17 de abril de 2013

Cuñao...

¡Qué semana tan triste y qué impotencia tan grande al ver cómo se escapaba la vida de un ser tan querido!
Porque mi cuñado Manolo era una de esas personas que por donde pasaba dejaba la huella de su gran humanidad. Un ser generoso que se daba sin reservas a familiares y amigos, y que en estos momentos tan complicados le han devuelto el amor que de él recibieron en vida,
como no podía ser de otra manera. Allí estaban  consolándonos de esta pérdida tan injusta y tan temprana, haciendo más llevadera nuestra tristeza.
Las lágrimas se empeñaban en anegar nuestros ojos, y el dolor tan grande que nos aprisionaba el pecho nos obligaba a suspirar mientras pronunciábamos su nombre.
Cuñao... te miro a los ojos, tan limpios en esa foto, y es como quiero recordarte. Como fuiste antes de que la puñetera enfermedad te acorralara y te venciera.
Me llamabas "cuñá", con esa voz tuya tan particular, y que yo sentía tan dulce y tan llena de cariño. Tres días antes de morir, todavía la pronunciaste y sentí una gran emoción al escucharla, bajito, ya con muy pocas fuerzas, pero que llegó hasta mi alma con más ímpetu que nunca.
A tu hijo le has dejado la mayor herencia que un padre puede legar: el ejemplo de tu vida y el orgullo por el apellido que lleva, porque has conseguido que llamarse Hidalgo sea sinónimo de honradez, de clase, de lealtad... de una persona grande, consecuente con los valores morales imprescindibles en las personas de bien.
Tu mujer, que tan fuerte ha sido durante estos meses y que me ha dado una lección de entereza estos días que no olvidaré nunca, tendrá que acostumbrarse a vivir sin tu presencia física, pero has llenado tanto su alma y su corazón, que te sentirá siempre cerca. Conociéndote sé que seguirás a su lado para cuidarla.
Te hemos querido tanto, que a veces no hemos sido siquiera conscientes de ello, hasta ahora, que nos has dejado. Para tus sobrinas serás también un espejo de conducta, tan válido como el de su padre, y te recordarán siempre como el tío que las quiso con locura y que además supo demostrárselo.
Cuñao... cuñao... un beso.