El caos se apoderó de niños, padres de niños, cajas, cintas, juguetes, comida y mi alegría inmensa de verme rodeada de todos, aún a riesgo de tenerme que tomar un ibuprofeno para poder sobrellevarlo.
Siempre me gustaron las Navidades y me reconozco típica y tópica, pero me va este rollito de reuniones familiares.
Lo tenía todo preparado, pero cuando los críos empezaron a destapar los mil y un paquetes que había bajo el árbol y en una esquina del salón, porque el arbolito no daba para más, se inundó la casa de envoltorios y de lazos, y lo de poner la mesa pasó a un segundo lugar, porque el trayecto entre la cocina y el salón se hizo prácticamente intransitable, pero estaba en el ánimo de todos pasarlo bien, y aunque la mesa tuviera algunos fallos, lo importante fue que tuvimos una cena agradable y copiosa, en la que la estrella indiscutible fue, como siempre, el bacalao meneao, del cual este año hice una cantidad enorme, porque al otro día vuelven a tomarlo en el aperitivo, y luego se llevan a casa. Pondré la receta.
En medio de todo el jaleo de los niños, a mí me apetecía coger la pandereta y cantar con ellos unos villancicos delante del belén, que a estas alturas parecía ya una escena de un bombardeo, con todas las figuras por tierra, pero la mirada que me echaron todos cuando lo propuse, fue lo suficientemente disuasoria. Después de que llevaba un mes ensayando con ellos. ¡¡¡Qué injusta es la vida!!!
Hay cosas que se entienden, jajajajja................
Este año nos acompañó mi sobrino, al que no sé yo si le quedarán ganas de repetir, por lo movidita que fue la noche.
El menù resultó muy rico: las vieiras estupendas, los entrantes también, aunque hubo algunas cosas que no puse porque me pareció mucha comida, la carne riquísima, y la tarta bonita y deliciosa. De todo iré poniendo las recetas. Los turrones ya ni se probaron. Como siempre, se me quedarán en el cajón y eso que sólo compré cinco tabletas surtidas, pero somos más de postres que de bandeja de dulces.
Y después de estar sacándole brillo el día anterior a los bajoplatos, se les olvidó ponerlos, así como las etiquetas, pero no pasa nada, porque en Reyes repetiremos otra comida y los sacaremos a los pobres, que ya que sólo salen por Navidad, no les vamos a hacer la faena de olvidarlos en los cajones.
A los chicos les compré unas corbatas navideñas musicales fashion total, discretísimas y divertidas, y nos reímos un montón.
Cuando eran las cuatro y media de la mañana, Samuel se empeñó en levantarse, porque decía que ya se había despertado y no quería dormir más, que lo que quería era jugar con todo lo que le había traído Papá noel la noche anterior, y como pude lo contuve hasta las ocho y media, hora en la que ya no pude aguantarlo más y empezamos un día con la casa llena de gente, nos comimos el cocido con pelotas, como tengo costumbre en mi tierra, y por la tarde ya, cada uno a su casa.
El sábado volvimos a Alicante otra vez, y es que por circunstancias familiares, tengo que viajar ahora mucho, motivo por el que no puedo dedicarle al blog demasiado tiempo.
Os deseo a todos unas Navidades estupendas.