30 de enero de 2021

Museo de la Seda de Valencia


 Aprovechando que estábamos en Valencia, quisimos visitar el Museo de la Seda. Es un edificio  del siglo XV ubicado en la calle Hospital, que ha sufrido una remodelación importante. 

En un principio, los "velluters" (trabajadores del terciopelo), se instalaron en este barrio, donde había una gran cantidad de telares.

El gremio de la seda fue un referente en el resto del mundo y  un de los motores de la economía valenciana. Los velluters aprobaron en 1479 las primeras ordenanzas de este gremio.

El archivo es el más importante de Europa y conserva un gran número de ejemplares, desde su inicio, a la actualidad.

Al entrar al museo, a mano izquierda, hay una escalera de madera y cerámica, en cuyo principio hay un león agarrando un capelo cardenalicio.

El motivo de este adorno en la escalera, es porque el patrón de los trabajadores de la seda es San Jerónimo, cuyo símbolo es un león; además fue cardenal y de ahí el capelo. Veremos más alusiones a este santo a lo largo de la visita. Subimos al primer piso.


 Sala de la Pometa. Se llama así por los azulejos con motivos de pequeñas manzanas que pueden verse en el suelo. Fue la primera sala de juntas que tuvo el edificio.

Preciosos vestidos de valenciana hechos en seda.

El brillo de las sedas resulta más impactante al natural.

Sala de la Fama. Es la estancia principal. Aquí se reunían los dirigentes de la institución. El suelo es de cerámica valenciana. Para su restauración se desmontó pieza por pieza y se volvieron a instalar. En total, 2.177 piezas, que se dice pronto. En el centro se encuentra la diosa Fama, en alusión a la fama de la seda valenciana en todo el mundo. Por eso, en las esquinas hay cuatro mujeres  representando a los cuatro continentes que se conocían entonces, con los animales propios de cada sitio. En la pared frontal, puede verse una réplica del pavimento. Y expuestos, unos bellísimos trajes valencianos.

Pavimento de la Sala de la Fama.

En el techo de esta sala, hay un fresco de San Jerónimo, patrón del gremio.

Entramos en una sala que fue la capilla. Dedicada a San Jerónimo. Se comunica con una escalera gótica de caracol que estuvo oculta en una pared durante siglos. De frente, parte de un pavimento azulejos del siglo XV, con los cuatro emblemas del colegio: el león, el capelo, una lanzadera y una tellerola.

El azulejo del pavimento es blanco y verde, con ilusion óptica de puntos de fuga. Cuando fuimos había una exposición de casullas y otras ropas religiosas.

Retablo de San Jerónimo de 1.700.

Distintos objetos hechos en seda.

En la tienda se podían adquirir a buen precio muchas cosas.

Pañuelos de seda.

Complementos para caballeros.

Nos llevamos algún capricho de recuerdo.

La visita seguía por los talleres para ver los telares.

Telar para el terciopelo.


 
La guía, muy amablemente nos condujo entonces a ver la joya de la corona del museo, que es el telar manual de doble anchura.
 

 
En cierta ocasión me dio por hacer tapices y valoro en su justa medida el trabajo que supone trabajar con hilos tan finos. Una verdadera obra de arte y de paciencia.
 
 
Es la foto que he puesto al principio. La guía se puso manos a la obra y manejó con pies y manos esta máquina tan compleja. Aquí acababa la visita.
 

 La puerta del taller desemboca en un patio, que antiguamente fue un huerto. Ahora es un lugar muy agradable donde se puede tomar una cerveza, e incluso comer en su restaurante.

Ha sido una visita muy agradable, pero la memoria me lleva a Bursa, una ciudad turca, que es algo así como la ciudad de la seda en este país. Tiene un magnífico mercado de la seda, donde nos dejamos unas cuantas liras turcas en compras.