo que había que ver en la ciudad y nos aconsejó el recorrido que teníamos que hacer. Plano en mano seguimos sus consejos y nos dirigimos hacia la parte marinera donde está el puerto viejo, luego al centro de la ciudad y por último al puerto nuevo. En Cambados es muy corriente que las fachadas estén protegidas por conchas de vieiras. Las tres delante de una de las fachadas. Luego veríamos que era lo habitual. La Capilla del Nazareno, donde una amabilísima señora nos contó la historia de unos profanadores de la imagen, que murieron habiendo sufrido en sus carnes lo que hicieron con el Nazareno: el que le mutiló las manos las perdió..................y así todos. La capillita es la de la derecha e impresiona bastante. Algo que me chocó de todos los santos de esta zona es la cantidad de pelo que tienen las imágenes. Pazo de Montesacro, barroco, del siglo XVIII, con un gran escudo de armas en cuya parte superior hay una corona de la que sale un brazo armado con una espada. Actualmente es un asilo de ancianos. Al lado está la capilla de la Virgen de Valvanera. Bueno, pues aquí las tres Marías frente al puerto. El día fue espléndido. Otra fachada de vieiras. Pazo y Plaza de Fefiñáns, también conocido como el palacio de Figueroa. De aquí parten los trenes turísticos, pero ya no funcionaban cuando llegamos. De Cambados nos fuimos a O'Grove y nos metimos al cuerpo una mariscada estupenda. En la foto estamos a punto de empezar a sacrificarnos. Comimos en O'Cruceiro, y naturalmente la regamos con alvariño. De postre unas filloas, que estaban riquísimas, pero a mí me parecieron como los crèpes. De O'Grove nos marchamos hacia La Toja, pero no me gustó, así que no he puesto ninguna foto. El museo del jabón me pareció bastante cutre en comparación con el nivel de vida que se respiraba allí. Y ya nos volvimos a Portonovo a descansar.