6 de septiembre de 2025

Guadalajara

 

Ante todo decir que esta entrada es fruto de dos visitas que hicimos. La primera de ellas fue una decisión rápida, sin saber muy bien lo que podíamos encontrarnos, pero la cercanía a Madrid nos animó a pasar allí la mañana. Sinceramente volvimos bastante desilusionados. Y yo, que soy curiosa por naturaleza, me puse a buscar información y encontré muchas razones para volver, pero esta vez sabiendo algo más de su  historia y teniendo claro qué cosas queríamos ver.

Guadalajara es la capital de la provincia homónima, perteneciente a la Comunidad Autónoma de Castilla la Mancha, y se encuentra entre las comarcas de la Alcarria y La Campiña del Henares. Está en el centro de España a cincuenta km de Madrid

Tiene orígenes romanos, en los que su nombre fue Arriaca, que significa "lugar junto al río". Bajo el dominio musulmán la ciudad floreció como un enclave estratégico y administrativo. Los árabes la llamaron Wad al Hajarah, que quiere decir "río de piedra". En el siglo XI fue conquistada por Alfonso VI, integrándose en el Reino de Castilla, y convirtiéndose en baluarte defensivo de las fronteras cristianas.

En el siglo XIV llegó la familia de los Mendoza y dominaron gran parte de la vida política y social de la región, consolidando su poder en la ciudad a partir del siglo XV, dejando un legado cultural y arquitectónico notable.

La ciudad comenzó a declinar en los siglos XVII y XVIII debido a las crisis económicas y las epidemias que afectaron a gran parte de Castilla. Después, durante la Guerra de la Independencia, sufrió saqueos y destrucción debido a la ocupación francesa. Poco a poco se fue recuperando, y la llegada del ferrocarril en el siglo XIX marcó un punto de inflexión, fomentando la modernización económica y el crecimiento urbano. 

 Dejamos el coche cerca del Parque de San Roque y nos dirigimos al Panteón de la Duquesa de Sevillano, construido entre 1882 y 1916, por encargo de Dña. María Diega Desmaissières Sevillano, condesa de la Vega del Pozo y duquesa de Sevillano, en honor a su padre y familiares fallecidos.


 Tiene planta de cruz griega y está construido en el siglo XIX con piedra alicantina de Novelda, estando situado sobre un basamento de piedra gris con escalinata.


 Se divide en dos plantas: la superior dedicada al culto y una falsa cripta con monumento sepulcral central, donde está enterrada la duquesa y, en nichos, sus parientes más cercanos. La cúpula está realizada con tejas de cerámica vidriada en forma de escamas. Tiene 40 m de altura.


 En el interior está  prohibido hacer fotos, así que las que he puesto proceden de Turismo Castilla la Mancha. La cúpula y las bóvedas están cubiertas de mosaicos, para los que se  hizo venir a un equipo de artesanos venecianos, que supieron evocar un ambiente neobizantino por la abundancia de teselas doradas.


 El altar lo preside un calvario pintado por Alejandro Ferrán. Los mármoles son blanco de Carrara y Travertino rosa y gris.


 Grupo escultórico de Ángel García Díez, representando la procesión del entierro de la duquesa. Tres ángeles van delante portando el escudo de la familia y, detrás, otros cuatro ángeles llevan el féretro.


 Cuatro ángeles portan el féretro de la condesa, cubierto con un paño, sobre el que descansa la corona ducal. Los materiales son basalto negro y mármol blanco para las figuras y el retrato de la duquesa, y caliza marrón para la tela.


 La duquesa de Sevillano fundó un conjunto con asilos y escuelas en los Altos de San Roque, terrenos que eran de su propiedad. 

Cuando la duquesa falleció no dejó descendencia directa, haciéndose cargo de los edificios la congregación de las Hermanas Adoratrices. Hay edificios con patios centrales y la iglesia de Santa María Micaela, sobrina de la duquesa de Sevillano.


 Ermita de San Roque.


 De allí nos fuimos a la Plaza de Bejanque, donde pudimos fotografiar la puerta del mismo nombre, una de las entradas de la antigua muralla.




 Junto a esta plaza se encuentra la iglesia de San Francisco, que formaba parte de un monasterio franciscano, y posteriormente fue usado como Fuerte Militar. En su cripta se hallan las tumbas de  la familia Mendoza.


 En una de sus capillas estuvo enterrado el Arcipreste de Hita. Cuando llegamos había varias ceremonias y no pudimos deambular mucho por sus naves. Llama la atención los dragones pintados en la bóveda del Altar Mayor.

Representan el mal o el pecado vencidos por la fe. 


 Escalera de bajada a la cripta, con mármoles negros y rosas.


 Los Mendoza realizaron el panteón a semejanza del Panteón de los Reyes, de El Escorial. 


 Fue encargado por Juan de dios Mendoza y Silva, X Duque del Infantado. A la izquierda se puede ver la entrada a la pequeña capilla.


 Paramentos de la capilla.

Detalle del arco de entrada a la capilla.


 El panteón fue prácticamente destruido durante la Guerra de la Independencia por las tropas francesas y los restos fueron trasladados a la Colegiata de Pastrana, pero las urnas fueron mezcladas, por lo que hoy en día es difícil saber a qué miembro pertenece cada urna.


 Al igual que en El Escorial, en este panteón también hicieron un pudridero.

Fuerte de San Francisco.

Iglesia de San Ginés. La portada se encuentra entre dos grandes contrafuertes y dos espadañas.Guarda los enterramientos de don Íñigo López de Mendoza y de su hermano Pedro Hurtado de Mendoza. 

 
 Ubicado en la Plazuela de la Cotilla se encuentra el Palacio de la Cotilla, que data del siglo XVI y reformado en el XIX por los marqueses de Villamejor, padres del conde de Romanones. Dejaron en su interior el Salón Chino, decorado con papel de arroz, cuya rareza en España, le otorga un valor extraordinario. También hay otras salas dedicadas a artistas alcarreños.
 





 Representa la vida de un pueblo chino, con 380 figuras humanas, y está pintado en el estilo de la dinastía Qing.
 

 Las pinturas del arquitrabe.
 

 Concatedral de Santa María la Mayor. Esta iglesia se remonta a los siglos XIII y XIV, y en ella se suceden tres estilos arquitectónicos: el mudéjar, el renacentista y el barroco. Fue edificada sobre una mezquita musulmana. La puerta principal se encuentra en la Plaza de Santa María.
 
 
 Puerta principal, con arco de herradura apuntado.
 



 
 
 La primera vez que la visitamos nos encontramos con una boda.
 
 
Y la segunda, había un crucifijo en el lado de la epístola. El retablo es una tabla policromada de Francisco Mir.
 

 Puerta de entrada al templo.
 

 El baptisterio, con una pila romana.
 

 Al salir había unas figuras de bronce alusivas a la Semana Santa, y mi Antonio quiso unirse a ellas.
 

 Fuente de Santa María, en la plaza del mismo nombre, junto a la concatedral, que por cierto, su nombre completo es Concatedral de Santa María de la Fuente Mayor, por la fuente que antiguamente había en esta plaza.
 

 Subiendo por la calle que hay enfrente, la de San Miguel, encontramos una pequeña joya: la Capilla de Luis de Lucena mandada construir a mediados del siglo XVI por Luis de Lucena, humanista alcarreño al servicio del Vaticano.
 

 Se restauró a mediados del siglo XX, la adquirió el Estado a los Urbina y se estuvo utilizando para guardar en ella obras de arte. Muy cerca se puede ver la torre de la concatedral.
 

 En el interior hay una torrecilla a la que se accede mediante una escalera de caracol, y no me pude resistir.
 

 Los frescos representan escenas del Antiguo Testamento.
 

 Es una capilla pequeña, pero las bóvedas tienen un gran valor artístico.
 

 Al fondo, las yeserías  mudéjares de la capilla de los Orozco.
 

Sepulcro de Dña. Mencía Núñez.
 

 En las vitrinas, fragmentos de sepulcros y otros objetos recuperados.
 

 En la puerta del Palacio de Antonio de Mendoza.
 

 El patio. Este palacio Antonio de Mendoza fue construido en el siglo XV y años después, Brianda de Mendoza, su sobrina, lo heredó y habilitó para la Orden de San Francisco, para lo que necesitó adquirir unas casas colindantes, donde situar la iglesia.
 

 Ahora es un IES. Los artesonados y los azulejos llamaron bastante mi atención.
 

Como hay dos plantas, vamos a ver la segunda. Aquí se aprecian muy bien los azulejos y la barandilla de la escalera.
 

 Piso superior, tan bonito como el de abajo. 
 

Portada de la iglesia de la Piedad, que estaba anexa al Palacio de Antonio de Mendoza. Doña Brianda de Mendoza y Luna, hija del segundo duque del Infantado, encargó la edificación de la iglesia a Alonso de Covarrubias, y sirvió de templo al Colegio de las Doncellas y Beaterío que se instituyó en este palacio.
 

 Iglesia de Santiago, antiguo convento de Santa Clara, construido entre los siglos XIII y XIV.
 

 Iglesia gótico- mudéjar de tres naves.
 

 Palacio de los Duques del Infantado. Es el edificio más importante de la ciudad, que alberga además el Museo Provincial. Construido en estilo gótico isabelino. A destacar las puntas de diamante de la fachada.
 

 Construido en el siglo XV por Juan Guas, ordenó su construcción el segundo duque de Mendoza Íñigo López de Mendoza, marqués de Santillana. En la foto junto a la estatua en bronce de Pedro González de Mendoza, Gran Cardenal de España. 
 

 Portada principal, con el escudo de la familia.
 

 Tras subir la escalinata nos encontramos con el espectacular patio.
 

 Patio de forma rectangular, con doble arquería superpuesta, llamado "de los leones", por las figuras que hay en los arcos.
 

 Entre las columnas inferiores, leones enfrentados que le dan nombre al patio. Los leones eran el emblema de Don Diego Hurtado de Mendoza.
 

 Las columnas de la parte superior son helicoidales y, entre ellas, parejas de grifos alados y encadenados.
 

 Galería superior.
 

 Salón de las Batallas, con la historia militar de los Mendoza.
 

 Otra perspectiva del mismo salón.
 

 Frescos de la Sala de Cronos.
 

 Frescos de la Sala Atalanta, con cinco escenas de la diosa.
 

 Saleta de los Dioses.
 

 Saleta de los héroes. Esta sala y las anteriores, son las únicas que se conservan tras el bombardeo del 1936. Techos decorados al fresco por el italiano Rómulo Cincinato
 

 Sobre las columnas, escudos alternando el apellido Mendoza y Luna, rematados con la corona ducal.
 

 En un lateral del palacio, se puede ver también esta doble arquería más sencilla.
 

 Iglesia de los Remedios, que formaba parte del convento y Colegio de Doncellas de Nuestra Señora del Remedio. Ha sido rehabilitada y en su interior se puede visitar el Museo de la Educación Antonio Molero, donde se exhiben un gran número de piezas de ámbito educativo, de los siglos XVIII, XIX y XX.
Y aquí termina mi recorrido por esta ciudad, a la que le debía una segunda oportunidad, en la que esta vez sí, la segunda parte ha sido muy buena. 
Y un regalito para finalizar. Si estáis hechos un lío con tanto Mendoza, aquí os dejo el árbol genealógico, para que os aclaréis. A mí me ha servido.