25 de julio de 2011

Buen viaje

Mientras escribo esta entrada, pedacitos de mi corazón vuelan hacia su nuevo destino, demasiado lejano para esta abuela que tantísimo les va a echar de menos. Ha sido un mes durante el cual los lazos se han estrechado más si cabe entre nosotros, y ahora, con la casa que grita un silencio desolador, oigo sus risas y creo verles en cada uno de los sitios que hemos c0mpartido: la piscina, la playa, la feria, el "nauticol", los juegos infantiles..., y he recogido sus juguetes mientras luchaba por dominar unas lágrimas, que rebeldes, se empeñaban de forma obcecada por lograr la libertad. He llenado mi tiempo con mil ocupaciones para no estar pensando en lo mismo, que a pesar de saber que no es definitivo, me atormenta. Yo también me marché con mi marido y mis hijos a conocer otros sitios y otras gentes, pero las madres siempre pensamos que nuestros niños, aunque tengan casi cuarenta años, están menos preparados que nosotros para afrontar el reto, que sin duda lo es, de dar un giro tan importante a su vida y quisiéramos evitarles los problemas que a partir de ahora tendrán que solucionar ellos solos. Ni el teléfono ni el Skype podrán sustituir a los momentos en que acunaba a mi niña preciosa, o veía la sonrisa de felicidad de Samuel cuando compartíamos secretos No sé si podré aguantar hasta Navidad sin veros. He estado todo este mes sin querer pensar en este momento, pero ha llegado, os habéis marchado, y la abuela esperará con ansia que llegue el día en que pueda abrazaros de nuevo.