Un parque de cuento de hadas, fruto de un fracaso urbanístico. El conde Güell proyectó convertir la falda de la montaña en una urbanización de lujo, y encomendó la obra a Gaudí. Serían 60 las parcelas, que en terrazas, tendrían unas vistas privilegiadas sobre la ciudad de Barcelona., pero la lejanía con el centro de la urbe y el inicio de la Primera Guerra Mundial, frenó las ansias de la burguesía barcelonesa por instalarse aquí. Solo se edificaron dos casas: la de Trías y la de Gaudí. Güell ya vivía aquí. Como curiosidad, eligieron el nombre en inglés: Park Güell
Gaudí concibió el parque con un sentido religioso, a la vez que orgánico y urbanístico, y aprovechó el desnivel de la montaña para proyectar un camino de elevación espiritual, que conduciría a una capilla en su cima, que nunca se construyó, y cuyo lugar lo ocupa ahora el monumento al Calvario.
En esta foto aérea se puede apreciar muy bien la disposición de la zona monumental: Escalinata, Sala Hipóstila y, sobre ella, la Plaza de la Naturaleza. A la derecha, estarían las casas de Trías y de Gaudí y, a la izquierda, la casa de Güell, que actualmente es un colegio, y el Calvario. También se ven los dos pabellones de entrada y algunos de los viaductos que Gaudí ideó para comunicar las distintas zonas de la urbanización.
En 1918 los herederos de Güell lo vendieron al ayuntamiento, y en 1920 se abrió al público. Gaudí murió un mes más tarde, atropellado por un tranvía. Es Patrimonio de la Humanidad desde 1984.
La foto aérea está tomada de la página "visitbarcelona".
En la entrada, alineados con el muro, hay dos pabellones. La decoración sorprende, porque nos introduce en el cuento de Hansel y Gretel, con las casitas de los niños y la de la bruja.
Uno de los pabellones era para vivienda del responsable de la portería, y el otro para administración y mantenimiento del parque.
Es un derroche de imaginación.
La escalinata, dividida en tres tramos, con tres fuentes. A ambos lados, una gruta y, al frente, la Sala Hipóstila, o Sala de las 100 Columnas.El lagarto es el símbolo más conocido del parque, y cómo no, el más fotografiado.
Realmente no hay 100 columnas, sino 69. Cada una con una inclinación diferente, especialmente las exteriores.
Gaudí creó esta sala para que sirviera de mercado.
El trencadís está presente en el techo de la sala, así como en muchos espacios del parque. Hay rosetones con el tema de las cuatro estaciones.
He aquí uno de ellos.
Estas columnas, además de sostener la plaza que hay justo encima de ellas, tienen como utilidad recoger el agua de lluvia y transportarla a un gran depósito que hay debajo. Gaudí pensó en todo y cuando el agua llega a un determinado nivel, se expulsa por la boca del lagarto que hay en la escalinata.
Aquí tengo detrás la Plaza de la Naturaleza. Un espacio muy amplio, sin asfaltar, para facilitar la recogida del agua de lluvia. Está rodeada de bancos de trencadís, ondulados, como si fuera una gran serpiente. Se dice que Gaudí sentó en ellos a un trabajador y fue perfeccionando la forma ergonómica que quería darles, para que resultasen cómodos.
La vista desde este lugar es magnífica, con los pabellones de entrada, Barcelona y el mar.
Esta casa que se ve el la de Güell, ahora un colegio. La decoración de los bancos es de las cosas más bonitas de este sitio.
A veces da la sensación de estar subido en una de las tazas de la montaña rusa. Parece que de un momento a otro se va a poner a dar vueltas.
Detrás de estos bancos podemos ver los Jardines de Austria, llamados así por ser una donación de Austria a Cataluña en el marco de la exposición Viena en Barcelona.
Casa Gaudí, que era el piso piloto de la urbanización. Vivió aquí de 1906 a 1925.
No entramos en la casa, pero me fotografié en la fachada.
Nos acercamos a la otra mansión construida: la de Martí Trías i Domènech. Son bonitas hasta las vallas.
Es para observarla bien, detalle a detalle. La decoración nos da idea de lo que podría haber sido la urbanización en su conjunto.
Camino del Rosario. Tanto Güell como Gaudí eran muy religiosos, y hay un camino, a la derecha de la escalinata, jalonado de bolas como cuentas de rosario. En colores rojizos, la Casa Güell. La edificación que se ve a la izquierda no se encuentra en el parque. Es Shinto Tsushin, una agencia de publicidad.
Hay también un tramo con esculturas de Gaudí. Esta en concreto es una cruz que hay en la finca Miralles, ubicada en Barcelona.
Copia de una escultura de la Sagrada Familia.
Gárgola Cabeza de León, procedente de la plaza del parque.
Paseo de las Palmeras
A veces, los caminos son verdaderos laberintos.
Viaducto de Arriba.
Una de las puertas de entrada al parque. La entrada principal se sitúa en la parte baja de la montaña, entre los dos pabellones, pero hay otros ocho accesos.
Antonio y yo en el Viaducto de Arriba.
Ahora entramos a uno de los pórticos más espectaculares: el de la Lavandera. La puerta, según Dalí, se asemeja dos hígados humanos.
Simula una gran ola y tiene dobles columnas.
Se llama de la Lavandera por esta figura que hay en una de sus columnas.
Empezamos a bajar en una espiral de columnas.
Y llegamos otra vez abajo, junto a la Casa Güell.
.En el recreo del colegio. Estos niños estudian en un lugar extraordinario, junto a la escalinata.
En la parte oeste del parque, en una colina, estaba previsto construir la capilla pero nunca se hizo, aunque se pusieron tres cruces y se le llamó El Calvario. Hacia allá vamos.
Las vistas de Barcelona son magníficas.
Por otro lado se ve la Torre de Collserola, que es un centro de telecomunicaciones, y el Tibidabo.
Y desde este lugar tan maravilloso terminamos nuestra excursión. Somos unos entusiastas de la obra de Gaudí, y disfrutamos mucho con esta visita.