Bienvenidos a El mirlo de papel

Soy Varech y ando por la Red desde hace un tiempo, lo cual me produce a veces quebraderos de cabeza aunque la mayoría de las ocasiones me satisface.

30 de noviembre de 2014

El legado de Shenay (Cap. II)





Capítulo II

 

La presencia del pasado


A las cuatro horas de acostarme sonó el despertador y me parecía mentira que hubieran pasado tan pronto. Me vestí rápido para llegar a tiempo a mi trabajo; mientras desayunábamos, ella quiso saber si había encontrado alguna pista.
—¿Qué tal? ¿Diste con la clave?
—No. Luego te cuento, que voy bastante justo.
—Está bien. Hoy tengo que visitar a una clienta, pero no la he citado hasta las once, así que no llevo prisa. Voy a llamar a tu madre a ver cómo está y después me iré al Juzgado.
—No se te ocurra comentarle a mamá lo que quieres hacer con la moneda ―la creía capaz y bastantes líos teníamos ya como para discutir también por este tema.

23 de noviembre de 2014

El legado de Shenay (Cap I)



EL LEGADO DE SHENAY


Carmen P. Canales




Queda prohibida la reproduction total o parcial de esta obra, inscrita en el Registro de la Propiedad Intelectual, con el nº de asiento 16/2013/8796

Capítulo I


Un adiós inesperado


—Amén.
Con la última palabra del sacerdote, se dio por terminada la ceremonia del entierro de mi padre. No éramos muchos los reunidos allí para despedirlo, pero los que estábamos, pudimos notar cómo se nos rompía el corazón al ver descender el ataúd con sus restos, hacia la oscuridad de la fosa. Abracé a mi madre notando al tiempo mi hombro humedecido por sus lágrimas, y busqué entre los asistentes la mirada de mi mujer, que frente a mí contenía su emoción; mientras, los familiares y amigos pasaban por delante de nosotros, en ese ritual que antes me parecía tan odioso de dar el pésame, y que ahora sin embargo, me reconfortaba. En esos momentos me sentía como un niño perdido y necesitado de cariño, especialmente el de Ángela, mi gran apoyo.

18 de noviembre de 2014

De Bergen a Stavanger



Llegamos pronto a Stavanger, ciudad que había despertado una gran curiosidad en nosotros, por ver de cerca, aunque no tanto como nos hubiera gustado, esa roca plana en el Lysefjord, cerca de la ciudad.