Antes, una leía una receta de cocina y se enteraba a la primera de los ingredientes y del proceso. Manos a la obra sin más, y hale, a comer. Pero poco a poco las cosas han ido cambiando, sobre todo en repostería, y no tengo más remedio que añadir a mi lista de tontos modernos, a esas personas que me machacan cada día con las palabras nuevas que aprenden.
¿Por qué razón tenemos que utilizar palabras en inglés o francés para denominar productos que están desde hace mucho en la repostería española? Snobismo puro y duro, o en este caso memez absoluta.
No son pocas las veces que ante una receta, no me queda otra opción que buscar en internet el
ingrediente fantasma, perdiendo tiempo y jurando en arameo cuando compruebo que tiene su equivalente en el diccionario de la RAE, e incluso en alguna ocasión me ha dado tanta rabia, que la he mandado a paseo y no la he hecho. A mí me encantan las magdalenas gordas con algo por dentro, y cuando las hice hace unas semanas me dijeron que los muffins estaban riquísimos. Yo me callé a ver por dónde iban los tiros porque no entendía lo de "maaaafin", hasta que me di cuenta de que hablaban de mis magdalenas. Repito: m a g d a l e n a s.
Pedí consejo para que en un bizcocho no se me ensuciara la cobertura al extenderla, y la señora de la tienda me espetó que con un crumb coat no se me mancharía el frosting. ¡Toma ya! Incluso se extrañó cuando le rogué que me tradujera y me miró con cara de "esta señora no entiende nada de repostería". Insistí y me explicó que hacer un crumb coat es algo así como sellar con algo de glasa el bizcocho para que no suelte migas antes de ponerle el frosting, que no es otra cosa que la cobertura. A mí me sonó a algo de citologías. Y de paso me ofreció, para extenderlo bien, la espátula maryse, llamada también lengua de rebañar de toda la vida.
Los coulís merecen mención aparte. Son una cremita ni fu ni fa que acompañan a los alimentos en forma de chorreón al descuido con cuatro goterones y, que automáticamente, dotan a los platos de un plus que los hace más caros. No son mas que una salsita ligera, pero cómo cambia la cosa cuando tiene uno invitados y les dices que van a cenar unos pétalos de bacalao al aroma de crisantemos, con un coulís de berberechos en celo, por ejemplo. ¡Nada que ver!
Y de postre, layer cake con butter creme, hecho en el molde de manqué que me he comprado. Cuando me pregunten mis amigos, curiosos por saber qué les voy a poner en el plato, les diré que un simple bizcocho cocido en un molde desmontable, cortado luego en tres capas y relleno con crema de mantequilla. Mi postre perderá el glamour, pero un amigo es un amigo.
Podríamos seguir por el brownie, los cupcakes, las cookies, el cake...
- Abuela, ¿me invitas a merendar?
- Claro, vamos a tomarnos unos smoothies.
- Yo no quiero eso. Vámonos al Vips y nos tomamos un batido de fresas.
- Pues eso, cariño, pues eso...