12 de julio de 2011

Echo de menos al pájaro



Hasta luego. Seguramente no volveremos a vernos, pero siempre quedará en mi recuerdo la imagen de este lugar con vuestra compañía.
Empiezo a recoger mis pertenencias antes de salir de aquí, pero no siento nostalgia. Estoy nerviosa porque ya nada será lo mismo si no tengo a quién dirigir mis palabras como ahora lo hago, pero la vida nos lleva muchas veces a tomar decisiones con todas sus consecuencias y ésta no tiene vuelta atrás. Me marcharé esta noche y sé que no me echaréis de menos. Incluso puede que os alegréis de mi marcha, pero todo debe tener un final y éste se acerca de forma inxorable.
Voy ligera de equipaje porque a donde voy no me serán precisas muchas cosas.
Echo la vista atrás antes de cerrar la puerta y aparecen las imágenes de los dos años que llevamos juntos, pero no voy a mostrarme blanda y de un portazo acabo con todo.
¡JODEROS, CUCARACHAS!
Buenas noches y felices y profundos sueños. Cuando mañana vuelva recogeré vuestros cadáveres y con un gozo infinito os mandaré a la mierda.
¡POR FIN!

Hoy amanece para mí un día memorable: al abrir la puerta he comprobado con gran alegría que ya os habéis ido todas a hacer puñetas. Qué lindas, todas panza arriba, con las patas cruzadas en el pecho, con el gesto compungido, con las antenas caídas... esas que enarbolábais cuando me dabáis los sustos en el baño, cantándome con recochineo "Soy yo... la que vive aqui... soy yo... te lo digo a ti...".
Os gané la guerra, queridas.
Chao y hasta nunca.

¡Ah! Pues eso: que echo de menos al pájaro.