Cuando mi hija Marina se independizó, arregló su casa con bastante buen gusto, e hizo un cuadro para el salón muy personal y con un resultado que me agradó mucho.
Sobre blanco pintó la espiral central, más tarde el círculo rojo y luego el naranja, repartiendo en todo el espacio la letra de una canción con su propia letra, que a mí me parece una preciosa declaración de amor.
Llenamos el caldero
de risas y salero
con trajes de caricias rellenamos el ropero.
Hicimos el aliño
de sueños y de niños
pintamos en el cielo la bandera del cariño.
Las cosas se complican si el afecto se limita a los momentos de pasión.
Subimos la montaña
de riñas y batallas
vencimos al orgullo sopesando las palabras. Pasamos por los puentesde celos y de historias,
prohibimos a la mente confundirse con memorias.
Nadamos por las olas de la inercia y la rutina, con la ayuda del amor.
Vivimos siempre juntos,
y moriremos juntos,
allá donde vayamos seguirán nuestros asuntos.
No te sueltes la mano
que el viaje es infinito,
y yo cuido que el viento no despeine tu flequillo,
Y llegará el momento que las almas se confundan en un mismo corazón.