Estoy recién llegada de un crucero por Italia y vengo con mucha falta de sueño y cansancio, pero feliz por haber visto sitios que me apetecía mucho conocer. Hemos visitado ciudades monumentales, otras cuyo tipismo a veces nos sobrepasaba, otras glamurosas, y las más, cargadas de acontecimientos históricos que las hacen únicas.
Salimos del puerto de Barcelona, y aquí pasamos dos días hasta que embarcamos, llegamos al Principado de Mónaco, y el resto ya navegamos por aguas italianas recalando en los puertos más importantes como Livorno, desde donde nos acercamos a Florecia y Pisa, en Civitaveccia hicimos la excursión a Roma, en Nápoles visitamos la ciudad y también fuimos a Pompeya, y por último estuvimos en Sicilia donde vimos Palermo y Monreale. El barco, el Sovereing de Pullmantur, que se ha portado muy bien, sobre unas aguas sin problemas. Se llega a olvidar que se va navegando.
A través de internet nos juntamos un grupo de gente para hacer las excursiones y todo ha salido genial. Nos hemos divertido mucho con ellos.
Poco a poco iré poniendo las escalas, pero hoy voy a descansar que como siempre digo, cuando se vuelve de vacaciones, hay que irse otra vez pero para reponerse del ajetreo que conlleva el andar de un sitio a otro.
Ya echo de menos a Lara, mi camarera de cabina, que esta noche no me preparará la cama y doblará mi pijama, y a Muliana y Cristina, quienes en la cena se desvivían por complacer mis gustos.
Cuesta volver a la realidad, pero ha valido la pena lo disfrutado.
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