17 de noviembre de 2009

La Cagonlaleche Cap III




Jacar:
Las lagrimas me corren por la tez... pero podríais precisar realmente cuales fueron los instrumentos que utilizasteis de la famosa bolsa de Altair (Un inciso para precisar que Altair lleva siempre consigo una bolsa roja, de la que puede sacar las cosas más inverosímiles)...... desaladora, navaja multiusos, chalecos, aperos de pescar, linternas, cordeles, gorros, cremas, protectoras, gafas, vendas, escarpines, guantes, silbatos, pegamento, cuchillos, repelente de tiburones, etc, etc,????

Altair:
Pues hete aquí que nos encontrábamos a punto de la extenuación en aquella mar, tras el desgraciado abordaje y hundimiento postrero de la pequeña goleta de nuestro Rapperrr... Iñigo, de más fina estampa que nosotros, se encontraba muy hipotérmico, temblaba. Rapperrr. de una contextura física de más enjundia soportaba algo mejor la ya larga mojada y yo, acostumbrado a la pesca submarina resistí, como pude tan largo remojón...
El caso es que vimos acercarse al casco blanco de una hermosa goleta, llena de trapo cual si fuera una pava... Le hicimos señales con el gallardete y varios pitos de nuestros chalecos salvavidas autohinchables...( Rapperrr, no se acuerda...por darle más dramatismo al asunto comentó lo de la rueda del timón de caoba...pero llevábamos un chaleco Plastimo de 250 Newtons cada uno...) Vimos con alegría que la goleta arriaba el trapo y evolucionaba para darnos su estribor...donde extendieron su escala real...
Pudimos apreciar a la Capitana con un traje de agua Musto GPX, de color rojo que hacía contraste con su cabellera rojiza enfundada por una graciosa boina negra con las insignias de la Armada...
La verdad es que los que nos echaron los cabos y mandaron unas guindolas fueron dos marineros negros, altos como torres, que luego supimos que eran calabares.( Por cierto, que tras varios días entablamos una seria y respetuosa amistad con los gigantes negros...)
La Capitana del traje rojo, perfiló la maniobra y ayudada por su jefe de Guardia...un hombre de mediana edad de pelo negro ensortijado...con jersey de marino azul, gorra de plato de paño, barbado entrecano y de nombre Silvano ( Qué gran persona el Capitán Silvano...!!!!!) Una vez a bordo, en cubierta, nos arroparon con unas mantas y nos llevaron a la cámara de estribor, donde la Capitana Lucía, nos preguntó nuestros nombres y se encargó de que los marineros de color nos atendieran como si fuésemos de la tripulación.
Aparecieron ropas secas, caldos calientes reconfortantes, alguna copa de ginebra y ron...y poco a poco nos vimos reconfortados tras nuestro desgraciado accidente.
Siempre estuvimos acompañados por Lucía...
Cuando se despojó de su chaquetón rojo, pese a nuestro estado lastimoso, nos dimos cuenta de sus hechuras y de su guapura... Creo que revivimos antes al verla a ella...era para levantar a un muerto aquella mujer... Me acuerdo que caí en un dulce sopor al vernos salientes de los momentos plenos de adrenalina y estar abrigados por aquellas atenciones y abrazados por el calor humano y la belleza de aquellas almas.
Caí dormido en aquella litera...muy ancha, con ropa limpia, seca y cálida y tapado por aquella manta de forro polar con el nombre de "Cagonlaleche"...tan acogedora... me dormí.

Cagoleta:
Atónita me encuentro al ver el nick que los astros me han deparado. Yo, que soy mismamente el savoir faire, contemplo con estupor cómo la conjunción del nombre de mi goleta y la idem, ha dado como resultado semejante nombre: CAGOLETA. Pero en fin, vamos a lo que me ocupa y que me ha traído otra vez por estos mares de tan gratos recuerdos para mí.
Eschuché a las estrellas que estoy siendo causa de evocaciones nostálgicas en la taberna de un puerto, aquí en la tierra.
Yo era Luccía, el objeto deseado de unos marineros (algunos hoy capitanes), inteligentes, amables y despiertos. Tan despiertos que en el fondo siempre dudé de si lo que ellos verdaderamente esperaban ganar de mis favores eran: la villa, el libro y la goleta, o yo misma. Hay algo que tengo que desvelaros, algo que creo necesario e imprescindible que sepáis: el por qué del nombre CAGONLALECHE.
El día que estrené la goleta pensé mucho en cómo la llamaría; quería que fuese sonoro, evocador, impactante.
Llegó la noche y cuando el susurro del agua acariciaba mi sueño, un ruido vino a turbar mi descanso y escuché una voz pidiendo auxilio. Presurosa me vestí, pues en el interior del barco suelo llevar únicamente un exiguo tanga, y subí a cubierta. Por la popa distinguí un bulto negro que resultó ser un pescador submarino luchando por mantenerse a flote, y con ayuda de dos marineros negros que siempre me acompañaban dentro y fuera del barco, lo subí a cubierta y comencé a practicarle los primeros auxilios. Pude ver que era un hombre moreno, corpulento, la verdad es que estaba muy bien terminado y yo me apliqué bastante al hacerle el boca a boca y otras cosas que no vienen al caso, sólo, bien es cierto, con el fin de reanimarle. De pronto, entre sus labios y los míos resonó ¡¡¡CAGONLALECHE!!!. Me aparté y contemplé cómo el color y la vida volvían a su cuerpo mientras el seguía:" ¡¡¡¡¡¡CAGONLALECHE!!!!!!, ¡¡¡¡¡¡CAGONLALECHE!!!!! Esos hijos de puta no me han esperado y han zarpado sin mí".
Según me contó luego, era pescador de perlas y estaba sumergido cuando se percató del exceso de tiempo que llevaba bajo el agua. Subió a la superficie, pero su barco había partido sin él.
Poco a poco se recuperó y continuamos viaje, surgiendo entre los dos la más desatada de las pasiones, que nos hacía entregarnos el uno al otro con la desmesura de los locos.
A los dos meses tocamos puerto y él hubo de quedarse en tierra mientras yo seguí mi rumbo. Nunca le olvidé y desde entonces, el mascarón de proa de mi goleta llevó esculpidas sus facciones y nació la CAGONLALECHE.
Años más tarde conocí a Rapperrr, Altair e Iñigo, que rebasaron todas mis expectativas de amistad, amor y sexo. Tampoco ellos conocían la historia que os he contado ni el nombre de ese capitán que ahora navega conmigo por las estrellas, donde el espacio y el tiempo se rindieron para siempre a nuestro amor.

Alguien
Evidentemente, los versos de esta cancion, tuvieron que ser escritos por alguno de los tres amantes. Como llegaron luego a manos de Joan lo desconozco.
Vuela esta canción para ti, Lucía.....
la más bella historia de amor que tuve y tendré;
es una carta de amor que se lleva el viento
pintado en mi voz a ninguna parte, a ningún buzón.
No hay nada más bello que lo que nunca he tenido,
nada más amado que lo que perdí ;
perdóname si hoy busco en la arena
esa luna llena que arañaba el mar.
Si alguna vez fui un ave de paso,
lo olvidé para anidar allí en tus brazos;
si alguna vez fui bello y fui bueno,
fue enredado en tu cuello y en tus senos;
si alguna vez fui sabio en amores,
lo aprendí de tus labios cantores;
si alguna vez amé,
si algún día después de amar amé, fue por tu amor
Lucía Lucía............
Tus recuerdos son cada día más dulces,
el olvido sólo se llevó la mitad,
y tu sombra aún se acuesta en mi cama con la oscuridad ,
entre mi almohada y mi soledad.

Wrecked:

Veo que al fín confiesas, tabernero taimado.

Yo doy fé de la veracidad de Iñigo y Altair, pues la casualidad me condujo a compartir muelle con la Cagonlaleche en la Isola de Favignana en aquel inicio de otoño inolvidable. Vosotros erais huéspedes invitados en la Villa Florio, que aún domina, con su marchito esplendor, el pequeño puerto atunero.

La signora Lucia había participado con poca fortuna en el Rally Targa Florio, y Don Ignazio la invitó a reponerse de ciertas dislocaciones óseas en su isla. Desde mi mugriento Tramp-steamer os ví muchas veces salir para fondear en Cala Rossa. El mismo lugar donde una legión de obreros medio esclavizados cortaban la piedra que había de ser mi cargamento. Por cierto, ¿qué era aquella bebida rojiza que tomábais con tanto ceremonial a la una en punto del mediodía? ¿Qué misterio rodeó vuestra precipitada marcha? ¿Tuvo que ver con la extraña cólera que Don Ignazio desplegó en los días siguientes?

Rapperrr:

Jeje, parece que Iñigo se ha quedado mudo. Quizá no logra comprender la trascendencia que sus revelaciones iban a provocar en esta mesa de contertulios, de esta taberna de gente de mal de vivir.

A Cagoleta, quizá en otro vida Lucía ...la profunda impresión de sus revelaciones, sobre sus devaneos amorosos con el macizo y corpulento pescador de perlas Jacar, me impiden contestarle en este momento.

Iñigo:

Disculpad mis silencios. Las lágrimas me impiden articular palabra. La súbita aparición del espíritu de Lucía me ha dejado trastornado... Intentaré proseguir con nuevas revelaciones en cuanto esté repuesto. Un saludo

N'Guebo:

Aun no puedo dar crédito a lo que leen mis ojos... Luccía, mi Ama...en boca de Corsarios.

Mi nombre es N'Guebo, hijo de príncipes Nubios, nieto de Reyes. Mi linaje procede de un pueblo orgulloso y rebelde de la célebre región de Numidia-La-Ghana. Fui esclavo de Luccía a bordo de la Cagonlaleche, en las fechas en que acontecieron los hechos que aquí relatáis. Esclavo de sus ojos y de la pureza de su alma. Tanto yo como mi primo Mo'Kele fuimos comprados a nuestros captores por un comerciante Turco en el estrecho del Bósforo. Decidieron hacerme eunuco, y, esto unido a mi condición de rebelde esclavo, provocó el apelativo que me engalana. Yo soy uno de esos "dos negros" que los náufragos furtivos mencionan con tanto desdén.

Embarqué con Luccía y Mo'Kele cuando una tarde, se apiadó de nosotros y nos liberó de nuestra prisión en Estambul. Desde entonces fuimos suyos por decisión, pues le debíamos la vida y el alma. Recuerdo a los sicarios del mercader corriendo tras nosotros con sus dagas desenfundadas en una frenética carrera hacia el puerto. Aun puedo ver el gesto de arrojo y decisión de Luccía, saltando sobre los norays y largando amarras, alejando la nave del muelle y librándonos de una horrible muerte por sólo unos metros.

Navegamos por el Mediterráneo en eternos atardeceres adorando a Luccía, oyéndole recitar versos y refrescándola con abanicos de plumas en la cubierta de popa. Son incontables las puestas de sol en que contemplaba sus labios carnosos y sus ojos negros y profundos, su cabello reflejando los últimos estertores del sol moribundo mientras sonreía complacida con nuestras atenciones y cuidados.

Estuve allí observando cómo recogió a los náufragos que tanto cambiaron nuestras vidas. Supe enseguida que los tres se prendaron de ella y mis ojos escrutaban la noche cual depredador felino en sus idas y venidas por la goleta, en busca de los favores de mi ama. Es cierto que su alma generosa trascendía a la humana comprensión, pero algo hubo entre ellos que superó mis previsiones.

Les legó su libro más amado, el que más disfrutaba en los atardeceres. Les legó su casa, y por fin su Goleta. Mi primo y yo desembarcamos libres en Carloforte, al saber que no veríamos nunca más la sonrisa de Luccía. Espero que se halle con sus antepasados y celebre desde allí este homenaje a su memoria. N'guebo.

Continuará........