En los años de la adolescencia creamos unos lazos afectivos cuyos recuerdos nos acompañan el resto de nuestra vida ¿Por qué? Quizás porque a esa edad, nuestro grupo o pandilla, como se decía entonces, llega a ser más importante para nosotros que la propia familia; o quizás el motivo sea que estamos mucho más predispuestos a recibir y dar cariño, y en esa etapa difícil en que nos creemos incomprendidos por los mayores, ellos son nuestra válvula de escape y nuestro apoyo.
28 de febrero de 2011
Mis compañeros de viaje
Sea por lo que fuere, a esos amigos no los olvidamos a pesar de los años transcurridos, y los llevamos con nosotros a través de los recuerdos o de las anécdotas que entonces nos sucedieron, y de forma inconsciente, guardamos sus caras y sus formas de ser como un tesoro, en esa mochila invisible que conforma nuestro bagaje de viajeros por este mundo.
Mis queridos compañeros de viaje no están todos en esta foto, pero sí la mayoría:
Ascensión, José Tomas, Amparo, José María, Antonio, Miguel Ángel, Ernesto, Finita, Manolo, María Teresa, , Francisco Manuel, Aurelina, Matías, Pilar, Mari Carmen, Virtudes, Abelardo, Constantino, Antonia, Gregorio, Antonio y María del Pilar.
Alguno falleció, con otros seguimos en contacto, y a algunos les perdí la pista, pero poco a poco los voy encontrando. Para todos ellos mi sonrisa de oreja a oreja y un besazo.
¡Ah! Yo soy la enfermera, y mi Antonio el africano.