Bienvenidos a El mirlo de papel

Soy Varech y ando por la Red desde hace un tiempo, lo cual me produce a veces quebraderos de cabeza aunque la mayoría de las ocasiones me satisface.

31 de octubre de 2010

Tarta de calabaza y arañas


Ayer fuimos toda la familia a comer a casa de mi hija, y como los niños andan metidos ya en esta fiesta tan tonta de los muertos y los horrores, aunque no me guste nada, pensé que esta tarta les haría ilusión y no me equivoqué.
Disfrutaron con las arañas quitándoles los ojos y las patas y luego comiéndoselas. La tarta ni la probaron, pero los bichitos se los rifaron.

Para la tarta:
400 grs. de calabaza cocida en microondas y pasada por el pasapurés.
1 sobre de royal
250 grs. de azúcar moreno
1 vasito de yogur de aceite de girasol, o de oliva 0,4
4 huevos
300 grs. de harina
Piñones, ralladura de limón, un poco de pimienta, nuez moscada y canela.

Preparación:

Batir las claras a punto de nieve, poco a poco agregar el azúcar y luego las yemas. Añadir después el resto de los ingredientes, y conseguir una mezcla homogénea.
Meter a horno precalentado a 18ºC, aproximadamente 40 minutos, aunque dependerá del horno. Pinchar para ir comprobando. Yo le puse sólo aire.

Calado:

Hice medio litro de flan royal (puede servir cualquiera que no espese al hervir), y después de haberle hecho unos agujeros con una aguja de punto al bizcocho, la calé bien. Al enfriarse, el flan cuaja por el bizcocho y está riquísimo.

Glasa: con azúcar glass (unos 200 grs.), un poco de limón, colorante naranja, y un poco de agua. Cuando el bizcocho esté casi frío, verterla por encima. Si sobra por debajo, limpiar con servilletas de papel los bordes, o mejor hacer esta operación con las servilletas puestas por la base para que no se os manche la fuente. Hacedlo despacio.
Una vez terminada y algo seca la glasa, en el sobre de caramelo líquido que trae el flan, hacerle un agujerito pequeño en una esquina e ir formando por encima algo parecido a una tela de araña.

Arañas:
Comprar trufas pequeñas de las que venden en las pastelerías y una más grande.
Con regaliz del enrollado, ir cortando patas (separarlo porque viene doble)
Con una aguja de hacer punto, ir haciendo el agujero donde queramos introducir la pata, y la metemos. No hay que preocuparse, porque una vez metidas es difícil que se suelten.
Los ojos están hechos con lacasitos rojos.

Bueno, pues fue un exitazo.
Me despido hasta dentro de unos días, que me tengo que ir por razones familiares. Espero que os guste lo que os he dejado.

28 de octubre de 2010

Historias para no dormir... los niños

Si algo hay que cuidar y mimar es la mente de los niños y no contaminarles con todo lo malo que de adultos les vendrá encima.
Ya lo sé que la vida no es rosa y que papá y mamá no son super héroes, por no hablar del bajón que les dará cuando se enteren de lo de los Reyes Magos, pero hasta donde podamos hemos de procurar que ese mundo de ilusión en el que viven les dure lo máximo posible.
Viene este rollo a cuento de una serie que están reponiendo en una cadena de televisión, a la hora del desayuno, que me parece lo menos adecuado para que la vean niños pequeños.
Hablo de Marco o lo que es lo mismo "De los Apeninos a los Andes" ¡Ojo la mala suerte que tiene este chaval! Le dan un disgusto detrás de otro, siendo él tan bueno.
Su padre atiende un hospital de pobres y como no tienen para comer, pues su mamá se ve obligada a marcharse a trabajar... al quinto pino, y deja solos a los niños y a su marido, sumidos en una profunda tristeza. Despedidas, lloros, y nuestros niños con los ojos llenos de lágrimas, a despedirse de mamá en el cole: "Mamá, verdad que tú no te irás nunca?" "No cariño, tranquila" ¿Qué necesidad hay de que los niños lo pasen mal?
Los padres de ahora, temerosos, no dejan a los niños ni salir solos del cole. Pues el papá de Marco consintió que se fuera en busca de su madre, sabiendo la distancia que la separaba de ella y los peligros que tenía que correr. Y encima con un mono ¿Su padre era tonto?
El niño, como era pobre (para ir inculcándole a los pequeñines que si no eres rico, como no te comas los mocos no comes ná), se embarcó en un barco de emigrantes creyendo que su mamá y su tío estarían al llegar, pero ¡Cá! Ninguno de los dos estaba, con la consiguiente tristeza de Marco, pero resulta que su tío le mintió, porque habló con él y no le dijo: "Sobrino, yo soy tu tío", no. Se lo quitó de encima. Todos los días inculcándole a los niños el valor de la familia y que no deben mentir, y resulta que el tío de Marcos miente. ¡Fatal!
Y para ganarse la vida tenía que trabajar ¡Que es un menor! Además le mandaban a hacer puñetas con una facilidad difícil de entender para nuestros pequeñines.
Entonces conoció a un niño pobre, como no podía ser de otra manera, porque en esta historia todos los que no van con harapos son malos malísimos, y le regaló una burra que puso a Marco contentísimo porque estaba ya harto de tanto andar, sin bonobús ni bonometro ni nada.
Y cuando nuestros pequeños delante de la tele empiezan a tener esperanza y a dejar de llorar ¡Se muere la burra! ¡Como lo cuento! Hala, todos los niños al cole otra vez ojerosos.
Y Marcos, al de San Fernando: un ratito a pie y otro ratito andando.
¿Qué más puede pasarle? Pues que se le caen las suelas de los zapatos de tanto andar y se hace un corte en un pie. Y llora y llora... y nuestros niños lloran y lloran...
Pero de pronto todo parece que se soluciona porque tiene una buena pista del paradero de su madre. ¡ILUSOS! La encuentra, sí, pero muriéndose. Y las lágrimas siguen corriendo por las mejillas de nuestros niños que del disgusto ya no quieren ni los krispis ni el colacao.
Por Dios ¿Es que no hay otras cosas más alegres para poner a la hora del desayuno de los niños?
No apartan la vista de la tele, muy serios y con un nudo en la garganta.
Yo creo que este chaval aventurero está ya desfasado y hay que terminar con él, que es un gafe.
Nuestros críos se merecen algo más actual y más en consonancia con la educación que se les da hoy en día.







Nidos con alioli

Este plato lo hacía mucho mi madre y nos gustaba a todos.

Voy a dar los ingredientes de los nidos nada más, porque el alioli cada cual tendrá su receta. Yo lo he hecho en la thermomix, con agua, limón, ajo y aceite, pero la verdad es que venden hechos algunos buenísimos y no vale la pena ponerse a hacerlo. Aunque sea publicidad, la marca que más me gusta es una que viene en tarritos pequeños y se llama "Salsa buena". La compro en Lidl.

Ingredientes para los nidos:

Un nido y medio por persona ( es la pasta que viene enrolladita, que son como tallarines más anchos)
Una cebolla
Un tomate maduro
Una cabeza de ajos
Aceite, sal
Conejo o pollo que no sea de parte grasa.

Preparación:

Se fríe la carne cortada y cuando ya la tenemos, le añadimos la cebolla bien picadita y el tomate rallado. Le damos unas vueltas hasta que esté hecho.
Le añadimos agua suficiente para poder luego hacer en ese caldo los nidos y echamos ahí la cabeza de ajos. Es preferible que sobre, porque siempre la podemos reducir poniendo el fuego fuerte.
Lo dejamos hervir todo en la olla exprés quince minutos.
Cuando ya está, sacamos la carne para que no se nos rompa y echamos ahí los nidos, moviéndolos de vez en cuando para que no se peguen. No tiene que quedar con mucho caldo, y se hace con tiempo para que repose al menos media hora antes de comerlo y que esté espesito.
Mi consejo es que antes de servirlos los cortéis un poco, porque parece que estén vivos y se hace difícil llevarlos al plato.
Se pone al alioli en la mesa y cada cual se echa en el plato a su gusto, removiendo con la salsa.

Nota: Se puede hacer la misma receta con el gazpacho manchego, y está todavía mucho más rico.
En lugar de echarle los nidos, se trocea la torta de gazpacho y se pone a hervir igual.
Condición indispensable es el reposo para que espese el caldito que quede.
Es un plato bastante contundente y muy apropiado para el invierno.

24 de octubre de 2010

Real Fábrica de Tapices

Fue una de las visitas que más me gustó hacer por Madrid. Y es porque a la par que un museo, se respira el ambiente del taller y del trabajo artesano que tanto me gusta.
Felipe V creó en 1721 la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara, llamado así por estar situada primitivamente junto a esta puerta.
El edificio en el que ahora se encuentra es posterior, pero existen unas acuarelas de José María Florit en una de las galerías, que permiten conocer cómo era y el sitio donde se hallaba la antigua fábrica.
Felipe V pensó que era más rentable hacer los tapices en España, que encargarlos en el extranjero a los tapiceros flamencos, y como él deseaba tener sus sitios reales decorados a la manera de los palacios franceses, tomó la decisión de fundarla.
Puso al frente de ella a Jacobo Vandergoten, perteneciente a una familia de tejedores de Amberes, y durante casi tres siglos han sido los descendientes de esta familia los encargados de la fundación. Los Stuyk pertenecen a la 10ª generación y tenían incluso su vivienda en la Real Fábrica.
En 2002 Livinio Stuyk fue fulminantemente cesado del cargo, sin que se supiera muy bien por qué.
El rey Alfonso XII trasladó el emplazamiento de la fábrica a la Calle Fuenterrabía, nº 2, donde se halla actualmente.
Muchos artistas trabajaron aquí de cartoneros: Bayeu, Naelles, José del Castillo, Goya (de éste hay 64 cartones y estuvo trabajando en este lugar 17 años).
Aquí se fabrican alfombras, tapices y reposteros.

Las alfombras se hacen de nudo turco, que se confecciona con dos hilos en lugar de uno, que es el que lleva el nudo español.
Se trabaja en alto y en bajo lizo, o sea, en telares verticales u horizontales.
El dibujo se pone detrás de la urdimbre y se dibuja el modelo con tinta. Despues, los operarios trabajan la alfombra con los colores de lana elegidos.
Un obrero, durante una semana trabaja un metro cuadrado de la superficie de la misma (en 1996 costaba 100.000 pesetas el metro cuadrado)y pueden encargar trabajos tanto organismos oficiales como particulares.

Los tapices son una labor artistica de valor incalculable. El cartonaje se dibuja en la urdimbre del mismo modo que en las alfombras, pero la confección es mucho más laboriosa, ya que se trabaja con lana muy fina y el tapicero se sitúa detrás de la labor, con lo cual no puede ver la perspectiva de la obra, y los colores con los que trabaja pueden superar los dos o tres mil, repartidos en canillas que cuelgan de la labor.
En algunos tapices se incluye el oro, la plata y la seda.
Una persona, para hacer un metro cuadrado de tapiz, necesita de tres a cuatro meses (el precio en 1996 era de 1.000.000 de pesetas el metro cuadrado).

Los reposteros son las telas con trozos de otras superpuestos y pegados, a las que luego se les pasa por el borde un cordoncillo. Se utilizan mucho, por ejemplo, en estandartes, colgaduras de los balcones, o en las iglesias.

También aquí, aparte de la fabricación propia, se restauran alfombras y tapices. Es muy difícil por lo complejo que resulta igualar los colores nuevos con los antiguos.

Aquí se tiñe la lana y hay un lavadero para las alfombras y los tapices.


Uno de los maravillosos tapices.
Mujeres tejiendo una alfombra.
Rematando las orillas.
Tejiendo en alto lizo.
En bajo lizo rematando los bordes.

Tapices y canillas con lanas de colores.

La rueca para devanar los ovillos, junto a las lanas.

Una mujer trabajando en una alfombra.

Un pasillo-exposición.

Trabajando en el taller.

Restaurando.

Vista de uno de los talleres.
Se encuentra cerca de la estación de Atocha y la entrada cuesta 4 euros. Merece la pena ver tanta profesionalidad.
Las fotos están sacadas de un video de la Real Fábrica, en la página esMADRID.com

23 de octubre de 2010

Combarro y Pontevedra

El viernes por la tarde quedamos con unos amigos de la Taberna del Puerto en Pontevedra, y aprovechamos la mañana para visitar Combarro, a media distancia entre la capital de la provincia y Sanxenxo.
Pertenece al municipio de Poio y es un lugar muy pintoresco por la cantidad de hórreos y su ubicación a la orilla del mar.
Tiene un puerto importante y enfrente se encuentra la isla de Tombo. Una pena que no se viera muy bien, porque todavía teníamos bastante niebla.
Una cosa que me llamó mucho la atención fue la cantidad de cruceiros que hay en este pueblo, y según dicen "Onde hai un cruceiro, houbo un pecado". Bueno, también existe la creencia de que se ponían para alejar a la Santa Compaña.

Un día no muy bueno para ver sitios tan preciosos.

Aparcamos en la zona nueva y desde la plaza empezamos nuestro recorrido. Ya vimos los primeros hórreos. Se construían para preservar el trigo del ataque de las ratas, y al mismo tiempo que estuviera aireado el grano. Los que están al lado del mar también se utilizaban para secar pescado.



Como puede verse, están pegados al agua, los hórreos y las casitas. Están hechas prácticamente en la roca, por aprovechar las otras tierras para el cultivo, y por eso están tan juntas.

Estas casas son las de los marineros.

Una placita al borde del agua.

Cualquier rincón era digno de ser fotografiado.

Entre una casa y otra hay un pasillo estrecho que da al mar, y que servía para el trabajo de los marineros.

En esta plaza se encuentra el Ateneo, y la valla roja, luego nos enteramos está como consecuencia de la caída de unas piedras.

Otro lugar con mucho encanto.

Y otro.

Un cruceiro con una mesa de piedra en la parte delantera, y que se utiliza para decir Misa en el Corpus.
Nos gustó, aunque había exceso de tiendas donde los comerciantes eran muy pesados y todos querían que entráramos a comprar y a probar licores.
Comimos en O Piorno, frente al puerto. Buena comida y abundante como en todos los restaurantes de la zona, y nos fuimos ya hacia Pontevedra.
Aparcamos por al lado del río y nos dirigimos a una placita donde café en mano esperamos a nuestros amigos, sin olvidarnos de todos los aparatos necesarios para hacer buenas fotografías, ya que aparte de de marinos, también son amantes de la fotografía.

Aquí hicimos un poco de tiempo, porque como siempre, llegamos pronto.

El primero en aparecer fue Alberto (Pawnee), y tras las presentaciones de rigor, empezamos a recorrer las calles del casco viejo. Pronto apareció Pablo (Birbiricho), y de mano de estos dos pontevedreses, fuimos descubriendo la ciudad.

Ruinas de Santo Domingo, del siglo XIII. Se conserva la cabecera con cinco ábsides (en la foto) y contiene la sección de arqueología del Museo de Pontevedra.

Otro aspecto de las ruinas.



Pablo y Alberto frente a la parte de las ruina que albergan las piezas de arqueología.

Iglesia La Peregrina, cuya forma imita la concha de una vieira.

De esta misma plaza sale un tren turístico, y en esta foto aparece el famoso loro Ravachol. Según me contaron, en este sitio estaba la botica La Peregrina, y el dueño del loro era el boticario, quien tenía a la vista del público el animal, que le avisaba cuando entraba gente a comprar. Pues bueno, se murió el último día de los carnavales, y al siguiente se organizó un cortejo fúnebre hasta la finca del boticario donde fue enterrado.
De ahí partió la tradición de enterrar al loro después de los carnavales. Vamos, como lo del entierro de la sardina, pero con loro.


La entrada lateral a la basílica de Santa María la Mayor

Esta foto la hice yo y me gusta mucho: un cruceiro desde dentro de la basílica.

La basílica de Santa María la Mayor fue costeada por los Mareantes, en el siglo XVI.

Entrando por el lateral.

El Ayuntamiento.

Plaza de la 5 Calles. A la izquierda se puede ver la placa en la que dice que ahí vivió Valle Inclán.


Y aquí tenemos a Valle Inclán en la Plaza de Méndez Núñez. Me hizo Antonio una foto con él, pero como no he salido muy agraciada, prefiero quitarme de enmedio.
¿Y por qué está aquí? Pues porque escribió y corrigió su primer libro "Féminas", en los jardines de la antigua casa del almirante Méndez Núñez, en esta plaza.

Teatro Principal-Liceo.

Una calle muy típica.

El santuario de las apariciones. Nos comentaron que venían aquí muchos portugueses, pero es que es el convento donde estuvo sor Lucía, una de las tres niñas a las que se le apareció la Virgen de Fátima.

Y esta capilla es la del Nazareno, donde todos los primeros viernes de mes acuden los fieles.

La plaza del Teucro, donde se encuentran casas muy señoriales con sus escudos en las fachadas.Antiguamente se la llamaba Plaza de Pan, por la cantidad de hornos que habia en sus inmediaciones. En este lugar se celebran también espectáculos al aire libre.

Y esta placa me trajo de cabeza todo el tiempo, porque la veía no solo aquí, sino en otros pueblos y no sabía lo que era. Me dijo Pablo que decía: jamón, queso y vino. Y yo preguntándome quién sería ese Jaquey VI que estaba por todas partes, jajajajajaja.........

Plaza Ferrería.

Parte del Museo Municipal, frente a la Plaza de la Leña.
Plaza de la Leña. Por delante Pablo, y detrás Antonio.

Plaza Herrería. La Iglesia de San Francisco, y a la izquieda Hacienda, cuyas dependencias pertenecieron al convento anexo a la iglesia, y cuya puerta es la única que se conserva de la muralla.

Plaza da Pedreira, con el Pazo de Mugartegui, hoy Consejo Regulador del vino de la denominación de origen. Aunque lo parezca, no llevo una guitarra a la espalda, sino el trípode.

Una botica en el casco antiguo.

Interior de la Iglesia de San Bartolomé.

Fachada de la iglesia, y yo mirando planos, para variar. Leí que era una iglesia de los jesuitas, del siglo XVII.

Otra parte del Museo Municipal.

Y para finalizar una tarde estupenda, nos llevaron a O' Cortello, un sitio muy agradable, donde nos tomamos unas tapas y unos vinos.

De izquierda a derecha: José María (Relinga), Joaquín (Brullos), Pablo (Birbiricho), yo (Varech), Carlos (Deigloria) y Alberto (Pawnee). Nos hizo la foto Altair, o sea, mi Antonio.
Después nos tomamos unos cafés y volvimos a Portonovo.
Muchas gracias por vuestra compañía y vuestra conversación.