La madre de mi marido llevó los vestidos confeccionados desde España, así como todos los complementos; nos compramos ropa y zapatos para la ocasión, y la noche anterior lo dejamos todo preparado para que no hubiera a última hora ningún contratiempo.
Por la tarde no me pude teñir el pelo, porque a las tres de la tarde cortaban todos los días el agua, hasta las siete de la mañana del día siguiente, pero no le di mayor importancia, ya que era lo habitual y pensé que me sobraría tiempo para hacerlo la misma mañana.
La comunión era a las once y a las ocho me levanté y me puse el tinte ("Qué raro, todavía no ha venido el agua")
Levanté a las ocho y media a las niñas, desayunaron, las bañé con el agua que había recogido el día anterior, y se quedaron esperando a que las pudiera vestir ("¿Pero cómo no hay agua?")
_. ¡¡¡¡¡Antoniooooooooooooooooo, que no hay agua!!!!!!!
_.No te preocupes que ahora vendrá, mujer.
_. Que se me pasa el tinte y a lo mejor se me cae el pelo, que no me fío yo de esta marca.
_. Exagerada.
Mi suegra: "Pues lleva cuidado que conozco a una que se le pasó el tinte y se le caía el pelo a cachos"
_. ¡¡¡¡¡Antonioooooooooooooooooooo, por Dios, haz algo!!!!!!!
_.¿Por qué no vas vistiendo a las niñas?
_. ¿Vestir a las niñas de comunión con la cabeza negra de tinte? ¡¡¡¡¡Ay.....que cada vez está más negro el color.!!!!!!
Mi suegra: "No quiero ponerte de los nervios, pero ya son las nueve y media"
_. ¡¡¡No puede ser, no me puede estar pasando ésto!!!!!!
_. "Mamá, que vamos a llegar tarde, ¿Cuándo te vas a lavar el tinte para que nos puedas vestir?"
_. ¡¡¡¡Antoniooooooooooooo, baja y trae algo para que me pueda enjuagar, por Dios!!!!!
_. Pero si es fiesta y está cerrado.
_. ¡¡¡Pues vete a algún restaurante a ver si te venden una botella de agua, pero corre!!!!
Después de diez minutos aparece mi marido cabreado porque no ha encontrado agua en ningún sitio y me sugiere que me aclare con orangina.
_. ¿Pero tú estás zumbado o qué? ¿No hay nada en el mueble-bar para poderme aclarar?
_. Hay champán francés, pero no te vas a aclarar el pelo con esa botella que vale un huevo.
_.¿Y qué me sugieres? ¡¡¡Dí!!!!!!! ¿Que me rape la cabeza?
_. Pues hija, otra cosa no hay... bueno, creo que hay una de cava.
_. Pues tráeme todo lo que sea líquido del mueble-bar, que me lo tengo que echar ya mismo.
_. ¿El Ricard también?
_ . ¡¡¡¡Vete a la mierda!!!!! ¡¡¡¡¡Trae la orangina y el cava!!!!!!.
_. Toma.
_. Ábreme la botella, hombre.
_. Allá va... ¡¡¡¡¡¡¡¡¡PUMMMMMMMMMMMMMMMMMMM!!!!!!!Lástima de botella.
_. Más vale que te calles, que como tenga poco, abro la de la viuda.
_. Por encima de mi cadáver, madame.
Y de rodillas con la cabeza dentro de la bañera, me "enjuagué" el pelo con una bebida hecha de algo que simulaba naranja, que la recuerdo muy oscura, tan oscura como el pis ese de los enfermos que tienen mucha fiebre, y luego me la terminé de aclarar con Freixenet.
Vestí a las niñas a toda prisa, como pude me sequé el pelo, que se me quedó como a los niños cuando les hacen un kiki, de tan puesto, y nos fuimos a la Iglesia.
Hicimos montones de fotos del evento y luego nos dirigimos a un restaurante que se llama L'aubergue du bon canard ( El albergue del buen pato).
Como los invitados eran los mismos, otra familia que tenía tres comulgantes, y nosotros, hicimos la invitación de forma conjunta. Entre todos llevábamos un montón de niños.
Habíamos estado en ese sitio alguna vez, y claro está, cuando apalabramos el menú, pero no habíamos entrado al salón.
Cuando abrimos la puerta nos quedamos de piedra: las paredes estaban pintadas con figuras de monjas y frailes en todas las posturas amatorias pero guarronas, imaginables, y llenas de aforismos como: "El amor es algo así como dos permanentes en un mismo rulo".
El cachondeo de los niños y el trabajo de los padres capeando el temporal, fue de película, pero al final todo sirvió para reirnos más y pasarlo bien.
Por la tarde estuvimos en casa de otros amigos españoles (todos los de la comunión nos fuimos allí, que era una casa enorme), cantamos, tocamos la guitarra y nos divertimos.
Cuando revelamos las fotos, habían salido verdes, que nos habían vendido el carrete pasado, y en vista de que no teníamos nada, nos volvimos a vestir otro día todos de punta en blanco y nos hicimos las que tenemos de recuerdo (que salieron rosa), aunque del "día señalado", algún alma caritativa nos pasó unas cuantas.
Y así transcurrió la comunión de mis niñas, que la recordarán siempre, porque no se aburrieron nada, y por supuesto a mí, no se me olvidará nunca.
En la primera foto están mis tres niñas, y en la de abajo, ya después de la comida, en casa de los Saavedra, divirtiéndonos. Yo, con un pelo horroroso, bebiendo seguramente para olvidar el sufrimiento.
Obsérvese la calidad de las fotos.
Aquí seguimos con la juerga, con mi marido y otro amigo tocando los bongós... todo un testimonio para los incrédulos.
Pasamos a la serie rosa: Nos pusimos de punta en blanco otra vez, y nos fuimos a hacer las fotos al hotel Saint George, que es una preciosidad.
Aquí están mis niñas con Alberto, cuya familia aprovechó también para repetir la comunión y sacar fotos bonitas de hotel.
Bueno, pues ya con el pelo normal y con otro atuendo, posando con Amaya.
Aquí estoy con Macamen, la madre de Alberto y una estupenda amiga.
Y aquí termina la sesión de fotos de ese día, que las tuvimos de todos los colores: carrete verde, carrete amarillo y carrete rosa.