Yo también sucumbí a la moda y telar en mano hice todas estas, más las tropecientas que hice conjuntamente con mis nietos.
Un hombre de origen asiático, afincado en EEUU y llamado Cheon Choon observaba un día cómo sus hijas intentaban hacer una pulsera con unas gomas de colores, pero les era imposible porque tenian los dedos muy gordos, y entonces se le ocurrió fabricarles un telar con una madera y alfileres.
Entre las amigas de las hijas se corrió la voz, y le pidieron a Cheon que les hiciera también uno a ellas. En vista del éxito, alguien le sugirió la idea de comercializar este aparato y comenzó a darle vueltas.
Hizo varios prototipos hasta que dio con el modelo ideal para confeccionar las pulseras, pero se encontró con un gran problema, como era el de la financiación, y logró convencer a su mujer para invertir en este proyecto los diez mil dólares que tenían guardados para la universidad de sus hijas. (a mí me lo pide y le doy con el telar en la cabeza)
Fabricó diez mil unidades pero no se los compraban así que colgó tutoriales en youtube y en verano de 2012 una cadena de juguetes le encargó veinticuatro, que se agotaron en un solo día. Le pidieron otros cincuenta, y el siguiente pedido fue ya por un importe de diez mil dólares.
Ahora se fabrican más de quinientas mil unidades por mes.
Cheon Choon ha dejado su trabajo en la empresa Nissan para dedicarse exclusivamente a este negocio tan lucrativo.
Los telares que fabricaba fueron rápidamente copiados por los chinos que inundaron todos los comercios asiáticos del mundo, mucho más baratos que el Raibow Loom original.
¿Por qué este éxito? Es algo que pueden hacer los niños, de lo que se sienten orgullosos y los regalan a los mayores, que lucimos en las muñecas sus obras de arte. Es un entretenimiento muy creativo y muy barato.
Los patios de los colegios se han visto desbordados de bolsas de gomas, telares y ganchillos, y los críos, según su edad, se atreven con modelos más o menos difíciles.
Por internet hay muchos tutoriales, algunos de ellos realmente complicados de seguir.
Pero como todo, pasa de moda. Los bazares chinos siguen teniendo en sus escaparates cajas repletas con bolsas de gomitas, aunque ya no se ve a tanta gente haciendo las pulseras. Don Cheon Chon ha hecho ya el negocio de su vida.