Atracó el Spléndida en Civitaveccia y contratamos el bus de la naviera para la ida y la vuelta.
Nos dejó junto al Coliseo y nos recogió en el Vaticano.
Una vez más, he de decir que visitamos Roma por segunda vez y nos fuimos por sitios diferentes a los que anduvimos entonces. Ir con guía te obliga a ir rápido por un trayecto previamente planeado, y ahora, sencillamente disfrutamos de la ciudad. El enlace a la entrada anterior aquí
El autobús nos dejó junto al Coliseo.
Desde el Coliseo nos fuimos andando por la Vía de los Foros hasta la Colina del Campidoglio.
Subida al Campidoglio por la escalinata de Miguel Ángel tallada en la colina, llamada La Cordonate. La balaustrada también es del escultor.
La Loba Capitolina. La original se encuentra en el museo.
La plaza fue proyectada por Miguel Ángel.
Museos Capitolinos
Estatua ecuestre de Marco Aurelio
Esculturas de Miguel Ángel
Muy cerquita nos encontramos con el Altar de la Patria, conocida familiarmente como "la tarta". Es un monumento en honor de Víctor Manuel II, de mármol blanco. Aquí se encuentra la tumba del soldado desconocido y, en la base, el museo de la unificación de Italia.
También se le conoce como "la máquina de escribir". Está en la Plaza Venecia.
Plaza Venecia, con Santa María de Loreto a la derecha.
¡Vamos, Antonio! ¡Que nos mojamos!
Plaza del Gesu
Palacio Altieri en la Plaza del Gesu
En la Vía del Corso, Iglesia de San Marcelo.
Iglesia de San Ignacio de Loyola.
La bóveda central es de Andrea del Pozo. Expansión de la palabra de Dios por el mundo, a través de San Ignacio de Loyola.
Uno de los atractivos de la iglesia es su cúpula, que por cierto, para verla encendida hay que echar monedas. Es una falsa cúpula, puesto que los casetones y la linterna están pintados sobre una superficie plana. Un trampantojo muy logrado.
Al igual que en Il Gesu, un espejo permite admirar los frescos de la bóveda central sin perjuicio para nuestro cuello. El Capitán haciendo la foto de rigor.
Aquí se aprecia mucho mejor la falsa cúpula. Por mucho que uno gire, la linterna no se mueve del sitio.
Como puede verse, las fotos mías no tienen nada que ver con las del Capitán.
Vista de la Plaza della Rotonda desde dentro del Panteón. Salimos en busca de la Plaza de San Eustaquio. ¿Para qué?
Pues para tomarnos aquí uno de los mejores cafés de Roma.
Aparte de cafetería también es tienda, y juro que todo era una pura tentación. Salí con una bolsa llena.
Una locura de tienda.
Cafés de un montón de tipos. El que probé, fantástico.
Y de la cafetería, pasamos a la Plaza Navona. Fuente de los cuatro ríos, de Bernini.
Fuente del Moro
Como ya apretaba el hambre, nos fuimos a la Piazza Campo dei Fiori, y en este horno compramos pizzas de varios tipos y pasteles salados. No las he probado más ricas.
El Capitán, fotografiando el Tíber. Foto mía, como se puede apreciar.
Vía de la Conciliazione con San Pedro al fondo.
Ya habíamos estado en el Vaticano, así que esta vez no entramos.
La majestuosa columnata de Bernini.