9 de mayo de 2012

Reflexiones de una maleta harta


Hola, soy la maleta del Mirlo y cada vez me agobio más cuando me llena con un equipaje, según él imprescindible. Intento hacerle ver que padezco de sobrepeso, que la cremallera no me cierra y que puedo estallar en cualquier momento, pero ni por esas.
¡Por Dios! Que aunque vayamos para una semana, vamos más prevenidos que el Juan Sebastián Elcano cuando da la vuelta al mundo.
A ver: es normal que lleve fortasec, tiritas, almax, paracetamol... pero... no se conforma con eso. Imprescindibles las lágrimas artificiales por si a su Antonio o a él se le secan los ojos, cosa que de momento no debe de haber sucedido, ya que las traemos tal cual las llevamos. ¡Ah! Y Aciclovir, por si le sale una pupa en la boca. Teniendo en cuenta que le salen una o dos al año, puñetera casualidad sería. El cacao que no falte por si se le cortan los labios (hay un tubo en el botiquín, que sólo sale cuando viajamos, y está sin estrenar). Y el stick de los chichones, por si un casual.
No se mueve a ningún sitio sin tapones para los oídos: dos pares. Que el ruido en un hotel puede arruinarle la noche y ya que paga, al menos que duerma.
¿Y las toallitas? Las lleva para todos los menesteres. Atentos:
Húmedas, por si se tiene que restregar las manos. (sin destapar)
Higiénicas, por si en algún servicio no hay papel (sí, también lleva kleenex, pero da lo mismo).
Húmedas, íntimas. Como doscientas, que al tener que abrir la maleta, se le vinieron encima al responsable del control, totalmente descontroladas.
Salvaslips, por si hay problemas con la ropa interior. Acompañan en el descontrol a las anteriores.
Añadimos un secador de pelo, porque en una ocasión fue a un hotel que no tenía, y por si acaso lo llevamos fijo, y con el difusor, que lleva años sin usarlo, pero ¿Y si le da por rizarse el pelo y no lo tiene a mano? Lo de los peines también tiene lo suyo: tres tipos de cepillos, cuando en casa solamente usa uno. Pero siempre lleva el trío.
Que no nos falte la crema de día y la de noche, tan necesarias ellas. ¿Las usa en casa? ¡NOOOOOOOO! Y en los viajes, soy testigo de que ni las saca de la bolsa de aseo, pero le debe de molar el bulto que hacen.
La colonia no le gusta, pero SIEMPRE llevamos una botella, por si le da la vena y se echa.
Y el caso es que cada vez que volvemos, siempre dice que es la última vez que sale con cosas "superfluas". ¿Qué entenderá este pájaro por cosas superfluas?
Bueno... y lo de los antifaces es ya de lo más fashion. Lleva dos, cual de ellos más hortera. No me extraña que su Antonio no quisiera ponerse el que lleva dibujado un par de ojos enormes.
Apartado maquillaje: lápices de tres colores, cuando usa siempre el mismo color. Base satinada, que sólo se la pone la primera noche, para dar una primera impresión guay del Paraguay, pero que luego ya le trae al fresco y la olvida. Desmaquillador de ojos, cuando con la toallita desmaquilladora se pega un restregón general de mala manera, si se lo pega. Laca y espuma de viaje, que no se pone, pero conviene llevarlas.
De vez en cuando, si se le antoja, usa las gafas para ver de lejos... ¡Pues dos! Por si un par se le pierde. Y las de sol, lo mismo. ¡¡¡¡Cuatro pares!!!! Y el líquido de limpiarlas, que no lo usa nunca, porque le van los cristales esmerilados, pero llevarlo lo lleva, faltaba más.
Relojes varios, aunque siempre lleve el mismo.
¡Estoy que reviento!
¡Uy! Que se me olvidaba el paraguas y los chubasqueros por si llueve. Las dos cosas, porque no está seguro de cual de las dos se le ocurrirá usar. Y digo yo, que si se diera el caso de de que lloviera ¿No puede comprar uno, que vale cuatro perras y me ahorra el peso?
Bueno, y llevamos también un costurero equipadísimo, con sus tijeras y todo. Anda que no le costó al del control dar con ellas. Se habían mezclado con las toallitas descontroladas.
Útimamente hemos agregado también el gel desinfectante. Lo lleva en la bolsita de avión transparente que ha comprado. Doy fe de lo útil que le ha sido. Ni un solo día lo ha usado.
Lo de la estación del año no va con él. Si es verano, algo de invierno y viceversa, porque nadie sabe con lo loco que está el tiempo, lo que puede pasar. Carga con chaquetas ligeras, medianamente ligeras, nada ligeras y de abrigo. Pero luego se pasa todo el día quejándose de que no ha cogido la adecuada. La madre que lo parió.
Y lo de los pañuelos, ji ji ji ji... un puñao, pero como no los echa al bolso, en una mezquita tuvo que coger de un cesto uno muy poco favorecedor que habría cubierto ya las cabezas de los turistas llegados a Estambul en los últimos diez años. Le quedaba como un tiro, y no es que me alegre del mal ajeno, pero le está bien empleado.
Este pájaro me deja sin fuerzas. En el último viaje no pude más y reventé. ¡Qué descanso!