1 de mayo de 2012

Al regreso de Turquía

Teníamos muchas ilusiones puestas en este viaje, y ha superado nuestras expectativas. Hemos disfrutado preparándolo y le hemos sacado todo el jugo una vez allí.

Poco tiempo para tanto que ver, pero una buena planificación ha hecho posible que nos trajéramos en la retina y en la memoria, los rincones más bellos y los monumentos más impresionantes de este país de grandes contrastes.
En principio íbamos a ir en un crucero, pero dado el poco tiempo que teníamos para estar en Turquía, decidimos cambiarlo por un viaje organizado, si bien nos terminó de decidir el saber que en Estambul estaríamos dos días y medio totalmente libres para elegir nuestras visitas, y muy importante también, nuestras pausas, como la de la foto, que fue el sitio donde más a gusto estuvimos: el café de Pierre Loti, sobre El Cuerno de Oro. No encontrábamos camino para irnos de allí.
Empezamos el viaje en la Capadocia, seguimos por Estambul, Bursa, Pamukkale, Efeso y Esmirna.
Era la primera vez que íbamos en un viaje de este tipo y tenía muchas dudas en cuanto a hoteles, guías, etc, pero TODO ha salido perfecto. Incluso la suerte de ser un grupo de solamente quince personas, lo que ha facilitado mucho los desplazamientos, las entradas a los sitios... en fin... todo estupendo. Y los hoteles han sido estupendos. En Estambul lo teníamos al lado del tranvía, lo que nos facilitó muchísimo el desplazamiento por la ciudad, y los últimos, han sido realmente espectaculares. El guía con una gran formación para explicarnos todo lo que veíamos, y en ningún momento intentó vendernos nada, ni insistió en que hiciéramos con él alguna excursión. Ya digo, que la experiencia ha sido estupenda.
Los turcos nos han parecido una gente muy amable y hospitalaria, y aunque ellos quieran desligarse todo el tiempo de su parecido con los árabes, la verdad es que al ser en un porcentaje muy alto de religión musulmana, todo el tiempo nos lo parecía, y creemos que se diferencian muy poco.
Hemos estado en sitios turísticos inevitables, pero también nos hemos ido a lugares más comunes de los turcos, y hemos procurado hacer lo que ellos hacían y comer de lo que ellos comían.
Naturalmente, he ido, como siempre, a un cementerio, en el que los tulipanes crecían a rabiar. Nos contaron que fue aquí donde empezaron a crecer, y más tarde los trasladaron a Holanda. Verdaderamente están por todos sitios y de todos los colores.
Ahora toca descansar porque ha sido todo muy espectacular, pero muy denso.
Poco a poco iré poniendo en el blog todos los sitios por los que hemos pasado y las anécdotas que nos han sucedido.