30 de marzo de 2011
Familia de gorilas
Hace días que no paso por aquí, pero es que estoy muy ocupada preparando un par de viajes, y me está llevando mucho tiempo ultimar detalles y reservas, para que todo salga lo más perfecto posible. Pero bueno, ya estoy otra vez por el blog y vengo a contaros que ayer me fui con mi marido al Zoo de Madrid, porque él quería hacer algunas fotos y yo le acompañé. Por cierto, que otra vez me tropecé a la Reina, que iba a ver a los pandas pequeños.
Retratamos a todos los animales, y como siempre que mi Antonio hace las fotos, el resultado fue espectacular. Imágenes para dar y tomar de osos, elefantes, leones, tigres, loros, delfines...etc, pero lo que más me impactó fue la zona de los gorilas.
Llego un punto en el que me daba hasta corte mirarlos, porque me parecía que estaba invadiendo la intimidad de una familia, que lo era, compuesta por la pareja, una hija y un bebé. Conforme les veía moverse y actuar, pensé que físicamente nos separan muy pocas cosas de ellos, y tuve unas sensaciones extrañísimas. Me acordé de la película "El planeta de los simios", y me imaginé dentro mientras ellos me observaban a través de los cristales.
Sus miradas, sus gestos, sus sentimientos que también los exteriorizaban, me impactaron sobremanera. Tanto, que de todos los animales fotografiados sólo les traigo a ellos para compartir con vosotros la belleza de unas imágenes maravillosas. En la de arriba está Gorka con su hija, con la que se mostró en todo momento cariñosa, solícita y hasta consentidora. Y en ésta, orgullosa de su retoño, parecía sonreir satisfecha.
23 de marzo de 2011
ZP quién te ha visto y quién te ve
Hago mía la frase de Llamazares el único coherente, al comienzo de su discurso en el parlamento a cuenta de la GUERRA, (con mayúsculas), en que nos ha metido sin ton ni son este gobierno (en minúsculas).
Yo no sé si será más o menos parecida a la de Irak, pero lo que sí que tengo claro es que aquella y ésta, son GUERRAS, por más que nuestro simpático presidente y los ministros eludan la palabrita.
Después de enarbolar la pancarta del NO A LA GUERRA, con sus millones de pegatinas, con la que montaron en las sedes del PP, con Rubalcaba rompiendo todas las condiciones de unas elecciones que nunca debieron celebrarse en ese momento, llamando asesinos a los gobernantes y a los militantes, erre que erre con lo mismo al cabo de los años, ahora ZP pierde el culo por ir en cabeza de este ataque. ¿Contra quién?
La semana pasada dijo que había que quitar a Gadafi del poder, y ésta dice que a Gadafi lo van a mantener en él. Por las noches se ve que se le aparece Santa Teresa y le dice lo que tiene que contar al día siguiente, porque viendo sus declaraciones anteriores, o este tío está como una cabra, o ha ofrecido llevarnos a todos al desastre total. ¿Cómo le van a mantener en el poder si le derrotan? Como tenemos un presidente tan dialogante, lo mismo piensa que podrá convencerle de que a partir de ahora se porte de una forma democrática, como él, por ejemplo.
¿Pero no le vendió armas a Libia? ¿No se recibió aquí a Gadafi como si hubiera venido un gran mandatario? ¿No está el gobierno en pleno, no solo Trinidad Jiménez a la que por lo visto un día le dió un ataque de risa y ya no pudo más cerrar la boca, encantados en las fotos con tan agradable compañía?
Ya, es que ahora nos hemos vuelto la chaqueta (una vez más) y donde dije digo, digo diego.
Sigo con mis preguntas porque no entiendo nada: ¿Del lado de quién estamos? Hemos mandado aviones y barcos, y parece ser que será para ayuda humanitaria, faltaba más. Las bombas, flojitas, por favor. ¿Y las bases españolas servirán para que salgan desde aquí y reposten los aviones de los países implicados en el conflicto, que dicho sea de paso cada vez somos menos?
Menudo lío hay con los aliados: nadie quiere tomar el mando de algo que no está nada claro.
¿Y dónde están todos los "intelectuales" que llevaban con tanto orgullo la pegatina y las pancartas?. Deben de estar poniéndose de acuerdo para convocar una manifestación en contra también de esta GUERRA.
Señor Zapatero, se ha tirado usted a una piscina con muy poca agua sin pensarlo dos veces, pero lo malo es que nos va a arrastrar a todos detrás, y nos podemos pegar un buen batacazo.
Otros se lo han pensado muy mucho antes de decidir qué hacer, pero nosotros somos más machos, más poderosos, más osados, más simpáticos y más ridículos que nadie, y hala, a la GUERRA. Porque nos hemos metido en una GUERRA que ni nos va ni nos viene, sólo por figurar.
Por no hablar de lo que nos va a costar esta bravuconada en unos momentos económicos tan difíciles, pero claro, el que manda manda, y las fotos son muy importantes para este gobierno.
Por eso yo pongo esa foto: ¿Les gustará? Es la escena del sofá de Dn. Juan Tenorio. En los ojos de Zapatero se puede leer : "¿No es verdad ángel de amor..............?"
NO A LA GUERRA, aunque no sirva de nada.
19 de marzo de 2011
Escapar del peligro
Nos reunimos en una cafetería y empezamos a hablar de cosas intranscendentes. Hacía tiempo que no nos veíamos, pero anteriormente todos los jueves nos reuníamos en la Casa de la Mujer un grupo para planear actividades culturales y de entretenimiento.
Salió el tema de la inseguridad ciudadana, y claro, el miedo a que nuestros hijos volvieran tarde a casa por si les sucedía algo desagradable. Era ya el tiempo de las bandas que atemorizaron y atemorizan a muchos chavales.
De ahí pasamos a relatar cómo nos comportaríamos nosotros si fuésemos testigos de una pelea en la que se amenazara a una persona con una navaja. La conducta típicamente correcta era auxiliar al agredido aún a costa de nuestra integridad física, pero yo me desmarqué y dije que mi reacción inmediata sería huir del peligro y poner metros de por medio.
Cuando a otra señora expuso su punto de vista sobre lo que habíamos dicho las demás, se dirigió a mí y me dijo: "Sólo espero que si mi hijo, algún día sufre una situación de este tipo, no seas tú la que andes por allí". No pude replicar, porque yo pensé lo mismo. Me sentí cobarde.
Y entonces es cuando se abrió el gran debate.
La mayoría pensaban lo mismo que yo, aunque a priori no quisieron decirlo. Por supuesto que me gustaría que si a mis hijas les pasara algo, alguien las defendiera, pero vamos a ser realistas.
Tal como están las cosas hoy en día, cualquiera se mete a mediar de otra forma que no sean palabras sin que peligre su integridad física. Y muchos caso hemos visto en los que la persona que se ha metido por enmedio ha salido mal parada.
Es difícil predecir la reacción que podríamos tener en un momento así.
Por desgracia, la sociedad es cada vez más insensible y menos dada a heroicidades, y me incluyo yo la primera, pero cuando pensamos que nuestros hijos puedan verse envueltos en problemas, siempre esperamos una ayuda que cada vez se presta menos.
Aquí os dejo esta entrada para reflexionar, porque no es nada fácil posicionarse.
Salió el tema de la inseguridad ciudadana, y claro, el miedo a que nuestros hijos volvieran tarde a casa por si les sucedía algo desagradable. Era ya el tiempo de las bandas que atemorizaron y atemorizan a muchos chavales.
De ahí pasamos a relatar cómo nos comportaríamos nosotros si fuésemos testigos de una pelea en la que se amenazara a una persona con una navaja. La conducta típicamente correcta era auxiliar al agredido aún a costa de nuestra integridad física, pero yo me desmarqué y dije que mi reacción inmediata sería huir del peligro y poner metros de por medio.
Cuando a otra señora expuso su punto de vista sobre lo que habíamos dicho las demás, se dirigió a mí y me dijo: "Sólo espero que si mi hijo, algún día sufre una situación de este tipo, no seas tú la que andes por allí". No pude replicar, porque yo pensé lo mismo. Me sentí cobarde.
Y entonces es cuando se abrió el gran debate.
La mayoría pensaban lo mismo que yo, aunque a priori no quisieron decirlo. Por supuesto que me gustaría que si a mis hijas les pasara algo, alguien las defendiera, pero vamos a ser realistas.
Tal como están las cosas hoy en día, cualquiera se mete a mediar de otra forma que no sean palabras sin que peligre su integridad física. Y muchos caso hemos visto en los que la persona que se ha metido por enmedio ha salido mal parada.
Es difícil predecir la reacción que podríamos tener en un momento así.
Por desgracia, la sociedad es cada vez más insensible y menos dada a heroicidades, y me incluyo yo la primera, pero cuando pensamos que nuestros hijos puedan verse envueltos en problemas, siempre esperamos una ayuda que cada vez se presta menos.
Aquí os dejo esta entrada para reflexionar, porque no es nada fácil posicionarse.
16 de marzo de 2011
Pasos para restaurar un libro.
Mucha gente siente curiosidad por saber cómo se restaura un libro, y aunque yo creo que para hacerlo en condiciones hay que tener conocimientos de encuadernación, voy a poner unos pasos que pueden ayudar a alguien que se decida a hacerlo.
Es un libro que perteneció a mi tío Trino, muerto en la Guerra Civil, y lo utilizaba para sus clases de Magisterio en un pueblecito de Alicante llamado La Marquesa. Restaurándolo pretendo que siga siendo tan útil como lo fue en su tiempo, ya que ningún tratado de ortografía ha superado al Miranda Podadera. Es una séptima edición.
Estaba en muy mal estado y seguí el procedimiento para encuadernar hojas sueltas.
Lo primero que hice fue soltar con cuidado hoja por hoja, con ayuda de un rejón las libré de la cola que pudiera quedarles, y las que tenían algún roto, las "remendé" con papel tisú.
Es un libro que perteneció a mi tío Trino, muerto en la Guerra Civil, y lo utilizaba para sus clases de Magisterio en un pueblecito de Alicante llamado La Marquesa. Restaurándolo pretendo que siga siendo tan útil como lo fue en su tiempo, ya que ningún tratado de ortografía ha superado al Miranda Podadera. Es una séptima edición.
Estaba en muy mal estado y seguí el procedimiento para encuadernar hojas sueltas.
Lo primero que hice fue soltar con cuidado hoja por hoja, con ayuda de un rejón las libré de la cola que pudiera quedarles, y las que tenían algún roto, las "remendé" con papel tisú.
Como la primera estaba muy rota, con ayuda del Fhotoshop hice una nueva en una cuartilla y la impregné con un algodón mojado en café, para igualar el tono del papel.
Cuando todas las hojas estaban ya restauradas (lógicamente no todas tienen el mismo arreglo), las puse juntas, y le di pegamento al lomo. Antes de que estuvira del todo seco, (el papel estaba muy pasado y tenía que llevar cuidado) fui separando grupos de hojas más o menos de diez en diez, y las volvi a juntar, pero esta vez ya no les di cola. Por cierto, siempre cola de encuadernar, que es más elástica.
Ayudándome de una tira de cartón por delante y otra por detrás del libro, ajusté bien los bordes y lo metí a la prensa. Le hice cuatro sierres, los primeros a 2'5 centímetros, y los otros dos centrados, algo más profundos para que pasara bien la cuerda.
Lo saqué de la prensa y le hice a cada grupo de hojas unos agujeros con un punzón, a ambos lados de los sierres procurando que coincidieran en vertical todos los agujeros, y lo cosí en el telar a diente de perro, cruzando bien los hilos y sujetando las cuerdas. Primero un cuadernillo, luego el siguiente cosido al primero, y así sucesivamente. Mucho ojo con que todas los cuadernillos estén al derecho.
Cortamos las cuerdas dejando unos 2'5 centímetros más o menos y lo volvemos a meter a la prensa. Sacamos bien las cuerdas, encolamos y dejamos secar en la prensa. Hacemos las guardas que irán unidas a las tapas, de igual medida de largo que las hojas del libro, pero el doble de ancho, y las pegamos por la doblez al borde mismo del lomo. En esta ocasión he utilizado el mismo papel de las tapas, pero como por debajo era blanco, también le he dado con café para igualar el tono con las hojas. Se aprecia en la última foto.
Si quisiéramos cortar los bordes para que nos quedara como nuevo, ahora sería el momento de llevarlo a la imprenta, si no se dispone de la máquina adecuada. Yo no las he cortado porque he preferido conservarlo tal como lo encontré.
Abrimos el trocito de cuerda y lo pegamos a la guarda. Le pegamos la tarlatana (sólo al lomo), la cinta de cabezada y el fuelle en el lomo. Ya tenemos el cuerpo del libro.
Hacemos las tapas con cartón, papel y tela de encuadernar. El cartón del centro es más fino y el ancho será el del lomo del libro, mientras en el largo, añadiremos 6 mm al de las hojas. Las tapas también 6 mm más largas que el libro, e iguales de anchas que las hojas, ya que después del lomo, hay 6mm a cada lado de tela, y es suficiente para que sobresalgan un poco. Primero se pega la parte central a la tela, y luego el papel monta sobre la misma. Remeterlo todo bien.
Con cola densa, encolamos el lomo (mirar que esté al derecho), y sujetamos bien mientras se seca. Seguidamente metemos un papel debajo de la guarda que va a ir pegada a la tapa, y encolamos, siempre en diagonal. Dejamos caer la tapa, sujetando bien el lomo del libro, para que no se quede corta la guarda y pueda hacer la tapa bien el juego. Ayudados de un paño, podemos quitar alguna pequeña arruguita que nos haya quedado. Quitamos ese papel y ponemos otro limpio. Hacemos la otra igual, y dejamos los dos papeles puestos para que recojan ellos la humedad de la cola, y no el libro. Marcar bien el hueco donde iba la tela al lado del lomo y ponerlo a prensar. Hay que dejar el lomo fuera y ponerle peso a lo que son las tapas.
Si alguien no se quiere entretener en coser o no tiene las herramientas adecuadas, se puede hacer también poniendo todo el bloque muy bien ajustado en la prensa dejando salir má o menos cinco centímetros desde el lomo. Se llevan todas las hojas en forma de abanico a un lado, se... encola (en este caso la cola llega un poco hacia las hojas, para que se peguen unas a otras) y luego se llevan hacia el otro lado para que tengan cola por los dos. Se saca de la prensa, y procurando que no se desarme mucho, sobre un papel dejamos caer varias veces el libro con el lomo hacia abajo, como cuando cogemos un montón de folios y los queremos juntar bien. Golpes secos. Se le pone peso a todo el bloque, y lo siguiente son los sierres, sin coser les ponemos los trozos de cuerda, en este caso también en los bordes, lo metemos en la prensa, encolamos bien procurando que el hueco de las cuerdas esté bien impregnado de cola, le damos a todo el lomo y lo dejamos secar en la prensa. El resto es ya igual.
Y bueno, pues el libro está terminado. Lo he abierto un poco para que veáis que las guardas no están blancas gracias al café.
Con Fhotoshop hice una portada y la pequé en la tapa.
Si alguien no se quiere entretener en coser o no tiene las herramientas adecuadas, se puede hacer también poniendo todo el bloque muy bien ajustado en la prensa dejando salir má o menos cinco centímetros desde el lomo. Se llevan todas las hojas en forma de abanico a un lado, se... encola (en este caso la cola llega un poco hacia las hojas, para que se peguen unas a otras) y luego se llevan hacia el otro lado para que tengan cola por los dos. Se saca de la prensa, y procurando que no se desarme mucho, sobre un papel dejamos caer varias veces el libro con el lomo hacia abajo, como cuando cogemos un montón de folios y los queremos juntar bien. Golpes secos. Se le pone peso a todo el bloque, y lo siguiente son los sierres, sin coser les ponemos los trozos de cuerda, en este caso también en los bordes, lo metemos en la prensa, encolamos bien procurando que el hueco de las cuerdas esté bien impregnado de cola, le damos a todo el lomo y lo dejamos secar en la prensa. El resto es ya igual.
11 de marzo de 2011
Sorpresa de chocolate
Otro postre típico de Mundorecetas. Sinceramente no me acuerdo de la persona que lo hizo por primera vez.
Es ideal para tomar un trocito con el café, o como final de una comida para los que les guste mucho el chocolate.
INGREDIENTES:
Para pintar el molde:
200gr de chocolate fondant
Para el relleno:
200 grs. de nata líquida
300 grs. de chocolate negro.
300 grs. de chocolate con leche.
100 grs. de brandy
100 grs. de avellanas
100 grs. de almendras o nueces
100 grs. de pasas maceradas en el brandy.
100 grs. de guindas en almibar escurridas
70 grs. de galletas troceadas.
Preparación:
1._ Ponemos a macerar las pasas en el brandy.
2._ Fundimos los 200 grs. de chocolate para pincelar el molde. Mejor que no esté muy líquido para que la capa quede más firme. Se puede derretir al microondas (cuidado no se queme), en un cazo o en la thermomix. Pincelamos bien un molde de cake de silicona y lo metemos al frigo.
3._ En el mismo recipiente donde hemos fundido el chocolate, echamos la nata y la calentamos un poco. Añadimos los dos chocolates y disolvemos bien.
4.- Incorporamos el brandy con las pasas, los frutos secos, las guindas y las galletas troceadas. Mezclamos todo bien.
2._ Fundimos los 200 grs. de chocolate para pincelar el molde. Mejor que no esté muy líquido para que la capa quede más firme. Se puede derretir al microondas (cuidado no se queme), en un cazo o en la thermomix. Pincelamos bien un molde de cake de silicona y lo metemos al frigo.
3._ En el mismo recipiente donde hemos fundido el chocolate, echamos la nata y la calentamos un poco. Añadimos los dos chocolates y disolvemos bien.
4.- Incorporamos el brandy con las pasas, los frutos secos, las guindas y las galletas troceadas. Mezclamos todo bien.
Se vierte la mezcla en el molde que teníamos preparado en el frigorífico.
Está más rico de un día para otro y dura varios días. También se puede congelar.
Para desmoldarlo bien, vamos formando un rulito con la silicona para arriba. Es fácil.
Es un postre muy contundente. Más bien es para tomar un cortadito en el café, tipo turrón. A mí me duró todas las Navidades.
7 de marzo de 2011
Reflexiones de una mantenida
Me llamo Adelaida.
Pertenezco a un grupo de mujeres en fase de extinción, y algunas veces me siento como de otro planeta cuando hablo con mis amigas de la casa, de los hijos, del marido, de la sociedad...de la vida en general.
Me dicen que tengo mucha suerte por ser una mantenida, porque no tengo que trabajar fuera de casa y tampoco tengo un jefe que me diga lo que tengo que hacer o levantarme todos los días pronto estando obligada a arreglarme para estar estupenda en mi puesto.
Por cierto, tengo un sueño que me caigo, porque me levanté a las seis y media para sacar al perro, que a los demás no les da tiempo, y como a las siete y media tengo que ponerle a mi marido y a mis hijas, que tengo dos, el desayuno, pues ya no me acuesto.
Cuando se marchan, entonces desayuno yo sola y me digo a mí misma que verdaderamente tengo mucha suerte por ser una mantenida, porque nadie me molesta entonces; lo que pasa es que el abuelo, que ya se quiere levantar y no sé para qué tan pronto, ya empieza a llamarme. Con la madalena en la boca le digo que se espere un poco, pero como está sordo no me hace caso y acabo dejando en la cocina para luego, el resto del desayuno.
Mis amigas no pueden disfrutar de la casa como yo, porque ahora por ejemplo, rotas de trabajar, se irán deprisa y corriendo a tomarse algo que las reanime, y sudando y corriendo, se volverán otra vez a la oficina. Las pobres no disfrutan de la vida.
¿Y qué hago yo hoy de comer? ¡Qué suerte tengo de poder elegir la comida para todos! y no como ellas, que se irán Dios sabe a qué restaurante a comer porquerías.
Voy a bajar al mercado a comprar pescado fresco, y algo de verdura para comer, porque hoy les quiero hacer una comida estupenda. A ver, no es que yo tenga que justificar que por ser mantenida mi casa tenga que relucir y mi comida a la hora en punto esté servida, pero sé que a mi marido, en el fondo le gusta así.
¡El teléfono! Justo cuando estoy tendiendo. Es otra mantenida que me llama para decirme si quedamos a tomar café.
Tengo tres turnos de comida: primero el abuelo para que no proteste, luego la pequeña y mi marido, y a las tres y media vendrá la que está en el instituto, que come más tarde, y como me descuide me dan las cinco con la cocina por enmedio y empalmo con la cena.
Tengo momentos en que envidio a mis amigas trabajadoras cuando les sirven la comida aunque no sea muy buena, y qué bien que los niños coman en el colegio. Pero si soy mantenida, cómo no van a venir a casa al mediodía? Tendría remordimientos.
Estoy cansada y ni ganas de ir a tomar café tengo. Sólo me apetece sentarme un rato en el sofá a echar un sueñecito... si me dejaran.
Como mi madre también era una mantenida, me enseñó las cosas propias de tal estado, y aprendí a coser, a hacer punto, a guisar, a planchar... o sea a llevar una casa como Dios manda, pero al cabo de los años no sé si fue o no buena idea, porque digo yo: las que no saben coser, o hacer punto, o guisar, siguen viviendo como yo, pero calentándose menos la cabeza porque como no saben, nadie les exige. ¿Pero qué digo? ¡Pobrecillas! Con la envidia que me tienen por saber hacer tantas cosas.
Hoy tengo que sacar tiempo como sea para tomarles las lecciones a Marina, que la tengo un poco abandonada y no sé cómo va en el cole. El otro día me comentó que a su amigo Quique, su mamá le ha apuntado a judo para que salga una hora más tarde del colegio, porque como vuelve cansada del trabajo, así en cuanto llegue a casa le baña, le da la cena y lo acuesta, para tener ella un poco de tiempo libre con su marido.
Las mantenidas no tenemos ese problema porque estamos con toda la familia a todas horas y eso al final se nota en la educación de los hijos, o al menos eso dicen, aunque yo empiezo a plantearme cosas, porque la cena del abuelo, de las niñas, de mi marido... la verdad es que es un lío, porque les gusta de cuchara y a veces no tengo ganas, aunque me llevo las manos a la cabeza cuando oigo lo que ponen mis amigas por la noche en la mesa: ensalada, yogures, jamón de york... Cómo se nota que no están en su casa en todo el día y que no les da tiempo a guisar.
En fin, que ser una mantenida es un estado de privilegio dentro de la sociedad actual, pero es que entonces no me cuadra que cada vez seamos menos y que las mujeres estén como locas por trabajar fuera de casa aunque no les haga falta o aunque gasten lo que ellas ganan en una persona que les haga las tareas. Dicen que en la casa no se realizan... no lo entiendo
Mañana es el ocho de marzo, día de la mujer. Mientras volvía en el autobús de recoger del médico las recetas del abuelo, una señora me ha dicho con mucho retintín, que era el día de la mujer TRABAJADORA y sabéis lo que le he contestado?
¡¡¡¡¡¡¡¡¡LA HE MANDADO A LA MIERDA!!!!!!!!
6 de marzo de 2011
De Alcazaba a Palacio Real
Escribir algo sobre el Palacio Real de Madrid, intentando transmitir al lector en cuatro imágenes su magnitud y su belleza, es poco menos que imposible, pero ayudada de uno de mis libros que es una verdadera joya: "España" la riqueza artística del Palacio Nacional, de 1935, lo voy a intentar.
Siempre he dicho que viendo un palacio de borbones, vistos todos, y de hecho, cuando este pasado verano estuve en Versalles, me ratifiqué en esa opinión. También escribí que no tenía nada que envidiarle nuestro Palacio Real de Madrid, como así es.
En el extremo de la parte occidental de la ciudad, sobre el mismo solar que ocupa el actual Palacio, hubo desde los siglos IX al XIV una Alcazaba, utilizada por los moros como fortaleza y vigilancia de los caminos que conducían a Toledo.
A mediados del siglo XIV, el rey Don Pedro I de Castilla comenzó las obras de reedificación que continuó Enrique II y fueron ampliadas por Enrique IV, el cual mandó decorarlo para residir en él durante las largas temporadas que pasaba en Madrid.
Los Reyes Catolicos vivieron aquí durante un año.
Los Reyes Catolicos vivieron aquí durante un año.
En 1537 Carlos V ordenó a sus arquitectos Covarrubias y Vega otras reformas, con las cuales se despojó al viejo Alcázar de su aspecto de fortaleza y en 1561, al establecerse la corte en Madrid con Felipe II, se realizaron otras mejoras proseguidas por sus sucesores (Felipe III, Carlos II y Felipe V), valiéndose para ello de los arquitectos Juan de Herrera, Juan Gómez de Mora, Alfonso Carbonell, Juan Bautista Crescente y Marqués de la Torre.
A comienzos del siglo XVIII, después de lograda la transformación tantas veces deseada, se malograron por completo los esfuerzos realizados y las cuantiosas sumas invertidas, porque el tan remendado Alcázar fue totalmente destruido por un voraz incendio, en la noche del 24 de diciembre de 1734.
La versión "oficial" fue que dos criados borrachos alimentaron una de las chimeneas (de alguien que no estaba residiendo en el Palacio) más de lo debido, y a salirse el fuego, prendió en muebles y alfombras; sin embargo, Felipe V odiaba este Palacio por ser tan austero y tan distinto de lo que conocía hasta entonces, que era Versalles. De hecho no vivía allí, y se había trasladado al Retiro, llevándose antes, qué casualidad, muchas de las obras de arte que había en el Alcázar, con la excusa de que podrían sufrir algún deterioro durante las obras de acondicionaminento que se estaban haciendo.
La noche del incendio los madrileños confundieron el alboroto de las campanas con los maitines, y cuando se percataron de lo que pasaba se fueron hacia allí, pero los guardias, temiendo saqueos, no abrieron las puertas hasta que fue demasiado tarde.
Luego, desde las ventanas, se arrojaron los cuadros, muebles, joyas y objetos de arte que se pudieron salvar. El oro se fundió por el calor y mucho después, entre las cenizas aparecieron multitud de piedras preciosas que fueron llevadas en carros hasta el Retiro. Se logró salvar también el diamante llamado "El Estanque", de 100 kilates, la famosa perla "La Peregrina" y, entre otros cuadros, Las Meninas de Velázquez, que estaba en la habitación del Rey. Ni el diamante ni la perla son ya joyas de la corona española, pero nuestras reinas las lucieron tanto por separado como montadas en un rico joyel, en sus retratos más famosos: María Tudor, Isabel de Valois, Margarita de Austria, Isabel de Borbón, etc.
Sin lugar a dudas, al que más benefició el incendio fue a Felipe V, y nadie se explicó entonces la rapidez con que se extendió el fuego. Como pasa muchas veces, nunca sabremos la verdad sobre lo ocurrido.
El 7 de enero de 1737 se empezó la total demolición del incendiado Alcázar, y sobre su emplazamiento mandó Felipe V edificar el actual Palacio Real, justamente considerado como un magno ejemplar de su estilo.
Por diversas razones se redujeron las dimensiones del grandioso proyecto del arquitecto Juvara, que pretendía que la edificación llegase hasta la Plaza de España. Al morir, le sustituyó el también italiano Juan Bautista Sachetti, considerado el mejor arquitecto de Europa.
Aprobadas las nuevas trazas, el 6 de abril de 1738 se colocó en el centro de la fachada del mediodía, a cuarenta pies de profundidad, la primera piedra del edificio, que bendijo el Arzobispo de Tiro don Álvaro Mendoza.
Según consta en el acta que se conserva en el archivo general del palacio, el Marqués de Villena, en nombre del rey colocó en ella una caja de plomo que contenía monedas de oro, plata y cobre, procedentes de las fábricas de Madrid, Segovia, Méjico y Perú y una inscripción en piedra que dice así:
AEDES MAUROUM QUAS HENRICUS II COMPOSIUT
CAROLUS V AMPLIFICAVIT PHILIPPUS III ORNAVIT
IGNIS CONSUMPSIT OCTAVO KALENDAS JANUARI
ANNO MDCCXXXIV TANDEM PHILIPPUS V
SPECTANDAS RESTITUD AE TERMECTATT
ANNO MDCCXXXVIII
(Ya no me acuerdo nada del latín, pero más o menos viene a decir que en ese lugar moró Enrique II, que lo amplió Carlos V, que lo enriqueción Felipe III, y la fecha en la que se incendió, reinando Felipe V. Y al final, el año que comienza la construcción del nuevo)
La construcción del palacio cuya obra empezó Felipe V, se terminó reinando Carlos III en 1764, y su coste ascendió a la entonces fabulosa suma se 75 millones de pesetas, sin contar el mobiliario y la decoración.
Posteriormente, durante varios reinados se han construido las prolongaciones que cierran la plaza de armas y se han efectuado otras obras que han realzado la belleza del monumento.
Pertenece al estilo neoclásico y su planta es cuadrangular con resaltos en sus cuatro ángulos y un gran patio central. Las características de su construcción son : el espesor de sus muros, la solidez de sus bóvedas hechas de ladrillo y piedra, y la grandiosidad del conjunto, embellecido por su situación.
Por su emplazamiento, dado el gran desnivel de la parte norte y poniente (se puede apreciar en la primera foto), la cimentación hubo que llevarla a gran profundidad, con enormes basamentos en talud que forman su pedestal.
Sobre la cornisa, coronando las fachada estaban las estatuas de todos los reyes de España, que ahora adornan el Retiro y la Plaza de Oriente. Parece ser que el peso era excesivo, aunque según cuentan, Isabel de Farnesio, madre de Carlos III, soñó que bajaban, y entre todos la expulsaban de España. Entonces le pidió a su hijo que los quitara de allí. ¿Leyenda o realidad?
Tiene dos puertas principales: en la fachada este, La Puerta del Príncipe, por donde salió para ir al exilio el infante Francisco de Paula, y cuyo llanto encendió la ira de los madrileños que marcharon hacia la Puerta del Sol, empezando así la guerra contra los franceses.
La otra puerta es la de La Armería, a su vez con cinco entradas, la del centro la principal, que da a la Escalera Real, y sobre la que se puede ver el escudo de los borbones, el reloj y San Felipe. El reloj recorre las constelaciones.
El Salón del Trono se encuentra justo arriba de esta puerta.
En la fábrica de este edificio se empleó piedra de granito y blanca de Colmenar, y solo la madera necesaria para las puertas y ventanas, que son en gran parte de caoba.
Los techos son emplomados, para protegerlo de los incendios.
Las habitaciones del palacio se dividen en oficiales y privadas. Las llamadas Saleta, Antecámara y Cámara, determinaban las categorías de los que tenían acceso a ellas. En la Saleta eran recibidas (previa concesión de audiencia) todas las clases sociales.
En la Antecámara, verdadera pieza de etiqueta, cuyo jefe era el mayordomo de servicio, solo tenían acceso los títulos nobiliarios, Diputados, Senadores, Generales, los que poseían grandes cruces, Caballeros de las Órdenes, Maestrantes, Magistrados de los Tribunales Superiores, Oficiales Mayores de Alabarderos y Jefes de Carrera de la Escolta Real.
A la Cámara sólo tenían acceso los Gentiles-hombres, las damas de la reina, Embajadores, Cardenales, Capitanes Generales, Ministros, Presidentes del Consejo, Comandante General de Alabarderos, Jefe del Cuarto Militar y los Ayudantes del Rey.
En tan poco espacio no se puede detallar la extraordinaria riqueza que acumula cada uno de sus salones.
El tapizado de sus paredes con riquísimos terciopelos, damascos y sedas de Talavera y Valencia, sus monumentales arañas de plata y cristal de roca y las de bronce y cristal de la Granja y del Retiro, la riqueza y variedad de su mobiliario, la maravillosa colección de tapices considerada como la más soberbia y selecta, sus famosos techos y cuadros obra de afamados pintores y el Relicario (solamente un clavo de la Cruz, tiene 11.000 brillantes)
Esculturas, orfebrería, la colección de Stradivarius, la Sala de Porcelana, los relojes, la armería... todo es suntuoso e impactante.
La Capilla Real, con el cuadro de Rafael Mengs "La Anunciación".
El Comedor de Gala. Alfonso XII unió las tres salas pertenecientes a Mª Amalia de Sajonia para formar el comedor. El suelo es de parquet, el único en todo el Palacio. Quince arañas de cristal y tibores chinos.
Cuando fuimos a verlo, preguntamos cómo era la mesa, sin el mantel, y ante nuestro asombro, nos enseñaron unas tablas con algo parecido a las borriquetas, pero mejor hechas. Como el mantel es largo, pues no se ven, y se amplía o reduce la mesa según las necesidades.
La famosa Sala de Gasparini: decorada por él, es una estancia muy armoniosa, con suelos de mármol de diversos colores (valorado en 1.935 en 500.000 pesetas), paredes bordadas en plata y sedas, y los techos con técnica de porcelana.
Ahora se utiliza para tomar el té.
Hasta tiempos de Alfonso XII, era el Comedor de Gala, pero como su esposa María de las Mercedes fue velada en esta estancia, el Rey no quiso que volviera a servir para este fin.
También fue el lugar donde estuvo el cadáver de Franco.
Hay una serie de esculturas en bronce procedentes del antiguo Alcázar, que representan a los planetas y que fue un regalo a Felipe IV.
También bustos provenientes asimismo del Alcázar, que pertenecieron a los jardines de Felipe II, y que representan a emperadores romanos.
Las lámparas son de cristal de la Granja y las alfombras de la Real Fábrica de Tapices.
La escultura que se ve al frente es de Carlos I. Una réplica (Carlos I venciendo al furor), se encuentra a la entrada del Museo del Prado, por la puerta de Goya.
El Salón del Trono. En las escaleras, hay cuatro leones, símbolo de la monarquía española, de bronce dorado, pertenecientes a una mesa del Alcázar, y distribuidas a ambos lados, diez estatuas de bronce de tamaño natural, y sobre las consolas los catorce bustos provenientes de las ruinas de Herculano.
La bóveda la pintó Tiépolo a los 70 años, y es una alegoría de España y sus posesiones. Las paredes son de seda roja, con una greca superior en plata.
Las lámparas son las más antiguas del Palacio. Eran del Alcázar y son de cristal de Murano.
Hay dos tronos y cuando se cambia de Rey, se cambia de silla.
Los Reyes nunca se sientan en el trono.
Merece mucho la pena.
No ha sido mi intención abordar esta entrada recreándome de forma exaustiva en las salas o escaleras, sino más bien la he querido centrar en el aspecto histórico del edificio, aunque es difícil dejar de citar algunos datos.
El Palacio se encuentra en la calle Bailén, frente a la Catedral de la Almudena.
2 de marzo de 2011
La conducción en Argel
Si había algo que espantaba a los visitantes españoles en Argel, era tener que coger el coche, porque muchas veces la anarquía reinaba en la carreteras, y dábamos gracias por llega a nuestro destino después de la aventura que significaba conducir allí. Pero ojo, que no había muchos accidentes entre ellos. Los accidentes los teníamos nosotros, que acostumbrados a unas normas de tráfico normalitas, no teníamos los suficientes reflejos para "flexibilizarlas".
Mi primer tropiezo lo tuve al incorporarme a una autovía. Como es lógico, una va mirando hacia el sentido de donde vienen los coches para salir en cuanto haya ocasión. Y salí... y salí zumbando contra otro que venía marcha atrás. Me dijo que si estaba ciega, y por más que le reproché que viniera marcha atrás en un carril de acelerción, el buen hombre siguió diciéndome de todo.
Yo vivía en la Place d'Hydra, y aparcaba el coche en una de las calles de dirección única que confluían allí, pero cuando por las mañanas iba a llevar a mis hijas al colegio, me venía fatal dar toda la vuelta, y me solía colar por la de al lado, sin hacer la rotonda. Hice amistad con el guardia de tráfico cuyo aprecio era mutuo, además de verdad, y un día le pregunté si podía dar allí esa vuelta a lo que me contestó: "Usted puede dar la vuelta donde le dé la gana". Desde entonces, yo, al pasar por su lado, bajaba la ventanilla y el me daba un toquecito en el hombro deseándome los buenos días, asegurándose primero de que sus compañeros eran testigos de ese gesto.
Mis niñas me decían: ¿Mamá, por qué te toca siempre este señor? Y yo les contestaba que una palmadita en el hombro me libraba de dar una vuelta enorme. Era muy majo el guardia.
Otro día, íbamos por la carretera y había un atasco enorme. Esperamos hasta ver lo que ocurría, y venía un señor hablando con cada uno de los conductores, y resulta que se había pasado de travesía e iba pidiendo uno a uno a toda la hilera de coches, que éramos muchísimos, si nos podíamos hacer un poquito para atrás para que él pudiera hacer el giro. Pues bien, nadie pitaba ni a ninguno le dió por darle cuatro voces al conductor. Algo así sería impensable en España.
También nos las vimos con un camión enorme, que iba en plan kamikaze por la autovía, y al pitarle y llamarle de todo nos dijo con una sonrisa; "Pas problème". Sin inmutarse.
La gente se puede parar con el coche en la calle cuando se cruza con otro en el que vaya un conocido, y mientras no se preguntan por toda la familia, no reemprenden la marcha.
No se ponen nerviosos, viven con una tranquilidad que nosotros ni conocemos.
En cierta ocasión me pasó algo realmente desagradable: venía con los niños de la catequesis, y llevaba a una monja hasta un punto desde el cual ella ya cogía la calle para ir a su casa. Como íbamos hablando con los críos, se le pasó avisarme dónde me tenía que parar, y me tuve que tragar una raya continua en las mismas narices del guardia. Vino a amonestarme y a ponerme la multa, y cuando yo intenté explicarle lo que había pasado, me dijo que las cosas se podían solucionar si yo le daba mi número de teléfono. Le respondí que me acompañara a la comisaría, y que allí, delante del comisario, se lo daría. Naturalmente donde dije digo, digo diego, ahí se acabó el asunto.
A lo mejor ibamos por la carretera en un atasco y si pasaba un coche de policia por el arcén, detrás, se hacía otro carril de gente tras el coche para aprovechar.
O ponerse a adelantar un taxi cuatro o cinco camiones, sin importarle si venía o no alguien de frente. Pim pam, pim pam, hasta que no los adelantaba todos no se metía a su carril, y veías a los que venían, tirándose a la cuneta porque el otro no paraba.
Por último, decir que aunque éramos muchas las mujeres que conducíamos, no estábamos muy bien vistas, y se nos fastidiaba bastante. Me fui con una amiga a comprar y al salir vimos que nos habían pinchado una rueda, y unos cuantos tíos alrededor del coche esperando que les pidiéramos el favor de que nos la cambiaran, cosa que naturalmente no tuvimos necesidad de hacer, ya que sabíamos perfectamente cambiarla nosotras, y una con pantalones y la otra con una faldita vaquera, delante de los tíos, que nos miraban como si fuéramos extraterrestres, la cambiamos y les hicimos un corte de manga desde dentro del coche.
Hay que tener en cuenta que entonces, no había móviles para poder llamar a tu marido si te pasaba algo en la carretera, y que teníamos que ser bastante autónomas.
Eso sí, cuando tenías la suerte de encontrarte con el coche de policía, eran super amables. Una vez me perdí, y esperé a que pasara alguno, le hice el alto, y fueron delante de mí hasta dejarme en un lugar ya conocido.
En fin, que si os dejáis caer por Argel, no perded la paciencia porque ellos no la pierden, y estad abiertos a todas las situaciones posibles en temas de tráfico. Sobre todo, sed "flexibles".