7 de febrero de 2022

Belmonte y Villaescusa de Haro (Cuenca)

 

Una excursión bonita e interesante, esta vez en compañía de un grupo de veteranos de Dragados. Primero fuimos a Belmonte, cuyo nombre significa "bello monte". Aquí nació Fray Luis de León, de quien hay algunos bustos y referencias en esta villa, y vio también aquí por primera vez la luz un ilustre e intrigante personaje: Juan Pacheco, marqués de Villena, quien ordenó construir el castillo y la colegiata de San Bartolomé, en en 1456. Entre los siglos XV y XVIII, Belmonte tuvo su época dorada, de la que han quedado magníficos edificios. Empezaremos por el castillo.

Concebido como fortaleza-palacio, se sitúa en el cerro de San Cristóbal, teniendo por fuera un aspecto casi inexpugnable, pero luego pudimos descubrir en su interior salones, ventanales y techumbres, dignos de la realeza. El arquitecto fue Hanequín de Bruselas y tardó doce años en su construcción. En el interior tiene forma de triángulo equilátero, y fuera, sus seis torres, dan a la planta forma de estrella de seis puntas,

Eugenia de Montijo, heredera de la casa de Villena, se encargó de restaurarlo hacia 1857, cerrando también las galerías que dan al patio. Con la caída del Imperio francés, cesó la restauración.

De 1881 a 1885 es ocupado por dominicos franceses. Luego, el sobrino-nieto de la emperatriz, duque de Peñaranda, Hernando Fitz-James Stuart y Falcó, continuó con la rehabilitación y lo habitó. El 3 de junio de 1931 fue declarado Tesoro Artístico Nacional. Sirvió luego como cárcel y academia. Más tarde se abandonó.

Actualmente es propiedad de la casa ducal de Peñaranda, descendientes de la duquesa de Alba María Francisca de Sales Portocarrero, hermana de Eugenia de Montijo. Se abrió al público en 2010.

Tronera a ras de liza, de cruz y orbe.

Puerta del Campo, con puente levadizo, que fue por donde entramos a la albacara.

Desde la albacara vamos a la puerta de acceso.

En la portada, la figura de un paje apoyado sobre un yelmo con los escudos nobiliarios se la familia de Juan Pacheco. El lema del marqués era: "Una sin par".

Entramos al patio, lo que antaño fue patio de armas. Al fondo, una fuente con dos columnas helicoidales inconclusas. Se ven las galerías cerradas de la época de Eugenia de Montijo. Sobre estos lados del triángulo hay construcciones.

En el otro lado del triángulo, se encuentra la Torre del Homenaje.

Escuchando las explicaciones del guía.

Dependencias junto a la Torre del Homenaje, claramente diferenciadas del resto del patio.

Por esta escalera volada, accedemos al primer piso. Fue mandada realizar por Eugenia de Montijo.

Pasillo del ala norte del primer piso, con artesonado de madera.

Una alcoba pequeña

Sala de Mujeres, con el estrado

Chimenea en la Sala de Mujeres

Unas letrinas, para uso exclusivo de la nobleza. A juzgar por la luz que se ve del interior de una de ellas, seguramente caerían los "materiales" al vacío.

Pasamos al ala sur del primer piso, que es la parte noble y donde se despachaban asuntos de gobierno. Hay un pasillo con tres chimeneas, la del centro más grande, que tenían como misión calentar las estancias aledañas a través de las paredes, pero sin que el humo molestara a las personas.

La Capilla del Marqués, o Sala de Embajadores. Debido a las dimensiones, se cree que pudo ser la antesala de espera a la Sala de Gobierno. Tiene una techumbre octogonal, parcialmente rehabilitada, comparable a las de la Allhambra o la Aljafería de Zaragoza.

Desde este espejo central, se podía ver muy bien.

Las dos ventanas están ricamente decoradas con bestiarios.

La otra ventana. Se dice que por una de ellas escapó Juana la Beltraneja.

De la capilla pasamos al Salón de Gobierno. Una sala rectangular con artesonado de madera de nogal.

Recordemos que estas estancias se calentaban a través de las chimeneas que hay al otro lado de las paredes.

Vista de la sala. Aquí, el marqués de Villena homenajeó a los Reyes Católicos.

Pasamos al segundo piso, que es el que acondicionó para vivir Eugenia de Montijo.

Siguiendo el patrón de los otros pasillos, tres habitaciones.

Alcoba de la emperatriz, con techumbre de madera.

Esta alcoba perteneció en principio al marqués de Villena. La techumbre de madera era giratoria, con multitud de espejos de oro y plata y campanitas. 

Mi Antonio en el espejo del armario.

Este era el salón noble de los marqueses

Los artesonados de todas las estancias son magníficos.

Parte del salón. retrato de Cipriano de Palafox y Portocarrero, XV duque de Peñaranda de Duero.

Chimenea y entrada al despacho

Despacho. Antiguamente, la alcoba de la marquesa.

El vestidor

Bañera y chimenea en el vestidor.

Salimos al adarve

Parte de la albacara desde el adarve. Este espacio era utilizado por el pueblo en caso de ataques enemigos, para refugiarse.

Vista de Belmonte, con la Colegiata de San Bartolomé al fondo.

La muralla almenada que baja desde el castillo al pueblo.

Bajo la Torre del Homenaje está la armería

Y así nos despedimos de este castillo tan lleno de historia, desde las intrigas para poner en el trono a Juana la Beltraneja en lugar de Isabel, a la Guerra de Sucesión, o la Guerra de la Independencia, sus muros han sido testigos de los muchos vaivenes de la política en España. Pero antes de partir hacia el autobús...

Quiero dejar resuelto el misterio de la luz en las letrinas.Está en uno de los muros del ala norte del primer piso.

Vamos camino de la Colegiata de San Bartolomé y pasamos por el ayuntamiento.

Por el convento de las Concepcionistas.

Por la casa de Fray Luis de León.

Placa en la puerta de la casa.


 Saliendo por la Puerta de Chinchilla.

La Puerta de Chinchilla por la otra parte. Por aquí entraron los Reyes Católicos.

Antiguo alcázar o palacio del Infante Don Juan Manuel, actualmente un hotel.

 
La Colegiata de San Bartolomé fue erigida por el Papa Pío II, a instancias del marqués de Villena. Juan Pacheco la mandó construir sobre una iglesia visigoda, junto al palacio del infante Juan Manuel. No es catedral, pero posee un cabildo, por lo que el rector ostenta la dignidad de dean.

 

 Altar Mayor. A ambos lados, sepulcros en hornacinas con esculturas orantes en alabastro de la familia de Juan Pacheco, marqués de Villena.

Capilla de la inmaculada. La figura de Jesús atado a la columna, es de Salzillo.

Capilla de la Anunciación

Capilla de la Asunción

Capilla de la Virgen del Carmen

Capilla del Cristo de los Peligros

Capilla de Santiago

El coro, desde el Altar Mayor. En el centro del pasillo, la tumba del Tío Camuñas.

Coro con la sillería en madera de nogal, fechado en 1415. El primer coro historiado de España. Se hizo para la catedral de Cuenca, pero resultaba pequeño y se puso a la venta. El prior de la colegiata se enteró y lo compró. De frente una piedad pintada por Luis Morales.

Parte trasera del coro

En la capilla del Bautismo, pila donde fueron bautizados Fray Luis de León y Juan Pacheco

Después de comer riquísimos productos típicos de esta tierra, nos trasladamos a Villaescusa de Haro. Me llamó mucho la atención las puertecitas de los contadores que tenían todas las casas.

Vamos a ver la Iglesia de San Pedro y, claro está, la capilla preciosísima que hay en ella.

 Vista de la iglesia con el Altar Mayor y, a la izquierda, la capilla de la Asunción.

Órgano muy colorista, construido por Francisco Javier Fernández en 1972. 

Capilla de la Asunción. Su promotor fue Diego Ramírez de Villaescusa como capilla funeraria para su familia, representada en estatuas orantes. Se empezó a construir en 1475, pero el retablo se acabó en el siglo XVI.

Retablo que narra la historia de la Virgen desde su nacimiento a su muerte y ascensión a los cielos. Impresiona la cantidad de figuras y la policromía de las mismas.

Otro aspecto de la capilla, con mi Antonio haciendo fotos.

 Vale la pena sentarse y admirar con calma esta obra de arte.

La iglesia desde la capilla

Atril del evangelio

Portada de la iglesia

Rollo de justicia del siglo XVI en la fachada de la iglesia.

Frente a la iglesia se encuentra el ayuntamiento, antigo palacio Ramírez de Arellano.

Patio del ayuntamiento

 Universidad non nata. Villaescusa de Haro estaba  destinada a tener universidad, pero el Cardenal Cisneros consiguió que se construyera en Alcalá de Henares. 

Ahora vamos a ver el convento de los Dominicos.

Convento de los Dominicos, fundado por Sebastián Ramírez de Fuenleal, en 1542. En la Guerra de la Independencia fue utilizado por los franceses como cuartel. Sufrió un incendio y el Estado vendió los materiales, comprándolos Eugenia de Montijo por 4.000 reales, utilizándolos en la restauración del castillo. Desde finales de los 90 es de propiedad municipal.

Las ruinas de la fachada plateresca se completan con restauraciones vistas.

Interior, con las restauraciones.

El convento se articulaba en torno al claustro y se ha hecho una recreación de las principales dependencias.

Y hasta aquí esta interesante excursión. Ha sido un día muy agradable, en una estupenda compañía.