Se me acumula el trabajo, pero prometo ponerme a la tarea y dejar en el blog lo antes posible el reportaje de este crucero.
Abril de 2014. Aunque somos unos muy andarines, este año nuestra condición física no estaba muy allá, y como no queríamos renunciar al viaje, escogimos uno cuyas ciudades no fueran muy pesadas de ver y que estuvieran en los mismos puertos de atraque para evitarnos desplazamientos.
Por otra parte, aunque el barco hasta ahora no nos había importado demasiado, esta vez procuramos que tuviera muchas comodidades porque pensábamos pasar en él mas tiempo que en las anteriores ocasiones. Cuando vimos el Splendida y el itinerario, no nos lo pensamos dos veces.
Salimos de Barcelona y fuimos a Marsella, luego Génova y después Nápoles. Seguimos hasta Messina, donde nos desplazamos en un tour concertado hasta Taormina, y finalmente Túnez. El último día del crucero fue de navegación hasta Barcelona, donde finalizamos el viaje. En total, ocho días.
El Spledida es de la flota MSC y fue construido en 2009. Desplaza la friolera de 137.936 toneladas. Tiene una capacidad para 3.247 pasajeros y la tripulación la compones aproximadamente 1.370 personas. Tiene una eslora de 333,30 metros, una manga de 37 y su altura es de 66,80 metros. Son 18 los puentes y navega a una velocidad media de 22,98 nudos.
La decoración no nos gustó mucho. Vamos, hortera a más no poder, como todos los barcos italianos. Un exceso de dorados y swaroskis en los salones, que a veces molestaban con tanto relumbrón. Pero bueno, tampoco nos vamos a poner tiquismiquis. Es un buen barco.
¿Negativo? El idioma. A ver: hablo español, francés y algo de alemán. Pues no me podía entender con el personal porque solo hablaban italiano e inglés y además no se esforzaban lo más mínimo por entender a los pasajeros. Cero patatero a los de recepción.
Por lo demás, pues como en todos. Quizás, el buffet algo pequeño para la cantidad de personas que nos juntábamos a veces en la comida. Espectáculos correctos al más puro estilo italiano, comida buena, pero los camareros no hablaban nada de español.
Y hay algo que yo no entiendo: algunos días llovió, y la gente, a pesar del frío y el mal tiempo, seguía llenando los jacuzzis. La piscina cubierta estaba muy bien, pero en las exteriores no apetecía nada bañarse, sin embargo la gente se moría por remojarse. Que me lo expliquen.
El equipo de animación... pues como en todos. Malo. O es que a mí lo de ir en troupeau, dar palmitas y agarrarme a la conga no me va. A lo mejor la rara soy yo.
Dos cenas de gala, de las cuales paso. Me visto elegante, pero no de boda, como se suele ver a muchas señoras. Me haré foto con el Capitán, cuando sea él el que venga a hacérsela conmigo, o sea, nunca, jajajaja. Lo de sacar dinero con las fotos es igual en todos los cruceros.
Para mí, lo mejor el camarote. Que el camarero toque a la puerta por la mañana y te traiga el desayuno, no tiene precio. Por otra parte, unas veces se tiene ganas de jaleo, y otras de retirarse tranquilamente a leer, y tomarse algo en el balcón, o simplemente ver pasar las olas.
Cuando volvíamos por la noche, el camarero nos había destapado la cama, de una forma distinta cada noche, y con los pijamas nos hacía dibujitos, jaja. A la tercera noche escondí el pijama, porque no me apetecía que me lo andaran tocando. Estas cosas, a mi modo de ver, sobran en los cruceros, lo mismo que me molesta cuando me siento a la mesa, que el camarero me despliegue la servilleta y me la coloque en las rodillas. Ya sé que es por agradar, pero me parece servilismo y prefiero ponerme yo la servilleta.
Voy a poner algunas fotos, no todas, porque os cansaría.
Bueno, pues a todo esto hay que añadirle un casino enorme, más salones donde tomar una copa, una discoteca, un buffet, bares en la cubierta de la piscina, tiendas... Una ciudad.
Y ahora... llegamos a Marsella.