Ayer les tocó ¡Por fin! a las diapositivas. Más de 3.000 bastante desordenadas, y una a una fui clasificándolas y guardándolas en su lugar correspondiente. He desechado los carriles, porque no tengo proyector, y dudo mucho de que a estas alturas me compre uno, porque ya no haré ninguna más. Es que para encontrar algo, me quedaba ciega y manca, desenganchando el cuadradito y mirándolos uno por uno, así que las he puesto todas en hojas, para poder echar un vistazo a través de cualquier ventana.
5 de abril de 2012
3.000 diapositivas
Mi Antonio se entretenía mucho con esto, y disparaba a todo, se moviera o no. De ahí la cantidad que hay.
Mayormente se hicieron en Argelia, por lo que disfruté mucho viendo a los amigos, a mis niñas aún pequeñas, y pude comprobar que nosotros estábamos de muy buen ver. Qué jóvenes, qué guapos y ... qué delgados. Desde los veinte kilos de más que peso, miro hacia atrás sin ira, pero con muchísima envidia.
Fue como abrir un baúl y empezar a sacar todos los trastos que formaron parte de nuestras vidas esos años: importantes, menos importantes, prescindibles, y hasta inútiles, pero ahí se han quedado guardados porque todos significan algo para nosotros.
Otra cosa que me ha llamado la atención es la cantidad de ruinas romanas que llevamos vistas.
La tarde estuvo bien, y un ibuprofeno solucionó el dolor de cuello y la jaqueca que me entró.
Ahora ya podré ver sin agobios las que quiera y pasar las más bonitas a fotografías.