Hay malpensados que tergiversan el sentido de las palabras, lo mismo que la mujer que denunció a su marido maltratador cuando la llamó zorra. ¿Por qué se sintió ofendida si lo que su pareja quería en el fondo era alabarle su poder intuitivo, su astucia y su inteligencia? Menos mal que el juez se lo dejó claro, porque ella creía que su marido la había insultado llamándole algo parecido a puta. Pues a lo mejor puta tampoco es un insulto: persona que se dedica al comercio, o sea, que si le compran la mercancía, pues la vende. ¡Vivan los eufemismos!
Se me ocurren derivados de zorra: zorrón, zorrita, zorrona... y todos, aunque el primero sea masculino, son nombres que definen las cualidades femeninas que tanto gustan al magistrado. Cosa distinta sería si nombráramos a un zorro: lo primero que se nos viene a la cabeza es Antonio Banderas, y nos importaría un pepino que fuera astuto o no.
Los tiempos adelantan que es una barbaridad, y lo que antaño fuera insulto, ahora es elogio.
Pues nada, queridas amigas zorronas, un abrazo para todas y que le caiga un leño al cabrón del juez.
Según la RAE, cabrón es el macho de la cabra, o sea, un pobre animalico de Dios.