Por la mañana pusimos ruta a Homestead para entrar por esta zona. Es un parque protegido con una fauna y flora muy peculiar, una reserva del planeta que hay que conservar.
Con el fin de aprovechar bien el día, pensamos bajar luego a comer a los cayos, pero vayamos por partes.
Fuimos hacia el sur y al pasar Florida City, ya vimos el indicador del parque.
A mitad de camino paramos en Robert is Here, una tienda de frutas tropicales donde hacen unos batidos espectaculares.
La persona de la barba es Robert, el alma de la tienda.
Árbol de guanabanas
Distancia a diversos lugares
Robert en plena faena
Cuál de todos, más rico
Aquí eliges lo que quieras, te dan un número y te llaman. Mi Antonio saboreando un batido
Seguimos por la carretera y ya nos encontramos con el cartel de la entrada al parque.
En esta caseta tuvimos que pagar 25 euros por el coche. Es válido para una semana.
Nos dirigimos primero al Centro de Visitantes Ernest F. Coe para recoger información.
Entrada al centro
Antes de entrar, nos encontramos con esta placa dedicada a Ernest F. Coe, quien luchó mucho a lo largo de su vida para preservar esta zona.
Interior
Como desde aquí se puede llegar hasta Flamingo, hay un cartel muy curioso con el nivel de mosquitos.
La pantera de Florida, cuyas señales están por todas partes, pero que no vimos.
El pato que se ve es un anhinga, un ave típica de este lugar y que da nombre al camino que íbamos a recorrer. Se llaman también pájaros serpiente porque nadan sumergidos y, al dejar fuera el cuello y la cabeza, parecen serpientes.
De Royal Palm parten dos caminos. Me advirtieron que el Gumbo Limbo estaba llenito de mosquitos, así que escogimos el Anhinga Trail. A pesar de eso, nos embadurnamos bien de protector y empezamos a caminar.
Yo no quería ver a los caimanes subido en un airboat ni ver un show en la Granja de Alligators porque quería contemplarlos en su hábitat, al natural, y de paso ver las aves y la fauna de los Everglades. Actualmente, los airboats se tienen que limitar a los exteriores del parque, ya que tienen prohibida la entrada por el impacto ambiental que supone.
Empezamos a ver caimanes
Tengo que reconocer que iba con un poco de miedo porque había visto imágenes de caimanes cruzando el sendero por donde íbamos, pero como eran horas centrales del día, hacía mucho calor y salían menos a tierra.
Junto a un anhinga. La hembras tienen más plumas marrones y los machos son más negros, pero ambos con rayas en las alas. Salen con mucha frecuencia del agua para secarse.
Anhinga y un caimán en el agua
De cerca impresionan bastante
Un anhinga nadando. Despliegan la cola y las alas dentro del agua.
Anhinga pescando. Tienen un pico muy puntiagudo y atraviesan con él a los peces.
Compramos en la tienda unas cosas y nos bajamos a los cayos.
Había una tienda con cosas muy ricas
Comimos muy bien. Y cuando terminamos emprendimos el viaje de vuelta a casa.
Pero antes...
Nos tomamos una coladita en una cafetería cubana.
También hicimos una parada en esta tienda donde compramos algunos recuerdos para los amigos.
Y ya nos fuimos a casa, donde Amparo nos esperaba para ir de compras.
Fue nuestra última tarde en Miami.