Es el tercer municipio más poblado de Cantabria y se encuentra lindando con el País Vasco, a 35 km de Bilbao.
Con el Descubrimiento de América, se produce el resurgimiento comercial de Castro. En el siglo XVI, junto con Laredo, San Vicente de la Barquera y Santander, formaban el Corregimiento de las 4 Villlas de la Marina de Castilla, cuyo corregidor residía en Laredo.
En 1558 participó en la Armada Invencible con quince naves, al mando de Antonio Hurtado de Mendoza.
En algunas ocasiones se trató su incorporación a Vizcaya, la última en 1774, pero se incorporó finalmente a Cantabria en 1778.
Es una ciudad preciosa, turística y residencial.
Casa del Mar
Fuente en la calle Santander
Me gustaron mucho estos edificios
En la calle Correría de Castro, hay un aparato de radio en lo alto y una nota explicativa.
Un precioso detalle del castreño Amador Martínez.
Seguimos por esta calle donde hay mucho ambiente en los soportales.
Y llegamos a la Plaza del Ayuntamiento, un edificio del siglo XVIII.Frente al ayuntamiento, la Casa de los Chelines, con el Mesón Marinero en sus soportales.
El Ayuntamiento, desde la Casa de los Chelines.
Otros edificios de la plaza
Vamos a tomarnos unos pinchos en el Quinto Pino.
¡Dios mío! No sé cuál elegir.
Monumento a las rederas.
Al fondo, la iglesia de Santa María de la Asunción, el castillo de Santa Ana y la ermita de Santa Ana, con el puente medieval delante.
El puente medieval. Impone el ruido del agua,
por el ímpetu con que choca contra las rocas.
Subimos hacia la iglesia
Monumento a los remeros. Mi Antonio, siempre apoyando en todo lo referente al mar.
Iglesia de Santa María de la Asunción, del siglo XIII, la más antigua del litoral cántabro.
Delante, podemos ver las ruinas de la iglesia de San Pedro.
Vamos a visitarla. Es de principios del gótico, por lo que se pueden ver los errores y rectificaciones de su construcción. Todavía no estaban muy asentadas las claves para edificar estas iglesias.
Es de planta basilical, con tres naves.
Altar Mayor
Con la Virgen Blanca presidiéndolo. Es la patrona de la ciudad.
Pila bautismal de época románica. Finales del siglo XII o principios del XIII.
El órgano
Cristo de la Agonía, de Zurbarán.
Cristo Yacente, de la escuela de Gregorio Fernández.
Otra vista del exterior de esta iglesia, aquejada por el mal de piedra. Fue construida junto al castillo de Santa Ana, con un fuerte carácter defensivo.
En 1813, las tropas napoleónicas, en su huida hacia su país, lanzaron sus cañones contra los muros de la iglesia, quedando algunas bolas incrustadas en su fachada.
Faro Castillo de Santa Ana, de los siglos XIII y XIV.
Dentro del castillo vimos una exposición y de frente, aparece el Miliario Romano. Miliario de Nerón. Es un poste que señalizaba la ruta de Pisorca a Flavióbriga. O sea, de Herrera de Pisuerga a Castro Urdiales.
Desde aquí hay unas vistas preciosas de la ciudad.
Bajando por la ermita de Santa Ana, se puede dar un paseo por el espigón.
La ermita de Santa Ana, tras el varadero.
Cualquiera que lea mi blog, sabe que suelo visitar los cementerios bonitos, y este lo es. Enclavado en lo alto, con el mar a sus pies, el cementerio de Ballena nos invita a admirar verdaderas obras de arte en sus mausoleos y capillas. Es Bien de Interés Cultural desde 1994, con categoría de monumento.
Con el mar al fondo, sus calles descienden al mar, siendo las más altas, las que vale la pena visitar.
Panteón de la familia de Sel
De verdad, que es digno de visitarlo.
Y hasta aquí llegó nuestra visita a Castro Urdiales.
SANTANDER
Fuimos a Santander aprovechando un viaje con nuestros amigos, que iban a visitar el Parlamento de Cantabria, aunque nosotros llevábamos otro objetivo, que era el paseo marítimo. Yendo con mi Antonio, el tema barcos es algo que no se negocia. Seguramente habrá que volver para hacer la visita a mi gusto.
En el Paseo de Pereda, un edificio precioso perteneciente al Banco de Santander.
Hicimos
una parada en la la parroquia de Nuestra Señora de la Consolación, del
siglo XVIII, construida sobre el antiguo Hospital de San Pedro, en la
Calle Alta.
Un abrazo para los amigos guineanos que salen en la foto.
Trampantojo en la Calle Alta, con los personajes de la novela de Pereda "Sotileza".
Parlamento de Cantabria
Monumento a Pereda en los jardines del mismo nombre.
Y muy cerca, la escultura de Miró, "Tête sur Soice".
Centro Botín, donde se pueden visitar exposiciones y también hay una zona de restauración.
Frente a los Jardines de Pereda, resulta realmente espectacular.
Próximo a Puertochico, se encuentra este grupo escultórico dedicado a los "raqueros". Es curiosa la historia de estos niños, con escasos recursos económicos, que se ganaban la vida recogiendo las monedas que desde los barcos y los viandantes, les echaban al mar. Resulta muy cruel pensar que para divertirse, la gente pudiera forzar a estos niños a sumergirse en el agua. Pero fue así.
El grupo, con la ciudad al fondo. Y conmigo, claro.
Palacete del embarcadero.
Club Náutico
Mi Antonio sigue con los barcos. Qué le vamos a hacer.
Escultura en láminas, de Picasso.
También estuvimos en el Museo Marítimo.
Real Federación Española de Vela.
Escuela Técnica Superior de Náutica. No se le nota nada a mi Capitán la vena marinera.
Gobierno de Cantabria
Y
no dio más de sí nuestra visita a Santander. Se nos ha quedado bastante
escasa, pero prometo volver y visitarla, esta vez a mi gusto.