21 de octubre de 2012

Mañana en el Safari de Aldea del Fresno


Antonio se había comprado un objetivo nuevo para la cámara y lo quería estrenar con animales, así que nos fuimos desde Navalagamella al safari de Aldea del Fresno a pasar la mañana.    

 Cuando compramos la entrada nos dieron un papel con las precauciones que teníamos que tomar, porque iríamos en nuestro coche. Entre otras cosas, no pararse y no bajar la ventanilla. A mí me entró la neura, porque sabía positivamente que Antonio bajaría la ventanilla para hacer buenas fotos, y yo no sabía los animales que estaban sueltos y los que no. Me venían a la mente las imágenes de una película que vi, en la que un león metía la pata por la ventanilla poniendo en peligro a los protagonistas. Seré exagerada, pero esa pata me perseguía.  Reconozco que me puse muy nerviosa y no entré, así que me quedé en la cafetería tomándome algo y estuve viendo el rincón de las aves, el de los mansos y el mini zoo.
El de las aves está muy bien, con ejemplares espectaculares, el de los mansos, sinceramente lo vi muy tontorrón, con cabras y cerdos de esos negros, que venían corriendo al vernos por si les echábamos comida, y el mini zoo, no estaba mal: pumas, tigres, monos, mapaches... Sinceramente cuatro cosillas  y el resto semi abandonado. De camino al mini estaban los emus, como el de arriba, y los avestruces, como el de abajo. Me encanta el aspecto que tienen.
Después de un buen rato apareció Antonio con el coche y me dijo que no me preocupara, que los leones, los elefantes y los tigres estaban aparte en unos terrenos cercados. Entonces, sí, le acompañé.

 Las llamas nos seguían todo el tiempo, y junto con los dromedarios no nos dejaban avanzar, pero era divertido. Vimos jirafas, cebras, monos, gamos, cebúes...Y no me equivoqué, porque Antonio bajaba la ventanilla para hacer las fotos.

 Una de las cosas que más me gustó fue la demostración de aves rapaces, que la hacían en el anfiteatro. Desde una torre que había en el monte las soltaban y llegaban hasta el cetrero que las esperaba en la pista. Alucinante la demostración de caza del águila real, impresionante el cóndor al posarse en el suelo, un águila que después de subir hasta más de mil quinientos metros, se lanzó en picado ante la presa que le mostraba el adiestrador. Una exhibición para quitarse el sombrero, y el cetrero una persona con un dominio total sobre las aves.

 Aquí estoy con un halcón, que me miraba muy fijamente. Demasiado fijamente.

 Aquí estábamos parados al lado de los cebues, y yo con los ojos cerrados porque la ventanilla que estaba abierta era la mía. Reconozco que pasé miedo.

Estos pajaritos me encantaron. Había una pajarera llena de ellos.

 Estos también estaban al lado del camino. Yo le decía a Antonio: "Por Dios arranca, que como nos meta el cuerno en el coche  nos levanta". Él se reía de mí, pero a mi me impresionaba ver tan cerca, y suelto, semejante animal.

Este tigre estaba en el mini zoo, y era más fácil de fotografiar que los otros. Los leones, los elefantes y los tigres estaban super protegidos por una vallas altísimas. Tenían mucho terreno. Los leones, he leído que ocupaban una hectárea.
En la primera foto estoy con un cachorro de león en brazos. Su madre lo rechazó porque tenía problemas en una pata, así que lo están alimentando con biberón.
Fuimos también a ver los cocodrilos, y sin dudarlo, es lo peor del parque. Si no entiendo cómo en pleno centro de Madrid mantienen a esos animales con tan poco espacio y con tan poca luz, aquí lo entiendo menos, ya que están en una especie de pasillo, con una pasarela por el centro para las personas. Es agobiante verlos tan juntos en un espacio tan reducido.
Cuando ya nos hartamos, es un decir lo de hartarse, de hacer fotos, nos quedamos a comer allí y luego nos volvimos a Navalagamella.