24 de septiembre de 2013

Bonito jardín


._¡Hola! Bienvenida.
Quien así habla es una hermosa margarita, que presumida mueve sus pétalos saludando a la dalia recién llegada.
._ Gracias. Me siento muy feliz de estar por fin en una casa. Me aburría tanto en el vivero...
La margarita mira consternada al conjunto de  bellísimas flores que la rodean y juntas, emiten un gemido lastimero.
._ ¿Te compró Carmen, la dueña de la casa?
._ No. Ayer fue su cumpleaños y unos amigos amantes de las plantas, pensaron que yo sería un buen regalo para ella.
._ Chicas ¡¡¡Alerta!!!! Nuestra compañera la dalia está en peligro. Ya me extrañaba a mí.
._ ¿Pero por qué? ¿Qué peligro puedo correr en esta casa?
._  Te explicaré. No es que la dueña maltrate a las plantas, pero tiene algo especial, como un don,  que nos hace morir a los pocos días de nuestra llegada. Nosotras hemos visto cómo flor que compraba, flor que se cargaba. Es el terror de los ficus y de los troncos de Brasil. El último de ellos entró aquí lleno de vida, verde, fresco... y ahora... tú misma puedes verlo: sólo le quedan dos hojas amarillentas.
._ Es verdad. ¿Y qué me aconsejáis vosotras que haga para salvarme?
._ Fínge estar enferma, antes de estarlo realmente, y ella, que es bondadosa, antes de que mueras te llevará a la casa de algún familiar o vecino, donde te cuidarán y podrás crecer sin los continuos sustos a los que aquí se somete a las de nuestra especie. Es como vivir en una bipolaridad vegetal continua. Aquí se pasa del encharcamiento a la sequía en la misma semana. 
._ Y yo que estaba tan contenta porque me creía que Carmen tenía mano verde.
._ ¿Verde? Más bien la tiene marrón, que es el color generalizado de sus "jardines".
._¿Y qué pasa con vosotras? Tenéis unos colores preciosos y se nota que os cuida porque estáis espléndidas.
._ Hija, qué inocente eres. Míranos bien. Toca nuestras hojas y pétalos. ¿No notas nada raro?
._ ¿Qué? ¡Pero si sois de tela! ¡Un jardín entero hecho con flores artificiales!
._ Efectivamente. Hemos llegado a un acuerdo con Carmen y todas vivimos ya felices. Según la época del año en la que nos encontremos, nos coloca a unas o a otras, y siempre estamos preciosas sin darle ningún trabajo. Cara al invierno, ya irá sacando los pensamientos y guardará los geranios hasta la primavera.
._ Pero ella no disfruta regando vuestra tierra, o podando vuestros tallos. Vosotras no podéis oler como yo.
._ Mira niña, que a ella le trae al fresco lo de oler y se ahorra el riego y la poda, que según dice es un coñazo. Nosotras hablamos por lo que ella cuenta, que a nosotros ni nos va ni nos viene. Sólo hemos querido advertirte que si te quedas en esta casa tienes los días contados, tirando a pocos.
._ El caso es que desde abajo la terraza se ve preciosa. Nadie diría que no sois de verdad.
._ Así es. Incluso la han felicitado muchas veces por lo bien cuidadas que nos tiene.
._ A ver, que sois de plástico. ¿Cómo que os cuida?
._ Pues claro. Cuando acaba nuestra temporada nos saca de la tierra, nos lava, nos seca y nos guarda hasta que volvamos a salir. Nos sentimos mimadas.  
._ ¿Entonces me hago la enferma ya desde hoy?
._ Claro. Ponte mustia y apaga un poco tus colores.

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¡No puede ser! Me regalaron esta dalia antes de ayer y ya se me está poniendo pocha. Se la voy a pasar a mi cuñá, que seguro que la revive.
Esta noche sacaré a la basura el tronco de Brasil, que para dos hojas que le quedan, le doy ya el pasaporte. Hoja amarilla y al suelo, hoja amarilla y al suelo... y así hasta que se ha quedado con dos. Y no se podrá decir que no lo he regado, porque todos los días le echaba una jarra de agua entera, pero a las plantas no hay quién las entienda.