Lo que voy a escribir a continuación puede parecer una nimiedad, pero yo creo que es muy importante.
Nos afanamos en enseñarles a nuestros críos, que con el semáforo en rojo no se puede pasar, y pacientemente esperamos, cuando les acompañamos, a que salga el hombrecito verde. Qué civilizados somos cuando los niños son los nuestros.
Sin embargo, nos importa un pito cuando no vamos con ellos, cruzar malamente aunque haya otros niños esperando y seamos un pésimo ejemplo a seguir.
Se produjo hace unos días una situación comprometida para una señora, fruto de esa mala costumbre: esperaba mi nieta correctamente, cuando la mujer se puso a cruzar, y la niña la llamó y le dijo que lo estaba haciendo fatal, hasta el punto de que la señora echó hacia atrás y le dijo a la niña que no se había dado cuenta. Mi nieta tiene tres años.
¿Es que sólo nos importan las reglas cuando atañe a los nuestros? Tenemos que ser conscientes de que la mejor forma de meterles en la cabeza que no deben de cruzar en rojo, es predicando con el ejemplo, y que podemos tirar por tierra la labor de los padres y educadores, infrigiendo nosotros las normas.
Por eso yo ruego a todos, que cuando estéis en un paso de peatones y haya niños, por el bien de todos, de los ajenos y de los propios, os aguantéis las ganas de cruzar en rojo y lo hagáis de forma correcta para que ellos vean que eso es lo adecuado.
El ejemplo es la mejor enseñanza.