28 de febrero de 2012

Palacio de Linares



Situado en la Plaza de Cibeles, su construcción data de 1873 y perteneció a la familia Murga, marqueses de Linares.

En 1872 trabajaba el arquitecto Carlos Colubí en la terminación de los planos del palacio y ese mismo año comenzaban las obras, cuya dirección estuvo encomendada al principio al autor de los planos. Después la asumió Manuel Aníbal Álvarez, creador de la fuente y la escalera que da al jardín, así como de la verja de cierre. Le sucedió el arquitecto de origen flamenco Adolf Ombrecht, que en octubre de 1879 figuraba al frente de la obra, realizando en 1882 el proyecto para la casa del jardinero y el depósito.
El palacio empezó a ser habitado en 1884, aunque sus dueños ocuparon la planta baja hasta que terminaron las obras de las otras dos plantas.
Es de estilo neobarroco , tanto en su traza como en el interior y su construcción costó tres millones de pesetas.
Consta de un sótano, que se comunicaba con otros edificios de la zona, la planta baja, la primera, utilizada por el marqués, la segunda utilizada por la marquesa y la tercera para el servicio.
La parte de las caballerizas se derribó y allí se construyó un pabellón que sirve como centro de cooperación internacional iberoamericano. En la planta sótano hay un auditorio móvil.
Estaba en muy mal estado y se restauró, volviendo a tener la apariencia que tuvo en un principio, excepto las alfombras, que no fue posible al no encontrarse los cartones originales en la Real Fábrica, pero han sido confeccionadas idénticas a las que había. Los suelos de mármol, de una gran riqueza y colorido, también. Pinturas, pan de oro, puertas, sedas, mobiliario, mosaicos, etc, todo ha necesitado restauración, pero el resultado ha sido satisfactorio, ya que la belleza del palacio se puede admirar en todo su conjunto.
El escudo que preside la fachada ha sido hecho nuevo, según el modelo original, que se encontraba en pésimas condiciones.
Los marqueses vinieron a habitar el palacio a edad bastante avanzada y vivieron aquí 11 o 12 años, sin que tuvieran descendencia.
El diez de junio de 1858, José Murga, marqués de Linares, se casó con Raimunda de Osorio. El matrimonio financió muchas obras benéficas.
Era sabido que no hacían vida conyugal, viviendo él en la primera plante y ella en la segunda.
No tuvieron hijos, pero adoptaron una niña de un empleado, a la que llamaron Raimundita (Mundita), y que fue la alegría de la pareja, heredando la finca a la muerte de los marqueses.
José Murga y su mujer murieron a la edad de 69 años. Primero ella, y a los cinco meses él se suicidó.
Pero... la versión popular cuenta otras cosas diferentes:
El padre del marqués tuvo un romance con una vendedora de tabaco, del que nació una niña, y casualidades de la vida, el hijo se enamoró de ella. Cuando el padre se enteró, lo mandó a estudiar a Londres, pero a la muerte de su progenitor, José Murga fue en busca de su amada Raimunda y se casó con ella.
Un día, rebuscando en unos cajones, encontró una carta en la que su padre le confesaba que Raimunda era su hermana, y el matrimonio, sin saber qué hacer, recurrió al Papa, quien les permitió vivir juntos, aunque guardando castidad. Pero ya era un poco tarde, pues nació una niña a la que ahogaron y emparedaron en el palacio.
Otra leyenda dice que la Raimundita que adoptaron era en realidad su hija, y que así guardaban las apariencias.
Y se cuenta que aunque tuvieran intención de mantenerse castos, la pasión les jugaba a veces malas pasadas, y tuvieron una segunda hija llamada Sara, de la que nada se sabe.
En 1989 se habló mucho de este palacio, debido a unas cacofonías en las que se escuchaba la voz de una niña y de su madre: "Mamá...mamá....yo no tengo mamá" "Mi hija Raimunda... nunca oí decir mamá" "Fuera... aquí no".
Una avalancha de parapsicólogos invadió el palacio, investigadores y curiosos buscaban rastros de la tragedia que podría haber ocurrido entre esas paredes, y la doctora que sacó a la luz las cacofonías fue desenmascarada.
Pero los investigadores coincidían en que en las estancias pasaban cosas anormales: cambios bruscos de temperatura, incluso hasta diez grados bajo cero en pleno verano, se oía sonar el órgano en la capilla, o se veía el fantasma de una niña con el pelo rizado.
Se entregó al Ayuntamiento de Madrid un informe definitivo, en el que se decía que en el palacio había unos campos energéticos, debidos a un dramático suceso familiar.
Los sucesivos propietarios del palacio, nunca llegaron a habitarlo, y los vigilantes de seguridad solicitaban su traslado en cuanto pasaban un par de noches en él.
Emiliano Revilla lo adquirió en 1988, vendiéndolo luego al Ayuntamiento de Madrid
Hoy en día es la Casa de América, pero todavía hay quien dice haber visto vagar a los marqueses llorando desconsolados por su amor imposible

Este es el escudo de los marqueses de Linares.

En el hall de pueden ver los adoquines de madera, ya que los carruajes llegaban hasta la misma escalera.


Esta es de mármol de Carrara en color blanco y fue realizada por Jerónimo Suñol. A lo largo de la barandilla tiene unos rodeles de bronce con forma de cabezas de león, y al inicio, a ambos lados, dos columnas de mármol blanco sobre las que descansan dos ninfas sosteniendo un candelabro, hechas en bronce de París, con fecha y nombre de su autor.

Las pinturas son de Manuel Domínguez. Hay cuatro que se han conservado medianamente bien al haberse despegado de las paredes por causa de la humedad. La que permaneció en la pared es la que está peor y se le notan las manchas. Están en las cuatro esquinas y son alegorías de la Ciencia, la Industria, la Pintura y las Artes.
En el techo hay una alegoría de las cuatro estaciones. Las partes de pintura de forma triangular, han tenido que ser "colgadas" sobre metal en su ubicación, ya que no hubieran podido resistir de haber estado pegadas.
Preside la escalera el escudo del marqués, que estará presente en muchísimos sitios de la casa: chimeneas (que tiene 29), pomos de las puertas, techos, etc.

En los pasillos hay columnas de mármol rojo, rematadas con capiteles corintios. Las puertas son de madera de caoba. Los techos son preciosos, con mosaicos bizantinos y molduras pintadas imitando mármol en rojo y gris oscuro.
El salón del descanso es la antesala del salón de baile. Tiene un artesonado en el techo de estilo neo-mudéjar, y una pintura pintada por Francisco Padilla titulada "Descanso y reposo".
Las paredes están enteladas en seda francesa, con bordados que han sido restaurados.
La chimenea es de mármol y bronce, y sobre ella el escudo del marqués custodiado por dos figuras de bronce.
El salón oriental estaba destinado para tomar el té.
Decorado con materiales y sedas orientales, en tonos rojos y negros
(telas muy complicadas para su restauración).
Las puertas, lacadas con motivos orientales, fueron traídas expresamente de Japón.
La lámpara es de bronce parisino.
Los muebles son originales: sofás, y sillones frente a la chimenea, de tapicería roja, madera negra y dragones dorados.
El suelo de tarima, está restaurado.
Las puertas de entrada a la capilla son de roble y magníficamente trabajadas.
Está hecha en estilo bizantino, y el techo pintado por Ferrant.
En las paredes están representadas las figuras de los doce apóstoles, cada uno de ellos con el instrumento con que fueron martirizados.
En el altar hay un cristal azulado opaco y una Inmaculada que no es original. Está enmarcado por varios arcos, todos distintos.
La lámpara se quita, y se aprecia por el hueco un cielo estrellado por el que se bajaba a los niños que iban a ser bautizados en esta capilla, en una especie de cesta.


En el salón de baile, el techo está pintado por Francisco de Padilla "Lecciones de amor".
Hay columnas a los lados de puertas y ventanas, y dos lámparas de bronce parisino.
Hay varios espejos para agrandar la estancia, con ninfas, y las pinturas tienen escenas de palcos, una de las cuales se desplaza y deja lugar a la orquesta.
La alfombra representa de forma milimétrica, el dibujo que tiene el suelo de madera que hay debajo.

Esta es la casita de muñecas que hay en el jardín.


Hay otras estancias, como el comedor de gala. con las paredes enteladas en seda, rodeadas con una cenefa de mosaico bizantino, las puertas de pan de oro y sillas originales, aunque como esta sala se utiliza de vez en cuando, están protegidas por fundas.
La mesa es de madera de abedul negra, lacada, y pan de oro, aunque no es la que existía en el comedor.
La chimenea tiene el escudo del marqués, representando los escudos de sus nueve apellidos, entre ellos el de Juan Sebastián Elcano, que fue pariente suyo.
Algo curioso del palacio es que no tenía cocina al uso, ya que a la marquesa le gustaba que le trajeran diariamente la comida de Lhardy.

El despacho del marqués es de estilo renacentista con artesonado del techo en madera y pan de oro. Los muebles son de nogal (al estar las estancias habilitadas para uso de la Casa de América, algunos muebles han sido protegidos o guardados)
Las paredes y la chimenea son de roble, y en las paredes hay telas de terciopelo, desprovistas de cuadros, aunque a los lados de la puerta se encontraban los retratos de los marqueses, que a través de una subasta fueron a parar a América.


Os aconsejo que veáis este video que es cortito y se puede apreciar muy bien la belleza del palacio.
Se puede visitar. Yo lo hice hace años y me impactó el lujo que vi. Lo cerraron a las visitas y ahora se pueden ver nuevas salas.

Traigo aquí también la entrevista que se le hizo a Fernando Vázquez sobre la noche que pasó en este palacio.