13 de diciembre de 2009

París 5 D'Orsay

Este es el museo ideal para visitarlo cuando estamos ya cansados del ajetreo de los dias anteriores porque es recogidito, divertido, interesante y sorprendente.
Se encuentra en la margen izquierda del Sena, casi frente al Louvre y alberga la colección de pintura impresionista más grande e importante del mundo, como no podía ser de otra manera ubicándose en París. Digamos que es la transición entre lo clásico del Louvre y lo más actual del Centro Pompidou.
El edificio fue ánteriormente una estación, y al estar cerrado y ser muy emblemático, se instaló aquí con gran acierto esta maravilla de colección.
Absolutamente imperdible en una visita a París.
Se entra por el lateral.
Aquí estamos antes de entrar.
Y ésto es lo que nos encontramos al cruzar la puerta.

Desde el otro extremo.

El gran reloj, que al natural es todavía mucho más bonito. La esfera mide tres metros y la aguja de los segundos, dos metros.

En primer plano Susana a la salida del baño. Al fondo, el reloj.

Camille Pisarro: El Louvre y el Sena.

Manet: Desayuno en la hierba

Paul Gauguin: Arearea

Derain: Puente de Wesminter.

Van Gogh: Retrato del artista.


Sisley: El camino de la máquina.

Seurat: Circo.

Renoir: Baile en el molino de La Galette.

Degás: La pequeña bailarina. Escultura que me encanta. Con su tutú, sus zapatilla de verdad y su lazo de raso en el pelo.

Monet: Mujeres en el jardín.

Morisot: La cuna.

Lautrec: El aseo.

Ingres: El manantial.

Corot: Sauces a la orilla del agua.

Boudin: Playa de Trouville: Este pintor me gusta mucho y le he copiado algunos cuadros.

Millet: El ángelus. Una de las obras que quería ver en el D'Orsay.

Son muchísimos más los pintores que tienen aquí sus obras: Casat, Cézanne, Vouillard, Bonard, etc.........................pero no tengo espacio para todos.
A la salida nos quedamos un rato en la tienda comprando recuerdos y yo les compré a mis nietos unos libros infantiles sobre el impresionismo, que espero poderles mostrar dentro de pocos años.
Compré también el cuento de la Pequeña Bailarina, para hacerles entender cómo se llegó a hacer esa obra maestra.
Y al mediodía cogimos un taxi....................................y a comer.
Salimos en autobús alrededor de las cuatro de la tarde.
Fue lo peor, porque la vuelta con el cansancio a cuestas, se hizo más largo y molesto que la ida.
Horas interminables de vanos intentos de acomodar la cabeza y las piernas.
Llegamos a Callosa a las cinco y media de la tarde del día siguiente, y muy amablemente el chófer me llevó hasta la estación de Alicante, desde donde salía a la ocho mi tren para Madrid.
A las doce y media ya estaba en casa, con muchísimas cosas por contar, fotos y cintas de video por ver, y París para siempre en mi recuerdo.
Volveré con mi Antonio. ¿En autobús? ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!!!!