Entre un campo de girasoles, emerge la Villa de Sepúlveda, situada sobre una enorme peña que asoma al Río Duratón y que fue durante siglos, un enclave fundamental en la Historia de Castilla. Recorrer sus calles y rincones es detenerse en el tiempo y regresar a su esplendoroso pasado medieval. Su historia y su incomparable belleza arquitectónica quedan patentes a través de sus calles, casas blasonadas y templos románicos. Era llamada la Villa de las Siete Puertas, que eran las siete entradas de la muralla.