Bienvenidos a El mirlo de papel

Soy Varech y ando por la Red desde hace un tiempo, lo cual me produce a veces quebraderos de cabeza aunque la mayoría de las ocasiones me satisface.

30 de julio de 2012

Pastel de verano fácil (Apto Montignac)


Es un pastel frío que se puede hacer de un día para otro y que resulta muy rico y apetecible
Hay que guardar siempre las proporciones de los ingredientes.
8 cucharadas de tomate frito
8 huevos
8 latas de atún de las pequeñas redondas
8 cucharadas de mayonesa casera
sal

Yo hago estas cantidades porque es lo que me cabe en el molde, pero se puede hacer la cantidad que se quiera, por ejemplo, cuatro de tomate, cuatro huevos, cuatro de atún y cuatro de mayonesa.
Echamos los ingredientes en un bol y con la batidora lo batimos bien. Lo vertemos en un molde de silicona y lo llevamos al microondas ocho minutos a potencia máxima. Dejamos reposar, desmoldamos y adornamos a nuestro gusto.
Se puede enriquecer con palitos, mejillones, gambas, o lo que tengamos a mano, pero tal cual está sale también muy bueno.

Hogar, dulce hogar

Porque a pesar de que los días de las vacaciones hayan sido buenos, la vuelta al hogar siempre es lo mejor. Meter la llave en la cerradura, abrir, y exclamar: ¡Casa de mi vida! Porque para qué vamos a engañarnos, la verdadera comodidad está aquí, donde tenemos nuestro sitio para leer, para ver la televisión, donde no hay que ir con un módem arrastrando para poderte meter de vez en cuando en internet, donde no hay que poner por las noches el aparato para los mosquitos, donde tiene uno a mano cualquier tienda sin tener para ello que coger el coche, donde no hay que hacer la comida temprano para bajarse a la playa... en definitiva, donde se está más tranquilos.
Todos deseamos echar los bártulos al coche y salir corriendo hacia nuestra casita de la playa o la montaña, pero siendo realistas hay que reconocer que como en la que vivimos todo el año no se está en ningún sitio.
A los que ya habéis vuelto, como yo, os deseo un feliz regreso al dulce hogar, y a los que ahora os marcháis, pues que os divirtáis y llevéis con resignación los inconvenientes que acarrea estar fuera de casa.
Lo bueno sería poder ir como los caracoles, con nuestra vivienda habitual a cuestas, pero dado que de momento eso no es posible, sacad el máximo partido a estos días de ¿Descanso?, y al volver decid como mi padre cuando volvía de algún viaje: "¡Casa de mi vida!"

20 de julio de 2012

Vamos a la playa... oh, oh, oh, oh, oh...


¡Qué bonita es la playa! ¡Qué bonita es la arena! Y si se tiene la experiencia de compartir esta maravilla con niños es que ya la cosa ronda el nirvana.
Este año hemos comprado una esterilla de esas que las lanzas al aire y se abren solas, pero que luego nadie sabe cómo cerrar, y nos está siendo de lo más práctica.
¡Esta mañana bajamos a la playa! A ver: ¿Qué echamos al bolso? Lo primero la esterilla para estrenarla, cerrada claro está; dos toallas para arropar a los niños cuando salgan del agua; para la pequeña, el flotador, los manguitos, la gorra, la camiseta anti-sol, camiseta seca de repuesto, dodotis playero, bolsa por si caca y crema factor de protección allá por el quinientos; para el mayor, la gorra, la camiseta anti-sol, las gafas de idem, camiseta de repuesto, cinturón de corcho, tabla pequeña para nadar, tabla grande para jorobar, gafas de buceo, tubo, dos lanchas de juguete y un barco grande (en qué hora lo compramos, que no cabe en ningún sitio) y factor de protección más o menos de mil.
Cosas comunes: una bolsa llena de artilugios para la arena: cubos, palas, rastrillos, figuras, dos sillas, una sombrilla, sombreros para los mayores, cremas varias, peines, monederos para traer el pan a la vuelta, botella de agua y algo de fruta.
¡Antonio, vete tú con la sombrilla pronto, y te plantas en primera línea para que no molestemos mucho! Y mi Antonio, que no es muy de playa, se va mansamente de avanzadilla.
Cuando ya hemos conseguido recopilar todo lo que necesitamos, bajamos y nos hacemos fuertes en el sitio elegido por él, que nunca es lo bastante solitario ni lo bastante cercano al mar como para tener la certeza de que los niños no van a incordiar.
Esta vez tenemos delante a una pareja, muy puestos los dos de crema, recostados sobre sus modernas toallas, que cubren las tumbonas. ¡La primera en la frente! Samuel, en su deseo de meterse al mar inmediatamente, coge la tabla grande y engancha sin darse cuenta con la cuerda, los dedos de los pies de la chica que apaciblemente tomaba el sol... hasta ese momento. La pobre se tuvo que sacar el cordón del dedo pequeño. Disculpas y no hay mayores problemas. Ponemos las sillas y abrimos la esterilla automática, que salió como una exhalación y la tuvimos que coger al vuelo por encima de la sombrilla del vecino. Después del ritual de la crema, me voy al agua con Samuel, que tarda dos minutos justos en salir a cambiar la tabla grande por el barco, que también tiene cuerda, y vuelve a jorobar a la chica pasándole la cuerda por los muslos y dándole el susto padre. Ya empezó a mirarnos mal. Entonces decidimos que lo mejor era poner en la orillita todo el material playero de los niños para que no molestaran tanto, lo cual llenó de alegría a una abuela que estaba sola con dos nietos que se le habían subido a la chepa, así que en lugar de dos, teníamos delante cuatro churumbeles, para mayor alegría de la pareja tomadora de sol.
Lucía cavaba y cavaba en la arena y cada dos por tres iba hacia la sombrilla con el cubo lleno de agua y rebozada como una croqueta, a sentarse en la esterilla, que a estas alturas ya no se distinguía.
Vuelve Samuel, deja el barco y coge las gafas y el tubo. Tres minutos después los lanza desde la orilla hasta la sombrilla para no perder más tiempo, dejándonos en un ¡AY! a su madre, a su abuelo y a mí.
Así transcurrió la mañana y ya cansados nos dispusimos a recoger los trastos para subirnos. Lo primero, enjuagar todo. Pensamos que lo mejor era lavar primero la esterilla e ir poniendo todo encima. Vale. Con cuidado la cogí y sin poderla dominar se me puso vertical, actuando como una vela, y esparciendo alrededor toda la arena que tenía. Más disculpas. Después de lavar tropecientas veces los juguetes y las chanclas conseguimos meterlo todo por fin en la bolsa. Solo quedaba doblar la esterilla. Pues yo creo que había que cogerla por aquí... que no... que en tres círculos... ¡Madre mía hasta que la doblamos! Y por fin nos fuimos a casa, para descanso del personal.
Yo creo que en el desembarco de Normandía no llevaban tanto material como llevábamos nosotros.

19 de julio de 2012

¡¡¡¡POR DIOS Y POR ESPAÑAAAAAA!!!!!!!!!


Subía junto con otros camaradas por la empinada colina que me llevaría a enfrentarme con mi yo más valiente, más audaz y más decidido, tanto tiempo dormido. Vestía ropa adecuada para la misión que iba a llevar a cabo, y sin detenerme a mirar atrás, avancé con paso firme hacia mi objetivo.
No iba sola. Alguien confiaba en mí y yo no podía defraudarle. Me entraron ganas de salir corriendo pendiente abajo, pero me armé de valor y aguanté el tipo sin que una sola mueca de miedo asomara a mis ojos. Mi paso era firme y mi gesto decido. Desde arriba miré con envidia a aquellos que reían felices sobre la hierba con la tranquilidad de sentirse seguros. Yo no sabía qué sería de mí en los próximos minutos, pero aun así, seguí adelante.
Con los ojos puestos en el instructor esperé la señal, y al grito de ¡¡¡¡ADELANTE!!!!!! yo grité ¡¡¡¡¡¡POR DIOS Y POR ESPAÑAAAAAAAAAAAA!!!!!!!!!! Y me lancé sin dudar a lo desconocido. ¡No había vuelta atrás! Las sacudidas venían por ambos lados, mi cuerpo daba bandazos como un barco sin gobierno en medio de un vendaval, gritaba y nadie me escuchaba, cuando de pronto fui arrojada al agua sin piedad. Sentí mis pechos nadar libremente por efecto del zamarrazo y no sin trabajo me recompuse con los restos de la dignidad que me quedaba a estas alturas.
Cuando conseguí sacar la cabeza vi a mi nieto a mi lado tan pancho. Había bajado en un tobogán junto al mío y me decía :"Abuela, esto es super" ¡Vamos otra vez! ¡La madre que lo parió! Sí, sí... porque su madre se lanzó y no quiso repetir, así que el niño me pidió que me tirara con él, y qué me pedirá mi niño que yo no haga, pero lo que son las cosas, le cogí el gusto y me lancé unas cuantas veces, ya con mejor estilo.
Pasamos un día estupendo en el parque de agua y Samuel me ha emplazado para el año que viene, que tendrá un año más, y le dejarán subir en cosas más peligrosas. Pero ya me ha dicho que no me preocupe porque como yo también tendré un año más, a mí seguro que ya me dejarán subir en todo y podré acompañarle.
Saberlo me llena de tranquilidad.


2 de julio de 2012

Dalia de papel

Esta manualidad la ha hecho mi amiga Mari Pina. Es una dalia hecha con un libro antiguo, comprado en un mercadillo por un euro, y una bolsa de flores secas de los chinos.
El libro procuraremos que tenga ese color amarillento que dan los años.
Con las hojas se van haciendo cartuchos, todos de la misma medida, y si no fuera posible, pues se le corta parte de la punta que no se ve.
Se corta un círculo en cartón y se hace una circunferencia central de unos 15 centímetros de diámetro. Se empiezan a poner los cartuchos a partir de ahí, pegándolos. Así se ponen cuatro filas alternando la posición y pegándolos al cartón. Finalmente se le pone en el centro lo que sería el botón de la flor, que puede hacerse con distintos materiales : flores secas de colores, estropajo antiguo, o lo que nos guste.
La de la foto tiene más o menos un diámetro de 50 centímetros, pero se puede hacer del tamaño que se quiera.
Resulta realmente espectacular puesta en una pared de color.
Cuando yo la haga la empezaré por la fila de cartuchos exterior, viniendo hacia el centro. Creo que saldrá más perfecta.