27 de febrero de 2016

Barcelona-Estocolmo. Lisboa


Tras una llamada al puerto de Lisboa, supe que el barco atracaba muy cerca de la ciudad, concretamente en el muelle TCL, junto a la estación de metro de Santa Apolonia. Cuando se tiene un tiempo tan escaso, saber el sitio de atraque es algo muy importante a la hora de planificar la visita.
Lisboa se sitúa en la desembocadura del río Tajo, y es la capital más occidental de la Europa continental.

No era la primera vez que veníamos, y esperaba no encontrar la imagen decadente que me produjo anteriormente la vista de calles y edificios, preciosos, pero con una evidente falta de mantenimiento.
Llegamos a las ocho de la mañana, y después de desayunar, bajamos a tierra.


Me estoy dando cuenta de que llevo siempre la misma sudadera, pero es que cuando estoy a gusto con alguna prenda, no la suelto tan fácil. Además, el tiempo era algo que no teníamos muy claro y era preferible vestir tipo cebolla.
Bueno, pues nos vamos a la ciudad.


Al salir del puerto, nos encontramos con el Museo Militar y la cúpula del Panteón sobresaliendo por encima.


De camino a la Plaza del Comercio, pasamos por los almacenes del puerto, todos llenos de unos grafitis espectaculares, como este.


Por la Avenida del Infante Don Enrique encontramos este palacete, ahora un hotel, cuya fachada me llamó mucho la atención.


Un detalle de la fachada del Palacete de Chafariz del Rey.


En la Casa de los Picos, se ubica la Fundación José Saramago. 
Toda esto es la parte baja de la Alfama.


Empezamos a ver los tranvías.


Plaza del Comercio, llamada así porque era donde atracaban los barcos con sus mercancías.
Aquí estaba el Palacio Real antes de ser destruido por el terremoto de 1755. Tiene tres partes con soportales y otra abierta al Tajo en el lado sur. En el lado norte tiene un arco triunfal que comunica la plaza con la Rua Augusto, la calle más importante y se construyó para celebrar la reconstrucción de la ciudad después del terremoto.
La estatua ecuestre pertenece  a José I, rey portugués, al mando durante el terremoto.


Bueno, una pequeña trampa. Esta foto no es de ahora, pero se ve la parte abierta de la Plaza del Comercio.


Los soportales están llenos de restaurantes y cafeterías.
Aquí vamos a coger el tranvía número 15 para irnos a Belén.


Me hicieron gracia los souvenirs de esta tienda.


Cuando estuvimos aquí anteriormente no pudimos entrar al Monasterio de los Jerónimos por ser lunes, así que esta vez lo hicimos.
No me he podido resistir a poner esta panorámica de Máximo Cararinelli.


No nos esperábamos encontrar tanta gente, pero ya que estábamos aquí, nos decidimos a entrar.


Fue un antiguo monasterio de la Orden de San Jerónimo, en Belén. De estilo manuelino.
Fue encargado por el rey Manuel I de Portugal para conmemorar el regreso de Vasco de Gama de las Indias.


Aquí se encuentran enterrados Vasco de Gama, Luis de Camoes, Fernando Pessoa y los reyes de Portugal Manuel I el Afortunado y su esposa María de Aragón, hija de los Reyes Católicos.
También está enterrado aquí Juan III y su esposa Catalina de Austria, hija de Felipe I el Hermoso y de Juana I de Castilla.


Una capilla con tumbas.





Había muchísima gente, lo que dificultaba muchísimo poder ver algo.


Altar Mayor.


Si tuviera que describir la situación, diría que agobiante. Solo podíamos pasar por el centro y yo quería salir de allí.


Seguimos por aquí... como todo el mundo.


Tumba de Luis de Camoes. Enfrente estaba la de Vasco de Gama. Las dos son iguales.
No seguimos porque a mí me estaba entrando claustrofobia, así que pasamos de continuar la visita. En algunos momentos estábamos sin poder movernos. Cuando alguna vez volvamos, lo veremos en cuanto abran.


También hay exposiciones.



Y aquí mi Antonio en el Museo Naval, que está al lado de los Jerónimos.


Tengo este barco fotografiado, hace casi veinte años, así que repetí.


Hay un estanque con unos nenúfares preciosos.


Fuente delante del monasterio.


Monumento a los descubridores, construido e 1960 al lado del Tajo, para conmemorar los 500 años de la muerte de Enrique el Navegante. Tiene 52 metros de altura. y forma de carabela, con el escudo de Portugal en ambos lados y la espada de la dinastía Avis sobre la entrada.
En la proa, Enrique el Navegante sostiene una carabela con las manos. El resto son héroes portugueses ligados a los descubrimientos. Se puede subir en ascensor.
Por cierto, parece que ellos lo hayan descubierto todo. No digo más.


La entrada, con la espada de la dinastía Avis.


Torre de Belén de estilo manuelino. Era el centro de recaudación de impuestos para poder entrar en la ciudad. Está también en la desembocadura del río Tajo y es Patrimonio de la Humanidad desde 1983.
Es una torre y baluarte con garitas.


Vamos a probar los famosísimos pasteles de nata. También había muchísima gente.



Interior de la tienda. Les faltan manos para vender tantos como la gente demanda.


Estos son. Riquísimo, riquísimos y riquísimos. Son unos pastelillos de nata, cuya fórmula se guarda más en secreto que la de la Coca Cola. Se dice que solo tres personas en el planeta, la conocen.
Se elaboran en la "oficina del secreto", en un proceso que dura dos días.
Diariamente se despachan unos 20.000, pero en épocas señaladas pueden llegar a los 50.000.
Se les echa azúcar y canela, si se quiere.


En toda la ciudad circulan esta especie de taxis, llamados tuk tuk.


La parada del tranvía está enfrente de la pastelería. Mientras esperábamos, vimos este carruaje, con esta señorita tan bien puesta. 
Y vimos también montones de gitanas vestidas de negro, de las que ya aviso que no hay que fiarse porque te despluman en un plis plas. Otras no van de negro, lo que las hace más peligrosas aún porque no estás prevenida.
 Las muy hijas de puta (me quedo corta con el taco) me quitaron el teléfono justo cuando entré al tranvía, con lo cual me dejaron el resto del viaje sin poderme comunicar con mis hijas, y el lío de tener que anular la línea a toda pastilla.


Bajamos del tranvía en Cais do Sodre y fuimos andando hasta la Plaza del Comercio.


Soportales de la plaza.


Aparcamiento de tuk tuk.



Ahora nos quedamos paseando por La Baixa, que es el auténtico corazón de la ciudad y que se sitúa sobre la que destruyó el terremoto. Arriba, al fondo, se puede ver el Castillo de San Jorge. 
Lisboa está construida sobre siete colinas y hay funiculares y elevadores para hacer más fácil el tránsito por sus calles.


El elevador de Santa Justa, que comunica La Baixa con El Chiado.


Plaza del Rossío, Es la Plaza de Pedro IV, primer emperador de Brasil. Hay tiendas de recuerdos, joyerías, cafeterías, y tiene edificios importantes. Es un sitio muy bullicioso.


En el número ocho de esta plaza, se encuentra esta minúscula taberna, que queríamos visitar y no fue difícil encontrarla, ya que la gente, como no cabe dentro, estaba fuera tomando Ginjha, un licor artesanal hecho con aguardiente de guindas, muy popular en Lisboa.
En A Ginjinha no caben más de cinco o seis personas, de pie, claro.


Y como el hambre empezaba a dar señales, nos tomamos dos cervezas con bacalao, croquetas y empanadillas. Y cómo no, los dos chupitos de ginjinha.


Teatro Nacional María II.


En la Plaza del Rossío, también se encuentra la estación, muy bonita por cierto.


De allí nos fuimos a la Plaza de los Restauradores para coger el elevador Da Gloria y subir al Barrio Alto. En esta plaza hay un monumento dedicado a la liberación del país del dominio español.


Nos encontramos con el Edén Teatro, ahora hotel de lujo.


Y nada más torcer a la izquierda, ya teníamos allí el elevador que buscábamos. 


Subamos pues.


El conductor era muy simpático.


En un plis plas, llegamos arriba.


Mirador de San Pedro de Alcántara, con el Castillo de San Jorge  y algunas de las iglesias de Lisboa.


Sobre el mar destacan las torres de la Catedral de Lisboa.



Jardines de San Pedro de Alcántara.


Había unos chavales tocando.


Bueno, ya nos volvemos, porque el Chiado lo hemos visto en otras ocasiones.


De nuevo camino de La Baixa.


Volvemos a pasar por la Plaza del Comercio.


Ahora se ve mejor el Palacete de Chafariz del Rey.


Otro de los impresionantes grafitis que había camino del puerto.


Parte de la cubierta.


Desde aquí nos despedimos de Lisboa, con el edificio del Panteón el fondo.
La salida al Atlántico, por la desembocadura del Tajo, fue algo realmente impresionante.


Zarpamos.


Arriba se puede ver la Iglesia de San Vicente de Fora.


La Catedral de Lisboa.


Seguimos navegando por el Tajo camino al Atlántico.


Nos vamos alejando de Lisboa.


La Plaza del Comercio desde el mar. Puede verse cómo la plaza esta abierta al río.


Puente de Alcántara. El práctico nos acompañó hasta dejarnos en franquía.


A nuestro paso por Belén, el monumento a los descubridores.


La Torre de Belén.


Centro de Investigación Científica. Fundación Champalimaud.


Adiós Lisboa. Me queda la misma impresión que tuve la otra vez que la visité. Preciosa, romántica y algo decadente. 


Y esta de regalo, por aquel viaje que hicimos con la caravana. Estamos en el mirador de Santa Lucía. Siempre me gustó esta foto.
Mañana, atracaremos en Vigo.