29 de abril de 2013

Rásquese usted


Cuando oigo hablar de la igualdad entre los hombres y las mujeres, pienso en todas las cosas que nos separan para llegar a esa igualdad, pero algunas, no por cotidianas son menos importantes, y a veces puede ponernos en más de un apuro.
Se habla mucho de los salarios desfavorecidos de las féminas, de la falta de corresponsabilidad en las tareas domésticas de los hombre,
del lenguaje de género tan cacareado en internet, de la difícil conciliación entre la labor de madre y trabajadora... muchas cosas por las que hoy luchamos las mujeres y también muchos hombres, porque aunque no sean demasiados, también los hay por la labor de reconocer que un poquito más de chicha no afecta a la calidad del cerebro.
A mí no me gusta frivolizar las cosas, líbreme Dios, pero hay algunas en las que todas estamos de acuerdo aunque por decoro no las digamos. Y es que el decoro todavía sigue afectando más al género femenino que al masculino. A mí misma, me está costando horrores abordar el tema, pero sin más dilación voy a ir directa a él,  a riesgo de que algunos me tachen de vulgar y de ordinaria.
Porque, ¿qué mujer no ha ido por la calle haciendo juegos malabares con las piernas porque se ha pillado un pelillo y a cada paso que da le tira en la ingle?  Eso lo sabe la que lo pasa, y creo que no nos libramos ninguna, pero a ver quién es la valiente que se echa mano a la bragueta para desatascar ese pelo que se ha metido donde no debía. ¿Alguien se imagina a una mujer haciendo eso por la calle? ¿A que no? Sin embargo estamos hartos de ver a los hombres rascándose los huevos en público como la cosa más natural.
¿Cuántas veces no se nos ha metido la tira del tanga en la mismísima raya, a punto de partirnos en dos el trasero y hemos sido incapaces de por encima de la falda arreglarnos el entuerto? Esperamos a llegar a una pared que nos proteja por un flanco  y miramos con disimulo hacia atrás esperando el momento en que con un ágil movimiento nos podamos dar el tirón que nos libere del la perversa tira. Todo menos reconocer que tenemos un problema "ahí".
Por eso digo que las mujeres no seremos iguales a los hombres hasta que cuando nos pique donde nos pique,  no nos rasquemos con la misma tranquilidad que se rascan ellos.
Parece una tontería, pero es fiel reflejo de la sociedad tan hipócrita en la que nos ha tocado movernos y desde aquí animo a las señoras a rascarse cuando y donde les venga en gana.
Una vez compré una mano rasca huevos para regalarla, y le tocó a alguien conocido. No voy a decir a quién, jejejejejejejeje.