Cada día son más numerosos los artículos de alimentación que lucen en su tapa la etiqueta de "abrefácil", cuando son más bien "abreimposibles".
Empecemos por la leche, que nos viene cómodamente preparada con: esquinita con puntos, que ya de por sí la desechamos porque de todos es sabido que como no tengas unas tijeras a mano, te quedas sin dedos; tapita a presión, que se supone hay que levantar hasta que haga click, más o menos en vertical al cartón, pero como se resiste, la seguimos levantando y se va ya la tapita a hacer gárgaras; tapón de rosca, que una vez conseguido abrirlo, que ya es tarea dificil porque están muuuuuuu apretados, dentro tiene una anillita de la que hay que tirar para que abra el plástico que tapa el agujerito, pero naranjas de la china, porque la anilla se rompe en un plis plas y hay que cortar el plástico con un cuchillo. Y todos presentan el mismo problema a la hora de echar la leche en el vaso. Si vamos al ritmo del brick, desayunaremos problablemente mañana, y si lo aceleramos un pelín, pero sólo un pelín, nos cae la leche en cualquier sitio menos en el vaso. Por poco que se apriete, se pasa uno.
Las latas: un abrefácil maravilloso para abrirse de paso algún dedo. La anillita de marras, está siempre preparada para no abrir lo suficiente como para sacar el contenido, y tener que arrastrarlo con un tenedor. Ni se os ocurra tirar un poco más, que ahí si que os pilla fijo, encima con las manos pringaditas de aceite. Han sacado unas que son de papel, estupendas, y se puede tirar las veces que se quiera sin que peligre nuestra integridad física, pero sólo las he visto en una marca de atún y en otra de pimientos de piquillo. Lo mejor es usar un abrefácil, para abrir el abrefácil sin peligro. Al módico precio de tres euritos. Os pongo el producto en su envase original por si lo queréis comprar antes de que os rebanéis graciosamente un dedo.
Ahora muchos fiambres también llevan abrefácil, pero unos abren más que otros, y te dejas ya los ojos averiguando de qué esquina se tira, que tiene su mérito. Algunos hay que abrirlos con un cuchillo, cuando ya tenemos los dedos dormidos de tanto tirar del plástico.
Las galletas y otros productos llevan una tira troquelada para tirar de ella, pero cuando lo hacemos se nos rompe a mitad y acabamos dando un tirón a la caja rompiéndola, por supuesto.
Los artículos de informática suelen estar envueltos en unos envases de plástico, que más bien parecen cajas fuertes y que no hay quien los abra. Después de haberos dejado los dientes en el empeño, probad con un abrefácil para abrefácil de plásticos duros.¿Y los juguetes de los niños? Está bien que se aseguren de que no los vayan a robar, pero eso es una cosa y otra protegerlos como si del Santo Grial se tratara. ¿Quién de nosotros no ha estado nerviosito perdido soltando los mil y un cables que sujetan a un muñeco por el cuello, por las muñecas, por los tobillos, por las caderas... a la caja, mientras nuestro querido niño grita y grita porque le parece que somos muy lentos a la hora de abrir algo tan fácil? Y como el muñeco lleve complementos, para cuando hayamos terminado, el niño se habrá aburrido y querrá otro juguete.
Seguro que me dejo muchas cosas, pero es que hoy me he cortado con la famosa anillita abrefácil, y me he parado a pensar si verdaderamente los comerciantes buscan nuestra comodidad o es una excusa para controlar la especie humana.
Mañana, cuando abráis la leche, despacito que al apretar... ¡Chopsssssssss!... ¡A la encimera!