10 de abril de 2011
Días en Torrevieja
El domingo por la tarde recibimos una llamada que nos llenó de pena y nos trajo a la memoria con infinita nostalgia, momentos pasados. Había muerto la Chacha, la persona que entró en la casa con 14 años y que estuvo con nosotros hasta los 89. Naturalmente preparamos el equipaje y nos vinimos a Callosa para asistir a su entierro. Todo el viaje hablamos de ella, de cómo crió a dos generaciones y se quejaba de que no la dejaban continuar ya con los más pequeños de la familia. Fue una madre para todos y la recordaremos siempre con alegría, porque ella era una persona con un gran sentido del humor.
Cuando fuimos a verla, la acompañaban muchas personas a las que yo conocí siendo una niña, y que se acordaban perfectamente de mí, pero me hacía gracia porque todos me llamaban "Luisita". Ahora que la sociedad nos ha vuelto tan impersonales, encontrar a alguien que me llamaba por ese nombre, me devolvió a mi infancia.
Cuando era una adolescente tuve algunos problemas con eso, y me ha costado explicar muchas veces el por qué unas personas me llaman Luisita y otras Carmen. De cualquier modo me agradó y todavía es mucha gente, entre ellas mi propia hermana, que me llama así.
Y ya que estábamos aquí, decidimos quedarnos unos días por estas tierras descansando y disfrutando del buen tiempo que hace.
No hay mucha gente en Torrevieja todavía, y quizás por eso da gusto pasear por sus calles y bajar a la playa a tomar el sol un rato, sin las aglomeraciones de los meses de verano que a veces llegan a agobiarme. Me encuentro muy agusto ahora y voy a aprovechar la tranquilidad.
El miércoles estuvimos en Cartagena, y el fin de semana lo hemos pasado visitando a los amigos.
Mañana... ¡Quién sabe! Es lo bueno de estar jubilados. Decidimos y hacemos lo que nos apetezca en el momento.