3 de agosto de 2010

Viaje a París 2

Y amaneció nuestro segundo día en París.
Al abrir la ventana, buenos días a los de enfrente, una buena ducha y con las pilas cargadas por lo bien que habíamos dormido. Las camas eran estupendas, cosa que agradecimos.
Se quedó en desayunar a las ocho, y allí estuvimos dando buena cuenta de una bollería recién hecha que no tenía ningún pero. Tostadas, mermelada, zumo..............había que preparar el cuerpo para la jornada que se nos avecinaba.
Lo que tocaba hacer era un tour en autobús, bajando en los principales sitios, por la mañana. Por la tarde nos pateamos bastante la ciudad.
A las nueve nos dirigimos hacia la Plaza Vosgos, donde nos hicieron la primera foto a la dos Canales juntas. Por vivir tan lejos la una de la otra, son pocas las ocasiones que tenemos de fotografiarnos así. Como ya no tenemos abuelas, pues diré sin rubor ninguno, que estamos muy guapas, y se nos notaba lo bien que lo estábamos pasando.
Vista aérea de la plaza.

Bueno, pues esta plaza es la más antigua de París y fue el primer ejemplo de programa de ordenamiento urbano en Europa. En el centro, hay una estatua ecuestre de Luis XIII.
Se inauguró con motivo de la boda de este monarca con Ana de Habsburgo, infanta española.
En el norte y sur tiene dos secciones que sobresalen por encima del resto de los edificios, que guardan de forma absoluta las proporciones: son los pabellones del rey y de la reina, con triples arcadas que facilitan el acceso a la plaza.
Después de la sesión fotográfica volvimos al autobús y pasamos por la Plaza de la República.

También por la Plaza de la Bastilla.
Aquí había una fortaleza que fue tomada por el pueblo en 1789. Fue el comienzo de la Revolución Francesa.
En el centro, la Columna de Julio.
Como no bajamos del coche y la foto desde el autobús era muy mala, he puesto ésta, cuyo autor es Kaihsu.
Y llegamos a Notre Dame, que se encuentra en la isla que forman los dos brazos del Sena, en pleno centro de la ciudad.
Aquí se encuentra el kilómetro 0 de Francia.
Había muchísima gente por todos lados y muchos puestos de souvenirs. El personal aprovechó, cómo no, para hacer un pis, detrás de la Iglesia en unos jardines que hay con servicios públicos. Lo he puesto que parece que la gente hizo pis porlos jardines, jajajaajajja.......pues no, que todos estábamos muy bien educados y no hacemos esas cosas.
Hay una campana que se llama "La Campana de Emmanuel", que pesa 13 toneladas y se dice que fue hecha con el oro de las joyas que muchas mujeres parisienses donaron especialmente para este fin. De ahí su brillo.
Las torres miden 69 metro y a una de ellas se puede subir, contemplándose muy bellos panoramas de la ciudad. Nosotros, evidentemente, no subimos por falta de tiempo.
Lo que hicimos fue entrar por la puerta de la derecha, verla por dentro y salir por la de la izquierda.
Este es el panorama que se divisa desde la torre. En la foto, una de las gárgolas, que le dan un aspecto tremendamente misterioso a esta Iglesia.

El interior es espectacular.

Y a la salida, nos encontramos con este friso, en el que San Denis lleva en la mano su cabeza. Cuenta la leyenda que después de ser decapitado, se levantó, cogió la cabeza y anduvo unos kilómetros con ella hasta donde se encuentra ahora la Basílica que lleva su nombre.

Y rapidito al autobús, hacia el Arco del Triunfo.
Esta foto es de los Campos Elíseos, desde la Plaza de la Concordia (se ve el Obelisco), hasta el Arco del Triunfo. La primera mitad de esta calle es una inmensa arboleda, pero luego se alojan aquí las tiendas más prestigiosas y con más glamour de París.
La foto es de Andrzej Barabasz.

Aquí tenemos el Arco del Triunfo mandado construir por Napoleón Bonaparte, en el centro de la Plaza de la Estrella.
Para poder acceder a la isleta donde se halla tuvimos que entrar en una boca de metro y salir ya debajo del arco.
Y henos aquí, delante de la llama al soldado desconocido. De izquierda a derecha: Conchiloli, mi hermana Mari, Rosario y Lolita. Yo estoy delante.
Después nos fuimos a comer al restaurante Le Panorama, en la calle Gerando, cerca de Pigalle. La comida no era ni muy buena ni muy mala, pero claro, imagino que se atendrían al presupuesto que les dieran para el grupo. La verdad es que algún día hubo problemas por la escasez y la falta de calidad de los platos.
Una vez que comimos, en este boulevard, esperábamos el autobús. Es algo que haríamos también al día siguiente.

Y nos apearon por la Plaza de la Ópera para patear un poco la zona, lo cual agradecimos, porque estábamos ya de autobús un poquitín hartos.
Fuimos a ver las Galerías Lafayette, con su gran cúpula, que nos encantó. Las compras, ni nombrarlas, que había que correr para ver todo lo que había planeado esa tarde.
La foto es de Vouter Hagens.
Este es el edificio de La Ópera, llamado también La Ópera Garnier, por el arquitecto que la construyó. No la pudimos ver por dentro, pero algunas personas que dedicaron otra mañana a verla, nos hablaron muy bien de las preciosidades que encierra. Se me queda pendiente para una nueva visita.
Foto de Eric Pouhier.

Y aquí yo, diciéndole a mi hermana que corriera para hacerme la foto, que la gente ya iba unos metros por delante y nos perdíamos. ¡Qué estrés, por Dios!

Desde la Ópera fuimos bajando hasta la Plaza Vendôme, que es el paraiso del lujo parisién.
En el centro está la columna Vendôme, imitando a la columna de Trajano, con Napoleón en lo alto, para conmemorar la victoria en la batalla de Austerlizt.
La mayoría de las fachadas son monumento histórico.
En el número quince, se encuentra el primer Ritz que se construyó, y yo creo que todos recordamos la imágenes de Diana de Gales saliendo con su acompañante de allí antes de estrellarse en el Puente de L'Alma.
Es la mayor densidad de lujo por metro cuadrado.
Unos escaparates donde las joyas son espectaculares, y donde la palabra bisutería no existe, y si existe es tan cara como la joya auténtica.
El hotel Ritz está donde se ven los toldillos blancos.

Y fuimos bajando hasta la Rue Rivoli, y allí, mi hemana y yo nos despistamos para llegar pronto a la Plaza de la Concordia y al Jardín de las Tullerías, porque el día anterior, en nuestro paseo maratoniano hacia el Louvre, habíamos visto sillones alrededor de los lagos y nos apetecía mucho sentarnos. Rue Rivoli.

La Plaza de la Concordia está junto a las Tullerías.
Aquí fueron ejecutados Luis XVI y Mª Antonieta.
Cuando se terminó el terror, la Plaza de la Revolución se rebautizó como Plaza de la Concordia.
Es la fuente sur y al fondo, por la calle Real, se ve La Madeleine.
¡Uf! Pudimos coger dos sillones y sentarnos plácidamente a descansar y a hablar de nuestras cosas.
Al fondo, el Louvre.

Quedamos a las siete en el autobús, y nos fuimos a cenar al Panorama. Después nos llevaron
hasta el puente de L'alma, al embarcadero de los Bateaux-mouches.
Había mucha cola, pero pudimos acceder sin problemas a la embarcación.

Fue una experiencia maravillosa admirar desde el río los bellísimos edificios parisinos, con su acertadísima iluminación, así como comprobar que el Sena es la vida de la ciudad de París. Sus orillas estaban llenas de gente de procedencia diversa, que disfrutaban tanto en una boda como de una verbenas o de reuniones parecidas a los botellones de aquí, pero bastante más fino.
Sentados en el borde, muchas parejas se hacían arrumacos sin importarles si el barco que pasaba por delante llevaba una persona o cien.
El trayecto duró alrededor de una hora, y en ese tiempo un guía nos fue detallando en varios idiomas lo que íbamos viendo.
La vista de la Torre Eiffel iluminada es muy emocionante, y eso que no era lo que más me atraía del viaje a París.
El barco, a su paso por la Samaritaine, que fue un gran centro comercial, actualmente cerrado.

La Conserjería. Primero fue palacio real y luego prisión. Aquí vivía también el Conserje, que vigilaba a los prisioneros. Durante la Revolución Francesa, estuvo considerada la antesala de la muerte, y de hecho, Mª Antonieta estuvo presa aquí. Se encuentra en la Isla de la Ciudad.

Una kermesse a la orilla del Sena.

El Museo D'Orsay, cuya visita la programamos para el domingo por la mañana.

Se nos antojó muy corto el paseo, pero no nos dejaban repetir, así que muy obedientes nosotras, montamos de nuevo en el autobús que nos trajo al hotel.
A descansar, que mañana será otro día.