Como sabéis ando por aguas de Torrevieja desde hace un mes. Esta vez me vine muy bien acompañada y no me ha dado tiempo a aburrirme ¡Ni mucho menos! Vamos, que no he tenido casi tiempo libre y por la noche estaba cansada para ponerme a escribir, aunque cuando me decidía a hacerlo siempre estaba ocupado el ordenador. Es lo que tiene depender de este cacharrito portátil para poderme conectar.
Mirando atras, con muchísima añoranza, no sabéis cuánta ahora que de nuevo sólo estamos en la casa Antonio y yo, me convenzo de que han valido la pena esas noches a medio dormir y el jaleo natural que lo llena todo cuando hay niños. Pero de ésto escribiré mañana, o quizás luego.
Ahora quiero hacer unas observaciones sobre cosas que no me han gustado de esta ciudad en la que llevo toda mi vida veraneando por vecindad con mi propio pueblo.
Creo que la gente que viene a pasar aquí sus vacaciones se deja el suficiente dinero, como para atender a unas necesidades de mantenimiento que ya claman al cielo.
El paseo que llamamos "de los hippis" se encuentra con el suelo muy deteriorado desde hace varios años, a pesar de ser uno de los sitios más frecuentados por la gente cada tarde.
El trayecto de tablas que empieza en la playa de la Mata está para matarse con los maderos a distintas alturas, y algunos de ellos rotos y oscilando. Cuando íbamos paseando con mi nieto, tropezó en uno de ellos cayendo y partiéndose el labio, pero es que mientras estábamos atendiéndole, cayeron tres personas más en el mismo sitio. ¿Qué están esperando para arreglarlo? Es una vergüenza que el ayuntamiento no tenga estas cosas en cuenta, o a lo mejor es que no se entera. Quizás si tuviera una página web recibiría las quejas correspondientes de los ciudadanos, pero siempre dicen que la tienen en construcción y que andan en ello. Mentira, porque yo llevo ya tres años protestando por algunas cosas, y si quiero que se me escuche tengo que hacerlo personalmente en las oficinas. Es incomprensible que en Torrevieja no se puedan hacer las gestiones por internet, como en la mayoría de los pueblos que tienen la cantidad de habitantes que éste.
Y ahora lo que más me indignó: siempre veo la procesión de la Virgen del Carmen. Tenía la salida anunciada a las siete y media y salió casi a las nueve de la noche, ignoro los motivos. Desde el balcón de unos familiares disfrutamos del espectáculo y cuando se acercaba la hora prevista para desembarcarla en el puerto, nos acercamos para incorporarnos como cada año al lado de la banda de música, ya que es una de las cosas que más nos gusta, oir en directo las piezas que tocan.
El trono de la Virgen era llevado a hombros por costaleros, todos pertenecientes al gremio de pescadores, y que a simple vista se podía apreciar que iban bastante fuertes de alcohol. A nadie se le obliga a portar las andas, pero si se quiere hacer, lo mínimo que se tiene que tener es respeto al sitio que se está ocupando.Transcribo aquí algunas frases de entre las muchas que a grito limpio decían los que ocupaban los primeros lugares, y que produjeron el rechazo general: "Cuidado, no me toques el culo" "A ver si te crees que soy maricón" "Este me está metiendo algo por detrás"........................y así muchas más cosas a toda voz, y muertos de risa.
Señores marineros, la Virgen del Carmen será muy suya, pero han sido muy irrespetuosos en su procesión y bueno sería que el próximo año otros se ocuparan de llevar unas andas que ustedes han llevado fatal, y de forma descoordinada. ¿Y qué pasó a la entrada del templo? Hay que cambiar a la Virgen de trono, poniéndola encima de otro con ruedas para llevarla al interior, pero esta operación se hizo interminable, marchándose mucha gente harta de esperar. Uno de los momentos más emotivos es cuando la coral de Torrevieja canta la Salve Marinera al terminar la ceremonia, pero no pudimos verlo, entre otras cosas porque a algún iluminado se le ocurrió cerrar las puertas laterales de la Iglesia, teniendo que permanecer de pie esperando que se solucionara el problema que tenían los marineros, que además de mecánico, era también físico.
¡Una pena!
Lo siento, pero necesitaba contarlo.