25 de agosto de 2011

La Batalla de Trafalgar

No quedaría la entrada anterior completa, sin ampliar los hechos que llevaron a este desastre. Acabo de leer el libro "Cabo Trafalgar", de Pérez Reverte, y he llegado a una conclusión en cuanto a la forma de plantear la narración por este escritor: fue una lucha encarnizada, cruel e inmerecida, y no me ha gustado el tono burlón y jocoso del lenguaje que ha utilizado, pero... quizás haya sido ese desenfado a la hora de describir semejante tragedia, lo que me ha llevado a acabarlo en un plis plas. Intentaré explicar las causas que nos llevaron a ella: Por el tratado de San Ildefonso, España se había comprometido a luchar junto a la flota francesa. Napoleón, en su afán expansionista, quería invadir Gran Bretaña, y pensó en una maniobra de distracción para alejar a los barcos ingleses, mientras él estaba preparado en Calais para entrar en la isla. Pero las cosas no le salieron nada bien: partió la flota combinada hacia las posesiones británicas en las Indias Occidentales, para que la escuadra inglesa fuera detrás a defender el territorio y dejara libre el Canal de la Mancha, pero los ingleses se percataron de la jugada y dieron la vuelta. Hubo enfrentamientos en la Batalla de Finisterre al encontrarse allí las dos flotas, y Villeneuve, desobedeciendo las órdenes de Napoleón llevó la escuadra a Cádiz, encontrándose la Armada Inglesa en Gibraltar en esos momentos. El Emperador le había ordenado salir de Cádiz, dirigirse a Cartagena en busca de refuerzos, y partir hacia Nápoles, pero los ingleses habían ya bloqueado la salida. Como era conocida la ineptitud de Villeneuve para esta empresa, Napoleón mandó un sustituto a petición de Godoy, quien había recibido las quejas de los marinos españoles, y al almirante francés le faltó tiempo para ordenar la salida, porque sabía de su mala reputación entre la gente de mar y quería hacer méritos ante el Emperador. El tiempo, como el estado de los barcos, no eran propicios para hacerse a la mar, y los españoles le aconsejaron que sería mejor dejar en el puerto todo el invierno la flota inglesa para que se fueran debilitando, pero el francés se empecinó y, el 19 de octubre de 1805 salieron los barcos de Cádiz. La flota aliada se componía de 33 barcos y la inglesa de 27 . La batalla tuvo lugar el 21 de octubre de 1805. En Francia, como consecuencia de la Revolución, muchos aristócratas fueron ajusticiados, y entre ellos sus mejores marinos, pertenecientes a familias nobles, por lo cual hubo que reclutar a gente que no estaba preparada, incluso para muchos fue su bautismo de mar. Por otra parte, en España teníamos buenos barcos pero faltos de mantenimiento, motivo por el que algunos de los capitanes sufragaron de su bolsillo la pintura y el arreglo de las naves para no pasar vergüenza ante los franceses. Pero la tripulación era de lo peor. La epidemia de fiebre amarilla que había azotado Andalucía causó innumerables bajas, y hubo que sustituir a la gente curtida en la mar por mendigos, soldados de infantería y campesinos. Uno de los generales comentó: "Llenamos los buques de una porción de ancianos, de achacosos, de enfermos y de inútiles para la mar". Los mismos oficiales estaban muy pesimistas ya que no atravesaban el mejor momento para una confrontación.
Gravina mandaba la flota española, pero siempre subordinado al francés, cosa que no se entendía, ya que tenía mucha más experiencia y conocimientos que Villeneuve. La flota inglesa estaba compuesta por verdaderos hombres de mar, con muchos años de experiencia y con unos barcos en perfecto estado. Al mando iba el almirante Nelson. Las batallas navales se solían hacer con los buques dispuestos en línea (evitaré términos náuticos), ofreciendo al enemigo uno de los lados del barco que era donde iban los cañones, el otro navío se ponía en paralelo, y a darse cañonazos para desarbolar al otro y causarle el mayor daño posible. Pero Nelson sorprendió a los aliados por su forma de atacar: estos estaban colocados en línea, como la cuerda de un arco, formando la zona de fuego, la vanguardia y la retaguardia, y la escuadra británica avanzó hacia el centro de esta línea en dos columnas paralelas. Se la jugaron pero les salió bien. Teóricamente un navío que se acercara perpendicular a una línea de batalla, recibiría mucho fuego enemigo, pero tendría menos blanco y los barcos podrían disparar sólo por el lado que tuvieran a la vista, con lo cual los daños serían menores, y mientras podría colarse entre los aliados y cogerlos entre dos fuegos como así sucedió. Disparaban tres veces más rápido que los españoles. Cuando Villeneuve vio a los ingleses, se debió de acordar de todos los santos y ordenó virar para volver a Cádiz, ante la incredulidad de los españoles, pero el que manda manda, y el poco viento hizo que dieran la vuelta muy lentamente, que casi chocaran unos con otros, descompusieran la línea y que en definitiva dejaran grandes claros que aprovechó Nelson para meter sus barcos y poder luchar así varios contra uno, rodeándolos y rindiéndolos.
Era más o menos medio día. Los aliados que estaban en la vanguardia no apoyaron a los barcos que estaban en dificultades, a pesar de la orden de dirigirse a la zona del fuego. Villeneuve, como vio la cosa muy negra, mandó un mensaje a todos los capitanes de los barcos, diciéndoles que hicieran lo que quisieran, con lo que el caos ya fue total.
Dumanoir, al mando de la agrupación empezó una retirada y huyó con su barco y tres más, todos franceses, sin prestar auxilio a los otros. Al poco de empezar la contienda murió Nelson, y ordenó mientras le recogían que le taparan la cabeza para que la tripulación no supiera que había sido herido y se desmoralizara. El cadáver fue conservado en un barril de coñac para evitar su deterioro en la travesía hasta Londres. Los cañonazos rompían maderas y piezas que saltaban como metralla sobre la tripulación que moría, era herida o mutilada. Los abordajes también fueron terribles en cuanto a bajas, y cuando un palo caía, arrastraba a los marineros que estaban en él teniendo que echarlo al mar para desprenderse del lastre que suponía para la embarcación No daban abasto a bajar gente a la enfermería, y las naves que fueron hundidas se llevaron a todas esas personas al fondo del mar. Quizás si Gravina hubiera tenido la flota combinada bajo su mando, habría podido variar el rumbo de los acontecimientos, ya que pensó cerrar "la cuerda del arco" por la vanguardia y la retaguardia y así envolver a los ingleses, pero Villeneuve desestimó esa táctica.
Algunos barcos volvieron a Cádiz en tan mal estado que no aguantaron el mal tiempo y se hundieron, como el Santísima Trinidad, a quien llamaban "El Escorial de los Mares". Un barco de cuatro puentes y 136 cañones. Cuando el Bucentaure se rindió todo el fuego enemigo se dirigió hacia este buque emblemático y fue apresado y remolcado hasta Cádiz como gran trofeo por parte de los ingleses, orgullosos de haber abatido el barco más grande que se hubiera construído nunca, pero no soportó el mal tiempo y se hundió. A las seis y media finalizó la contienda.
España perdió 7 de los 15 barcos con los que contribuyó a esta batalla y murieron en ella entre otros, Gravina, Alcalá Galiano y Churruca. El balance total en la Armada española fue de1.025 muertos y 1383 heridos. Las playa de Cádiz se llenaron de cadáveres y despojos de los navíos hundidos, y los lugareños socorrieron por igual a heridos franceses, españoles e ingleses. España dejó de ser la primera potencia marítima, ostentando ese honor a partir de aquí Inglaterra.
Podéis pinchar en este video http://youtu.be/Rroa7Ks05vo