Cuando estuve el verano pasado, me gustó tanto esta ciudad, que prometí volver pero esta vez con mi marido, y lo he cumplido.
Un viaje preparado con minuciosidad, con unos objetivos muy concretos que nos satisfacieran a los dos, con las reservas hechas por internet para no guardar colas en los sitios que íbamos a visitar, y con la ilusión de pasar una semana inolvidable, como así ha sido.
Alquilamos un apartamento en la Rue Saint Honoré, en el mismo centro de París, y desde allí nos hemos movido con total comodidad por toda la ciudad. A dos pasos teníamos líneas de metro y autobuses que nos llevaban a los lugares que nos quedaban algo alejados, por decir algo, porque prácticamente todo lo teníamos a la mano.
Nos esperan cientos de fotos preciosas por clasificar, pero poco a poco lo haremos e iré subiendo algunas.
La que he puesto pertenece a la noche que cenamos en el restaurante del piso 56 de la Torre Montparnasse, con unas vistas inigualables de París.
Cuando se empieza a preparar un viaje, ya se empieza a disfrutar de él, y yo he disfrutado muchísimo planificando éste: los itinerarios, los planos, la búsqueda del apartamento, los vuelos, las reservas de los Parishuttel, de la entrada a la Torre Eiffel, de la Ópera Garnier,y de la cena en El Cielo de París. Todo lo hice por internet, y todo resultó perfecto.
Algunas cosas como el paseo en los Bateaux Mouches preferí hacerlo allí mismo puesto que para eso no suele haber muchas colas, y dependía del tiempo, ya que no queríamos ir en un barco cerrado. También en ésto hemos tenido suerte: unos días espléndidos y con temperaturas muy buenas. Hoy, cuando estábamos en Orly esperando el embarque, hemos visto que llovía, pero ya nos daba lo mismo. Nuestra escapada había finalizado y nos despedimos así, de un París lluvioso.