Lo tengo clarísimo.
Antes, a un perro se le cuidaba, se le protegía, se le educaba, se jugaba con él, y el animalito nos daba a cambio su cariño en forma de lametones. Pero era un animal. Muy querido, pero un animal.
Yo, que siempre he tenido perros y los he querido a rabiar, no he tenido nunca remordimientos de haberlos tratado de forma inadecuada ni les he visto sufrir. Estaban siempre alegres y dispuestos a jugar y a correr.
Pero lo de ahora es que roza ya la estupidez, y yo me incluyo, estúpida de mí, por mi comportamiento con el último perro que tuve.
Todo ésto viene a cuento porque esta mañana, al ir a hacer la compra, he visto a una señora, tan ufana ella, llevando en un carrito como el de la foto a dos perritos. Del carro colgaba el bolso neceser, imagino con todas las pijotadas del mundo, como si de un niño se tratase.
Mi último perro fue un cocker, más loco que una cabra, pero a quien yo adoraba, a pesar de hacer hasta su muerte, a los doce años, una trastada detrás de otra.
Pues bien. Describo una consulta con un veterinario de urgencia, porque se le había metido en el oído una espiga.
Una vez que se la sacó, le hizo un reconocimiento general.
V._ Señora, con qué champú le lava el pelo a su perro?
Yo._ Pues con Timotei, el mismo que utilizo para mis hijas.
V._ No se ha fijado que tiene caspa? (Separándole los mechones de pelo)
Yo._ Pues no me había dado cuenta.
V._ A partir de ahora, lávele el pelo con un champú anticaspa, fortificante.
Yo._ Bueno, está bien.
V._ Este perro está muy gordo. ¿Qué comida le da?
Yo._ Pues le doy pienso, y a veces come de lo nuestro, que le gusta mucho.
V._ Tiene que darle comida senior, porque el perro está ya mayor y necesita alimentos libres de grasa y con extra de vitaminas. Y por supuesto nada de comida casera.
Yo._ Vale. (Un poco hartita ya)
V._ ¿Se ha fijado que un ojo lo tiene para fuera y otro para dentro?
Aquí la que tenía los ojos saltones era yo, porque no le veía nada.
V._ No se ha percatado de que tiene un testículo más gordo que otro? (Aquí ya me cagué en el veterinario) Y encima lo tiene más negro. ¿Cómo no se ha dado cuenta?
Yo._ Mire, yo no me dedico a tocarle los huevos a mi perro.
V._ Ha notado que le huele el aliento? (Dios mío, ya no sabía a estas alturas si había llevado un perro o una piltrafa). Tiene que hacerle una limpieza dental.
Total, que me sacó el tío un pastón por la visita, y naturalmente yo seguí dándole a mi perro su comida casera porque le encantaba, lavándole con Timotei y lo lo que sí hice fue más tarde pedir cita para la limpieza de boca en mi veterinario de siempre (a todo ésto, yo tenía cita en el dentista para lo mismo).
Cuando pagué las ¡¡¡¡¡¡¡8.000 pesetas!!!!!! que me llevó, me tuve que quedar yo sin la limpieza de boca mía, se dice pronto, por habérsela hecho al perro. Más me tenía que haber pasado.
Es que estamos en el mundo al revés: yo voy al seguro, y no me salgo ni loca, porque no me lo puedo permitir. Sin embargo pagué revisiones, analíticas, electros, operaciones, radiografías... todo particular. El perro de paga y yo al seguro.
Al ver al perro en el carrito, he pensado que a veces procuramos más el bienestar de los animales que el de las personas.
Por eso yo quiero reencarnarme en perro. De ellos es el futuro .