Mientras esperábamos que viniera nuestro barco, dimos cuenta de los bocadillos y las cervezas y nos embarcamos.
Hacía una noche magnífica y pudimos ir con el techo descubierto. Llegamos al Puente Alexander III dedicado a este Zar. La primera piedra fue puesta por el Zar Nicolás II. En 1975 fue declarado Monumento Histórico de Francia, y une la explanada de Los Inválidos con Le Gran Palais y Le Petit Palais. Es el símbolo de la Belle Époque, y tiene un único arco. Hay unas estatuas que representan a las ninfas del río Sena y a las ninfas del río Neva. Lo iluminan 32 candelabros de bronce, y en los extremos tiene cuatro columnas cuadradas con Pegasos de bronce en la parte superior.
Una foto curiosa, con la Tore Eiffel entre los pilares del Puente AlexanderIII
A nuestra derecha aparece La Asamblea de París, o como también se le llama, el Palacio Bourbón. Es la Cáma Baja del Parlamento francés. Se construyó antes de la Revolución Francesa en estilo neoclásico, y posteriormente, Napoleón Bonaparte modificó la fachada principal con las 12 columnas y el frontón. Se une a través de una galería con otro palacete cercano. El Puente de la Concordia une este edificio con la Plaza del mismo nombre, en líne con la Madeleine.
El Palacio de la Moneda, con esculturas en la parte superior: La Prudencia, la Fuerza, el Comercio, la Abundancia y la Paz.
Y por esa fachada llegamos al Puente del Arzobispado, que está lleno de candados. Dice la leyenda, que si dejas uno, volverás a París. Yo dejé una cinta y volví. Se llama así, porque muy cerca de aquí estaba la vivienda del Arzobispo de París. Es el más bajo y de los más estrechos que atraviesan el Sena.
Se empieza a ver el Ayuntamiento.
Seguimos nuestro paseo y pasamos ahora bajo el Puente de Notre Dame, de hierro fundido y con un solo arco.
Seguimos por la fachada del Louvre.
Ya de vuelta, vemos de nuevo, el Instituto de Francia.
Esculturas del Puente Bir Hakeim. Nuestro paseo toca a su fin.