Después del verano retomo las publicaciones en el blog. Estoy recién llegada de los Fiordos Noruegos, y en breve iré poniendo la escalas que hizo el crucero, pero así a bote pronto, tengo que decir, que si bien el sitio es maravilloso y donde una se siente muy pequeña ante la acción de la naturaleza, no sería un lugar al que repetiría la visita, porque en muchas ocasiones me ha sucedido, creer encontrarme en el mismo lugar que había dejado el día anterior.
1 de septiembre de 2013
De vuelta de los Fiordos
Hemos viajado a un país donde el nivel de vida es altísimo, tanto como el poder adquisitivo de los noruegos, y no he podido por menos que añorar los precios de España. Como muestra baste decir que una cerveza en un mercadillo nos costó a siete euros el botellín, y que una pequeña de agua se ponía en los cuatro. Por ese orden iba el resto.
Los noruegos me han parecido una gente triste, poco comunicativa, distante......No sé si antes de descubrir el petróleo también lo serían, pero daba la sensación de que ellos solos se bastaban para vivir y no les hacía falta el resto del mundo, del que se creen el más absoluto de los ombligos.
Todo el tiempo ensalzaban sus cosas, cuando a lo mejor eran muy corrientes, incluso a personajes que solo les conocen en su casa a la hora de comer, porque en el resto son unos completos desconocidos. Los más, lo más, lo más.............de todo. Si llegaran a tener detrás una historia como la nuestra, no imagino lo que harían.
La densidad de población es bajísima: no llegan a cinco millones de habitantes en todo el país, y excepto en contadas ciudades, los demás viven diseminados por las montañas y los valles, arando la tierra y cultivando su ganado en pequeñas granjas.
La sanidad no es mala, pero para atender a todas estas aldeas hay un ambulatorio al que se tienen que desplazar y que a veces supone una hora de trayecto. Los colegios lo mismo. Y de los hospitales para qué hablar. En las grandes ciudades, que son poquísimas, ese problema no lo tienen, como es natural.
Llegamos a Trondheim aunque no la vimos por incompatibilidad horaria con los vuelos, seguimos por una ciudad construida en Art Nouveau maravillosa que se llama Alesund, y a la que pertenece la foto que he puesto, luego recorrimos el fiordo de Geiranger y llegamos cerca del glaciar, al otro día atracamos en Flam, que me pareció un timo toda ella, tren incluido. Estuvimos en Bergen que nos encantó, de allí fuimos a Stavanger, navegación y por último Malmo, ya en Suecia. De esta última ciudad tenemos una anécdota que da idea de por donde van los tiros en cuestión de precios. Teníamos necesidad de ir al servicio, así que nos dirigimos a la Estación Central. Entramos y vimos a un señor en el mostrador, bacaladera de tarjeta en mano, que nos pidió dos euros por hacer pis, y si no teníamos suelto, pues nos pasaba los dos euros por tarjeta ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Que no es broma!!!!!!!!!
Pero bueno,en general bien, hemos conocido gente estupenda y nos queda un buen recuerdo, aunque es una ruta que no creo que la volvamos a hacer por lo repetitivo del paisaje.