Estábamos en Argel entonces y surgió la oportunidad de visitar El Cairo. No nos lo pensamos dos veces y dejando a las niñas con la abuela, nos embarcamos en lo que resultó casi una aventura. Tres compañeros de trabajo, uno de ellos muy especial y que ya no está con nosotros, Antonio y yo.
Nos alojamos en el Hotel Crillon, en la parte oeste de la ciudad.
Cuando cogimos nuestro primer taxi, ya comprendimos que estábamos en una ciudad con un tráfico caótico, en el que se mezclaban los carros de burros y los coches de alta gama. El los días posteriores nos peleábamos por ir en el centro del coche, porque parecía que íbamos a chocar en todo momento.
Advierto que las fotos se han escaneado de unas diapositivas con muchos años, mudanzas, y muchos niños que las han sobado sin piedad.
Cargada con mi súper ocho empecé a filmar. Pesaba muchísimo y aún la conservo.
Unas vistas fantásticas
Junto al edificio redondo, se construyó luego la Ópera house de El Cairo.
A mi Antonio no se le ocurrió otra cosa que contratar un paseo en camello.
¡Antonio, que este tío me dice que le dé la cámara! Que nos ha costado un pastón.
Mi Antonio tiene un pase, pero yo tengo una pinta criminal. Jajajajajaja. Parece que me hayan tirado desde un avión directamente sobre el camello.
Y en un arrebato de dignidad me quité el trapo que me habían puesto en la cabeza. Mi Antonio se debió de equivocar y trataba al camello como si fuera un pura sangre. ¡Qué estilo! ¡Arreee!
Es todo enorme aunque en la foto no lo parezca.
Foto de rigor ante las pirámides. Falta mi Antonio, que era el fotógrafo.
Entramos a la pirámide de Keops, que es la que estaba abierta, y nos extrañó la ubicación de la entrada. Por lo visto hay varias falsas, por seguridad.
Pirámide de Keops
La esfinge tiene 20 metros de alto, 19 de ancho y 73 de largo. No se sabe con certeza cómo perdió la nariz. Se puede apreciar mejor su tamaño comparándola con los obreros que están trabajando a su lado.
Va siendo hora de marcharnos, pero antes pasaremos por el Museo del Papiro a comprar en la tienda algunos recuerdos.
Nos explicaron como se hacían los papiros a partir de la planta y compramos unos cuantos para las amistades. Quedamos en volver al otro día a recoger...
¡Mi nombre! Aquí, por lo visto pone CARMEN y no seré yo quien lo niegue. Ahora nos vamos al mercado.
Una entrada al Mercado Khan El Khalili, yo creo que comparable al de Estambul en cuanto a tamaño.
Una verdadera locura.
Rapidito cargué con algo. Era muy difícil no comprar.
Había cafeterías.
Todo el cobre del mundo.
Hasta una shisha me fumé. Y sin pudor. Por la noche fuimos a conocer El Cairo la nuit y nos llevó el taxista por una calle repleta de comercios y salas de espectáculos.
La danza del vientre iluminó el espíritu y el cuerpo de muchos.
La orquesta. Me da que el de la flauta lleva collarín.
Y esta fue la que encandiló al personal. No sé por qué.
Otro día fuimos al Museo Egipcio. Aquí en la puerta, y que conste que hago un acto de humildad enorme al poner esta foto, porque estoy tremenda, pero no tengo otra. Documento puro y duro. En el museo no nos dejaron hacer ni una foto, así que voy a poner algunas de internet.
Tumba de Tutankamon
Carro de Tutankamon
Vasos canopos de Tutankamon, y el dios Anubis.
La Ciudad de los Muertos. Un cementerio enorme que se encuentra habitado por familias que viven en los mausoleos y que hacen su vida entre las tumbas. Cuando hay un muerto donde ellos viven, se salen y luego vuelven a entrar. Hay mercado, tiendas, distintos oficios... Y para los niños no es ningún problema jugar entre las tumbas, que lo mismo sirven de mesas que de camas. Importante decir que las siguientes imágenes las he sacado de la página El Bestiario.
La barbería
Es impresionante
Los niños jugando. Nos pareció que en El Cairo no hay clase media. O se es muy rico o se es muy pobre. Y otra cosa también impactante, es que los pobres viven también en las azoteas de los edificios aunque sean muy elegantes.
Los quehaceres diarios. Este cementerio tan particular se encuentra al lado de La Ciudadela.
La Ciudadela de Saladin fue residencia real, pero hoy es solo mezquita. La Mezquita de Mohamed Ali, llamada también la de alabastro. Es el edificio más visitado de la ciudad, cuyas cúpulas recuerdan a las de Estambul.
Los coches conviven con los carros.
Una foto muy curiosa. Hacía tanto calor, que se derretía el asfalto.
Junto al mercado, con la Mezquita de Hussein al fondo.
Cenamos en un sitio muy original. Vimos muchos coches aparcados y nos pusimos en tercera fila. Bueno, pues resulta que te traían la cena al coche. Tres filas de coches cenando en plena calle, con un atasco de narices. Dejamos el taxi con mucho olor a especias y pepinillos, pero al taxista no le importaba. La cena fue divertidísima.
Y hasta aquí nuestro viaje. Nos pasaron cosas que pusieron a prueba nuestro ingenio y de las que logramos salir airosos, pero que se quedan para nosotros. ¿Verdad, Javier?